CAPÍTULO DOS - WILLIAM BARRIE
"Eso nunca fue un adiós, sino un hasta pronto"
Ese día en que me dijiste “Aquí en esta zona somos de bajo recurso, sólo vivimos del día a día. Aquí es difícil conseguir” pensé que decías la verdad, que yo simplemente podía decirte quien era yo y largarme como si no hubiera pasado nada. Que equivocado estaba. Esa conexión que tuve al volver a verte hizo algo en claro que fácil no me iba a deshacer de ti.
¿Cómo puedo decirle que ya te conocía? ¿Cómo? Tal vez me preguntará “¿De dónde?” o “¿Por qué no me dijiste?”.
—Un gusto conocerte, William —dijiste, no sé cómo me diste en ese preciso momento la idea de ocultarlo. Una salida sin reclamos… sin nada.
—Igualmente. —miro a Sandra, necesito salir de aquí lo más pronto posible, —Debo irme, los chicos me esperan en la cancha.
—Oh, ¿Mario y Luigi? Quisiera saludarlos
—¿Quién? —preguntó Sandra, confusa.
—Ah, me están llamando, debo irme. Nos vemos, San
Caminé lo más rápido posible, necesitaba respirar con normalidad. No podía ser cierto, no, no, no.
—Oye, ¿estás bien, bro? —reaccioné, ya me encontraba en medio de la cancha. Me estaba hablando Alexander preocupado.
—Si, si
—Me asustas, ten más cuidado. Yo no soy Levi que te protegía en cualquier circunstancias, si caes, caes solo..
—Lo entendí perfectamente
—¡Chicos, a entrenar! —grito el profesor.
¿Era una broma? ¿Por qué dije tremenda excusa? Yo ya había entrenado, ni siquiera me tocaba hacerlo a esta hora. Alexander recoge sus cosas y camina detrás de mi hacia la puerta de salida.
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—¿No me dijiste que no vendrías? —ríe Sandra a mi costado
—Mis planes de noche se movieron a otro día, además, Sandra insistía mucho en venir
—¿Así que lo hiciste por mí, Caramelito?
—Claro, cariño —su amiga Lorena no paraba de mirarla con aprecio, como un trofeo hecho humano, —Bueno debo irme —dije levantándome.
—¡Hey, Will aquí! —dijo Alexander, ¿Y esa cara? Bebe un trago
—Tenemos un problema.
—¿Cuál? He dejado embarazada a alguien y tu también, descuida yo me cuido
—¡No! ¡Eso no! —suspiro, —¿Recuerdas a la chica del parque de San Diego? ¿A la chica de la apuesta cuando éramos más pequeños? Está aquí.
—¿Cómo? ¿No que era pobre?
—No, al parecer no. No tenía que decirle mi nombre ese día.
—Bueno lo único que tienes es afrontarlo
—Ok, lo hago. Pero tenemos otro problema, el día que los mencione, les dije que se llamaba ¿n Mario y Luigi como el videojuego.
—Ok, le decimos que ya se fueron. ¿Quién era yo, por cierto?
—Mario.
—¡Yo prefiero Luigi! —suspira, —Bueno lo que haremos es que no nos acordamos de esa chica ¿bien?
—Bien.
—¿De qué hablan? —dice Renata detrás
—De Futbol Americano. Hola.
—Hola, William. No sé si me recuerdas, pero… soy la chica que conociste en San Diego.
—Si, si me acuerdo
Idiota. Tremendo idiota.
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Editado: 23.04.2023