El ópalo de fuego.

CAPÍTULO 24

El aire entrando a mis pulmones escuece, tras una gran bocanada de oxígeno recupero el control de mi cuerpo, mis brazos tiemblan y mis piernas son lentas, en la orilla Shey inconsciente se encuentra desnuda en su forma humana, Nereida intenta hacerla entrar en razón.

Nado en dirección a los chicos intentando borrar la escena pasada de mi cabeza, no me permitiré pensar en ello. Llego y veo a Gab semi despierto.

—Aquí estoy— le digo y Gab abre los ojos, empiezo a desenredar las algas que rodean su cuerpo, la mirada de Gab se encuentra vacía, como si no supiera lo que está pasando, segundos después su mirada vuelve a ser la de siempre y con su ayuda liberamos a los demás que poco a poco van despertando.

Nadamos hacia la orilla, al salir Gab se apoya sobre la húmeda tierra y toma aire, me acerco a él y lo abrazo.

—Que ternura ¿acabaron ya? — habla Shey, ya se encuentra de pie frente a nosotros, Gabriel baja la mirada tan pronto se encuentra con el cuerpo desnudo de la chica lobo, esta sonríe.

—Deberías vestirte— le dice Dake a su espalda, la sonrisa de superioridad de la chica cambia instantáneamente a una más cálida, se arroja a los brazos de su hermano, después de todo no parece ser una persona del todo fría.

—Tenemos que salvar a las mujeres, se las han llevado— dice Booz una vez se reincorpora —¿Sabes algo? ¿Cómo es que estás bien? — me interroga, mientras me mira confundido.

Entonces me siento tonta y culpable, solo me he preocupado por Gab y los chicos, he hecho a un lado a las chicas, últimamente he hecho cosas horribles y ahora mismo no sé qué responder a Booz.

—Están a salvo, nos han raptado y nos han dado una posición que nos haría dormir, no sé qué pretendían, por suerte he logrado rescatarlas a todas, solo les tardará unos días despertar— habló Shey dejándonos sorprendidos a todos, me lanzó una mirada de superioridad y empezó a caminar. — ¿No vienen? — preguntó sin voltear a vernos, ¿Por qué nos ayudaba?

Todos nos quedamos perplejos en el lugar.

—¿Es seguro? — me preguntó Booz, asentí.

—Sí, al menos eso creo— contesto dudosa.

Lo cierto es que no creo que exista en el mundo algo totalmente seguro, pero Shey a pesar de su carácter no parece ser una mala persona, además nos ha ayudado, y aunque quizá quiera algo a cambio, al menos por el momento se puede decir que estamos del mismo lado.

Caminamos por un sendero y a medida que avanzamos el color plata de los árboles se torna cada vez más oscuro, los chicos pertenecientes a la manada de Shey, los mismos a los que hemos sacado del lago, por órdenes de su alfa se trasforman y se adelantan, los demás caminamos en silencio, veo como Gab observa todo, verlo a salvo me hace sentir tranquila pero no puedo evitar que por un momento el sentimiento de culpa me invada.

Como si pudiese leerme el pensamiento Nereida se acerca.

—No es tu culpa, no puedes estar en dos lados a la vez— dice y me hago la desentendida —Sabes— añade mientras camina — las cosas que se hacen por el deber no siempre son más fáciles, incluso muchas veces se toman decisiones incorrectas, al menos a veces se siente de esa forma, como si fuera el peor error de tu vida.

—¿Cómo lo sabes? — le pregunto, ¿tendría algo que ver con aquella visión?

Nereida camina con la mirada perdida y hace caso omiso a mi pregunta apresurando el paso, se muestra incomoda y sé que en el cualquier momento se adelantara para evitar mis preguntas, aunque quizá quede como una completa tonta me acerco un poco más a ella tomándola suavemente del brazo, su piel es suave y cálida, Nereida me mira sorprendida.

—He visto algo— Le digo a modo de secreto — Ya sabes, una de esas visiones, Nereida abre sus expresivos ojos grises, tomándola totalmente por sorpresa.

Ahora es ella quien me toma del brazo.

—¿Qué es lo que has visto? — habla en tono bajo y clava sus ojos en los míos esperando la respuesta.

Le cuento todo a lo que Nereida solo refleja sorpresa, noto como con cada una de mis palabras a la ninfa se le empieza a notar cada más su nerviosismo, lo que confirma en cierto punto mis sospechas.

—¡Qué loco! — Nereida habla y luego ríe con cierto grado de nerviosismo.

—¿Sabes algo? — le pregunto esperanzada.

—No, no, no— dice rápidamente.

—Nereida… quizá puedas ayudarnos, sabes lo importante que es todo.

La ninfa ríe como loca.

—Déjame pintarte el cabello de gris— dice y quedó desubicada, veo como la ninfa se aleja y me deja sola el resto del camino.

Poco tiempo después llegamos a una especie de campamento, protegido por enormes muros de piedra, el lugar posee el peculiar color de la plata, nos reciben niños que corren alrededor de Shey, la chica se muestra cariñosa con ellos, es su manada, había supuesto que sería un alfa cruel, pero tal como suele pasar las apariencias engañan, noto como se agacha y le susurra algo al oído a una de las niñas, la pequeña sonríe y asiente, le hace señal a los demás y todos se marchan.




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