El pacto del capitán

La isla azul

Habían acechado a más de la mitad de viajeros que se encontraban en la Isla azul, habrían matado a algunos si no fuera porque ya sin vida los objetos válidos que cargaban consigo se quedarían petrificados en sus cuerpos vacíos.
No tendría caso quitarles la vida si no tomarían los bienes que cargaban. O al menos eso decía el capitán cada que se percataba de algún tripulante con ansias de sangre roja.
Era un tanto extraño el hecho de que ellos no pudieran arrebatar la vida cuando otros piratas de menor debilidad realizarán matanzas atroces de un solo encuentro.
"La diferencia es que ellos están debajo y nosotros no"Recalcaba el capitán de vez en cuando.
Realmente era así y el se aseguraría de que fuese de esa manera hasta que su último vistazo al mar se cerrara.

A lo lejos del barco se escuchaban unas voces que de tanto gritar se oían rasgadas y rotas.

-¡Dejanos libres, por favor, te lo ruego!- Gritó un hombre que parecía más un simple niño que un adulto, ya que tenía facciones que no eran merecedoras de alguien como él-¡Te daremos a las mejores mujeres si eso es lo que desean!.

El capitán que antes observaba las viejas casonas que parecían que en cualquier momento se caerían por poner un dedo encima, volteó a mirar al hombre. Tenía el cabello largo hasta los hombros, la parte de los lados estaba rapada y tenía la ropa mugrienta como si no se hubiera dado un baño en su vida.

-¿Yo para qué querría a una mujer?- Dijo el capitán mostrando su rostro burlón.

¿En verdad creía aquel hombre debilucho que el capitán deseaba alguna mujer? El hombre había estado solo por demasiado tiempo, a sus 27 años nunca fue visto con alguien más que no fuera de su tripulación. Habían llegado a creer que se quedaría solo hasta que su cabello rubio se llenara de canas blancas y sus brazos fuertes y tonificados se volvieran débiles y arrugados.

-Si no quiere mujeres entonces le daré hombres que se unan a usted.- Habló el hombre apenas en un susurro- Lo protegerán y le guardarán respeto hasta que ellos mueran.

-No.-

-Pero será beneficioso, he oido que a perdido a hombres en las tormentas pasadas.-Insistió el hombre.

-No quiero que tú me des a alguien que más tarde me traicionará porque fue arrebatado de su hogar, solo porque alguien como tú quiso hacerce el valiente matando a uno de mis hombres.- Dijo el capitán a unos metros de él. Y con una sonrisa ladeada volvió a hablarle a Howell, uno de los marineros más cercanos a él.- Muéstrame el lugar.

- ¿Hacía dónde quiere ir primero? ¿A las orillas o al fondo del pueblesillo?-

-Vamos Howell, haces esto cada que llegamos a un lugar.- Hablo el capitán girando los ojos.

-No se a que se refiere señor.- Dijo el marinero con indiferencia.

-¡Óyeme¡ ¡Porque le hablas así a mi capitán!- Exclamó William, otro marino acompañante del capitán acercándose con una daga en la mano izquierda.

-¡Pero si yo no estoy haciendo nada! El me dejó solo por venir a humillar a este matador, no es un buen jefe, no lo es.- Howell hizo un gesto de tristeza y miró al marino.

-No es así, idiota.-

-¿Ah?- El hombre parecía confundido ante tal comentario.

-Vino a verme a mi.- Respondió William con una sonrisa altanera en el rostro.

-No es así, él vino por el cabrón que tienes atado.- Habló el otro enfurruñado.

-El no perdería el tiempo con eso, vino por mí.- Volvió a insistir.

-¡Que no!-

-¡Así es!-

 -¡Ay! ¿Podría callarlos o yo lo hago?- Preguntó una mujer que había estado en silencio desde que llegó el capitán.

Ignorando a la mujer nuevamente volvió a hablar.

-Ustedes dos quédense aquí, yo iré con alguien más, inútiles.-

Se marchó hacía la orilla del mar en dónde se encontraban los demás.

-Thomas, dame guía del lugar.-

-¿Volvieron a pelear esos dos?-

-Parecen niñatos, infantiles e inmaduros.- Respondió con molestia.

-Bueno mi capitán, han estado con usted toda su vida, lo ven como uno más de la familia que no pudieron tener.-

Era cierto, los cuatro habían estado juntos desde pequeños. Se conocieron cuando apenas tenían 4 años, sus padres eran navegantes del mismo barco, y por ende, tenían que ir a unos cuantos viajes cada que a sus padres se les ordenaba enseñarles diversas cosas que debían aprender.
Con el tiempo dejaron de ser días los que se iban, estos se convirtieron en meses, y así mismo en años.
Gracias a la hermandad de sus padres, lograron quedarse unidos. Los niños que antes creían que nunca llegarían más lejos del norte, ahora peleaban con bestias marinas, bebían cerveza y robaban de vez en cuando.
Físicamente habían cambiado bastante, tan solo con mirar a Howell, que era uno de los más bajos del cuarteto, ahora era el más alto, su estatura era muy notable. El capitán creía que llegaba a los 2 metros. Fuera de eso, era un pelirrojo con un rostro de adonis griego que podía enamorar a cualquier persona que se le acercase a admirar o tan solo a curiosear.
Por otro lado William era un moreno de ojos claros, no tan alto como Howell pero si 7cm menos, quizás. Tenía rizos bien definidos y una mandíbula marcada que podría mostrar para asombrar a demasiadas personas.
Thomas solía ser el más cordial de los 4, y no es que el capitán no lo fuese, en realidad si lo era pero cuando bebía y se ponía a la par de los otros dos se volvía un desastre.
Él era el más bajo de los demás, media 1.90 y tenía una fuerza brutal a comparación de los demás. Castaño, con piel tan blanca como la nieve (o al menos eso mencionaba William cada que había nevada) y sonrisa resplandeciente que hacía suspirar a las personas de las islas, pueblos o montañas.

-Vamos- Habló nuevamente Thomas.

-¿Hay más personas en la Isla?-

-Bueno, en realidad no muchas, está Isla es una de las más pequeñas, debería saberlo.-



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En el texto hay: magia, fantasía drama, piratas y sirenas

Editado: 11.08.2021

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