El Ojo De Ender

18 | Sollozos

Alguien llamó a la puerta, y el hombre que estaba sentado al lado de su escritorio le dio permiso de entrar. Un chico rubio y de ojos verdes entró por la puerta y saludó con firmeza y respeto. El señor que se encontraba ocupado ordenando unos archivos dio un suspiro y habló con desgana.

—¿Qué necesita cabo?

El chico tragó saliva, y habló con un poco de inseguridad.

—Vine a hablar con usted personalmente mi sargento... si me da la oportunidad de hacerlo.

El hombre se vio claramente sorprendido ante la petición de su subordinado, sin mencionar la manera tan respetuosa en que se había dirigido hacia él.

—¿Personalmente? —El cabo asintió mientras sudaba la gota gorda—. Debe ser algo importante ¿Ocurrió algo malo?

—Para nada mi sargento, todo está en orden.

El sargento se sintió tomado por sorpresa, y trató de averiguar por si mismo la razón de la visita del cabo, pero prefirió no perder el tiempo y le preguntó.

—¿Entonces cuál es el motivo de tu visita?

—Yo... quería disculparme con usted.

En ese mismo instante, el Sargento creyó que se caería de su silla y se desnucaría ahí mismo, pero sostuvo la compostura, y le dio un sorbo a su vaso con agua. Pronto, su sorpresa se volvió una mezcla de enojo con preocupación.

—¿Qué fue lo que hiciste que decidiste venir por tu propia cuenta a disculparte? ¿En verdad todo está en orden soldado? —inquirió tratando de encontrar una motivación oculta, pero lo que le respondió lo dejó anonadado.

El soldado puso su mano en su pecho y se inclinó.

—Señor, le juro por mi vida que recientemente no he infringido ninguna falta y que todo está en orden.

—¿Acaso esto es una especie de broma soldado? —dijo con incredulidad todavía—. Si cree que soy otro de sus compañeros al que le puede bromear con libertad está muy equivocado. Si esto es una broma le doy oportunidad de irse ahora y haré la vista gorda.

—Mi Sargento, esto no es una broma.

—Muy bien... entonces adelante, diga lo que tenga que decir cabo.

Después de respirar profundamente, el soldado se acercó al escritorio de su superior y se arrodillo sin titubear. El Sargento hizo lo que pudo para no reaccionar de ninguna forma, ya que estaba repleto de muchas emociones diferentes en ese momento.

—Mi Sargento, sé que he sido un problema para usted y para todos mis superiores y compañeros en esta tropa, le ruego que me perdone. No estoy seguro de qué fue lo que hice mal, pero soy consciente de que le he fallado, y quiero redimir mi camino y servirle con el respeto que se merece.

El Sargento quedó boquiabierta, y no pudo articular ninguna palabra ¿Qué podría decir? durante todos sus años en la milicia, jamás alguien se había disculpado con él de una forma tan impresionante, casi sintió que una lágrima quería escapar de sus ojos.

—¿Qué fue lo que cambió en ti Antony?

—Quiero proteger a la gente que amo comandante... y necesito de usted Sargento Ruper, para que sea mi mentor. Se lo imploro.

—No me harás hablar nunca

—No me harás hablar nunca... —dijo Antony con desprecio.

—No necesitas decírmelo —respondió Ruper, dando un suspiro.

El Sargento le ordenó a los guardias que agarraran con fuerza a Antony y a Clara. Ambos forcejearon, pero eran demasiados en su contra, ni siquiera consiguieron patearlos. Con prisa, los guardias les ataron las manos y los pies a las barras de la celda, jalando las sogas hasta rasparles la piel.

—¿Tú crees que con torturarme me harás hablar? —dijo Antony—. Sabes bien como nos entrenan en la academia. Debes estar desesperado como para intentarlo.

El Sargento le dio la espalda a Antony y cerró los puños hasta que le temblaron. Se llevo una mano a los ojos y no se atrevió a mostrar su rostro a ninguno de los que estaban ahí; esto llamó la atención de Antony. El sargento volteó sin ver a los ojos a su antiguo discípulo. Antony lo observó con atención, y quedó confundido al caer en cuenta de que este dejaba caer lágrimas de sus ojos. Titubeando, el sargento hizo un ademán para ordenarle a los guardias que ataran a Aurora a la cama.

Los guardias agarraron sus extremidades y obedecieron. Ella jaloneaba y empujaba, pero ninguno de sus esfuerzos logró alejarlos; seguía débil, y no pudo hacer nada más que maldecir  y amenazar con temor a los guardias. Entonces, le metieron un trapo en la boca y lo ataron a su cabeza.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Antony mirando al sargento con desconfianza y miedo.

Los guardias agarraron con fuerza una de las manos de Aurora y otro se acercó con pinzas en mano. Cuando Aurora vio la herramienta, se salió de control, e hizo temblar la cama con cada movimiento que hacía. Sus alaridos turbaron los semblantes de sus compañeros. Clara no podía moverse, y miraba al suelo como intentando pensar que nada de eso estaba pasando. En cambio, Antony forcejeo e hizo ruido con tal de que el sargento le escuchara, pero este no se inmutaba ante el alboroto de su antiguo aprendiz.

—¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO IMBÉCIL?! —exclamó Antony raspando su garganta a gritos.

Sin vacilar, el guardia encargado de las pinzas acercó la herramienta a la uña de Aurora, y cerró las pinzas

—Estoy diciendo la verdad  —dijo con la voz quebrándose en llanto—. No sé nada del ojo ¡No sé nada del ojo! ¡déjala por favor, es ino...!

El guardia jaló las pinzas en un solo movimiento, y el grito desgarrador de la chica dejó en silencio a todos. Sus gemidos hicieron que Antony se quedara sin fuerzas, y al igual que Clara, dejó de resistirse a sus ataduras y su cuerpo colgó de las barras de la celda como un cadáver. Clara empezó a deshacerse en lágrimas.



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En el texto hay: amor y misterio, accion aventura y drama, minecraft

Editado: 07.02.2023

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