El Omega Que No Quería A Su Predestinado ||yoonmin||

Capitulo 10

—Mañana será el reclutamiento para la nueva guardia real —comento el padre de YoonGi mientras terminaba de servir un plato de estofado de cordero para su esposa, había sido un largo día, inclusive para el señor Min, quien se encontraba entusiasmado por el reclutamiento de los betas y alfas que se realizaría al siguiente día.

YoonGi estaba cabizbajo mirando la comida frente a él, a pesar de que el aroma le indicaba que se trataba de una deliciosa cena, no había probado ni un bocado, su madre estaba muy preocupada por su hijo, desde su llegada del palacio, observo que estaba tan desanimado al igual que el cielo nublado en las guerras, podía sentir el aura de tristeza alrededor de su hijo, y eso solamente estaba causando que en ella todo le indicase preocupación, su animal interno estaba inquieto por saber la razón del estado actual de su hijo.

¿Qué había ocurrido para que su más querido hijo se viera ensombrecido por la tristeza?

—¿Estás bien, YoonGi? —pregunto a su hijo, el alfa levanto la mirada y sonrió levemente hacía su madre para después y muy a su pesar, dar un asentimiento con la cabeza como respuesta—. Come pequeño, necesitas energías.

Volvió a dar un asentimiento, su mirada se dirigió hacía el plato hondo lleno de aquel guiso que tanto le gustaba, tomo los palillos en sus manos y comenzó a comer, pero a pesar de que él sabe que la comida sabe excelente, sus papilas dicen otra cosa, insípido, sin sabor alguno que le llamase la atención, no se creía capaz de siquiera tragarla, su apetito tan voraz de siempre se había ido por completo, ¿era a causa de su tristeza? Ni siquiera su animal interno le pedía comer.

—Está pronosticado que asistan más de cien alfas al registro —de nuevo los comentarios del padre de YoonGi, se escucha animado, su hijo estaría de igual forma por la buena noticia, pero su corazón no siente las ganas de querer volver a latir en felicidad—, ¡es muy emocionante! —el señor Min no dejaba de sonreír mientras llevaba otro trozo de carne a su boca.

—Por supuesto que lo es, cariño —menciono la señora Min, sonriendo a duras penas, su animal interno seguía removiéndose incomodo por querer saber la razón del ánimo de su hijo—, después de todo —siguió hablando, tratando de dejar de pensar en lo que le pasaba a YoonGi por unos instantes—, serán entrenados para que puedan proteger el palacio y unirse a la guardia, serán los próximos héroes del imperio.

YoonGi prestaba atención a lo que decían sus padres, concentrado en cada una de las palabras que ambos decían y pensando en todo ello, dejo de masticar para después tragar y seguir con su concentración, esperando por más comentarios de parte de su padre alfa.

—¡Cierto! —su padre exclamo feliz—. He escuchado que a los más jóvenes les darán un entrenamiento más arduo para que puedan mejorar —su padre no dejaba de masticar aquel trozo de carne mientras hablaba—, serán los mejores soldados que el imperio pueda tener.

¿Con qué mejores? Siempre hablar de la guardia real era todo un cuento de fantasía, cuando el emperador era más pequeño, hubo una guardia, los cinco mejores alfas de todo el imperio, soldados imposibles de vencer, había sido una de las mejores guardias que se habían visto en largos años de gobierno, por supuesto aquellos alfas habían quedado en la memoria de todos como los mejores y más fuertes del imperio.

YoonGi se quedó con las palabras dichas por su padre, pasando una y otra vez como un eco dentro de su cabeza, si eso era posible, ¿sería bueno tomar el riesgo para convertirse en uno de los guardias o morir intentándolo? Meterse a esos entrenamientos se trataba de un riesgo enorme, seguramente estaría entre los alfas más jóvenes, y eso significaba entrar a esos entrenamientos más severos y arriesgados, ¿sería capaz de resistirlos?

Había escuchado que muchos alfas y betas jóvenes dejaban esos entrenamientos a mediados de año que los recibían, se suponía que eran casi cinco años de entrenamiento, dependiendo de la edad que tuviese el beta o alfa en cuestión, y habilidades, los iban separando, los más fuertes seguían entrenando mientras que los que eran un poco más débiles eran regresados, algunos a sus casas y otros simplemente a las otras tropas para completar un lapso de entrenamiento pequeño para unirse al ejército o irse a casa, eso era decisión de ellos.

Pero, ¿sería capaz de aguantar tanto? Es un alfa que no se rendía tan fácilmente y pero nunca ha conocido sus límites, puede que incluso muera en aquel intento, pero podía tomar ese riesgo. Estaba totalmente dispuesto a hacerlo.

Apretó los palillos en sus manos, los coloco de nueva cuenta sobre la mesa para después retirar el plato todavía con alimento de enfrente suyo, sus padres lo miraron atentos a las acciones de su hijo, estaban extrañados, YoonGi nunca hacía eso, él siempre termina su comida con mucho ánimo y sin poner objeciones, pero ahora parecía decidido a querer decir o hacer algo.

—¿Pasa algo, cachorro? —pregunto su madre.

—Entraré —esa fue la palabra que escapo por los labios de YoonGi, dejando todavía más desconcertados a sus padres.

—¿A dónde? —pregunto su padre frunciendo el ceño levemente ante su curiosidad por saber a lo que se estaba refiriendo su hijo.

—A las tropas —la señora Min sintió que el color se iba de su rostro en cuento escucho eso—, quiero unirme a ese entrenamiento.

Su madre soltó los palillos, sus manos estaban temblorosas, mientras que el señor Min no podía siquiera creer en las palabras de su hijo, YoonGi había logrado que ambos quedasen con la boca abierta de la sorpresa.




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