El ópalo de fuego.

CAPÍTULO 19.

El rostro de miedo de Gab es iluminado por los relámpagos, solo bastaron cinco segundos cuando el primer retenido apareció, Gab aún siquiera se había puesto de pie, ni siquiera sé en qué momento empezaron los gritos.

Luke, creo que es Luke, se convierte en lobo y empieza a luchar contra los retenidos, los miembros de la manada lo imitan.

—¡Helia! — grita Booz y me arroja la lanza plateada que llevaba a su espalda, es bastante pesada, ni siquiera logro alcanzarla —. Toma, tienes que girarla, me advierte.

Tomo la lanza del piso, Gab se sitúa a mi lado y dispara a los retenidos, son muchos, intento girar la lanza, ¿Qué se supone que deba hacer? Le doy vueltas y  de ambas puntas emerge una enorme navaja puntiaguda, un retenido me ataca e instintivamente clavo la lanza en uno de sus ojos.

El color carmesí desprende un desagradable  olor y los rayos que poco a poco se disminuyen hacen que la sangre brille sobre la afilada navaja.

Relámpagos caen y permiten que observe como un retenido devora a un lobo, es de la manada roja pero no es Math, él aún no se convierte en lobo, veo a su hermana al lado de Booz y entonces recuerdo al más joven de sus acompañantes debía tener unos quince años, la rabia crece en mi interior y me arrojo hacia el retenido clavándole la lanza en el pecho.

Lo relámpagos cesan y la noche se vuelve aún más oscura, gotas de lluvia empiezan a caer y junto a ella incrementan los ruidos de los truenos. Si no fuera por quejidos de dolor y la respiración entre cortada de muchos solo los ruidos de la tormenta que se avecina invadieran el lugar.

—¡Gab — grito pero no logro verlo y tampoco escucho ningún otro ruido que no sea el de la lluvia y los truenos, mantengo firmemente la lanza sobre mis manos. — Gab — repito, la luz de un relámpago me permite divisarlo, se encuentra de rodillas intentando ponerse de pie mientras se defiende del ataque de un retenido, grito, en cuestión de segundos la luz del relámpago desaparece y un sonido más estruendoso que el de los trueno invade mis oídos.

Un disparo final y se hace el silencio, un cuerpo pesado hace sonido al caer sobre la tierra seguido del grito de Booz dando una orden.

—¡ De prisa!, ¡corran todos hacia la valla del bosque!, ¡vienen más!

Siento la presencia de Gab a mi lado, el tacto de su mano sobre mi brazo me tranquiliza.

—Vamos, Helia— dice  y me arrastra consigo.

Corro tan rápido como puedo, intentando no separarme de Gab, lobos y guardianes corren delante de nosotros, detrás nos persiguen retenidos. A medida que avanzamos vamos dejando atrás la oscuridad y la noche empieza a tornarse clara otra vez.

—¡De prisa! — grita Booz y una vez llega al límite del bosque oscuro salta la valla sin titubear, los demás lo imitan, Gab se detiene y con la respiración  entre cortada me toma la mano y hacemos lo mismo.




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