18. WILLIAM BARRIE

DIECIOCHO - WILLIAM BARRIE

"Renata cambió"

Era viernes cuando llegó Renata con bolsas en la mano, me acerqué a ella, dejando la laptop al costado. Cuando la observé estaba cambiada, llevaba una pequeña panza que me hacía feliz pero lo que me trajo la sensación de extrañez fue su mirada, ya no era lo mismo.

—William, mi empresa se ha vuelto una novedad... tanto que va a empezar a vender a otros países —dijo ella, —Todo está saliendo bien, como lo soñamos

Oh no Renata, yo nunca quise felicidad.

Tocaron la puerta, ella se alejó de mi y la abrió, eran los vecinos.

—Hola Renata, ha sido un placer tenerla en este vecindario. Estamos muy contentos.

—Gracias, mi esposo se encuentra trajando pero aquí estoy, siempre apoyándolo.

—Que linda eres, es el deber de ser una esposa. Siempre detrás del marido, siempre apoyando al esposo. Y eso te convierte en la mejor esposa.

Rodé los ojos, si esas personas supieran que quedó embarazada por su padre... o que se casó no siendo virgen... no le dirían tales palabras.

—Muchas gracias —dijo Renata, —Ah cierto, ¿no tiene otra ropa mejor adecuada para venir? No es critica y menos quiero herir sus sentimientos, pero, esa ropa es horrible. Debería pensar en vestirse mejor cuando me toque la puerta. ¡Adiós!

—Gracias por el dato, vecina. ¡Me vestiré mejor! ¡Adiós!

Renata dejó los regalos al suelo, —En la madrugada botaré eso, no vale nada. Y a nuestro hijo no le daremos cosas sencillas.

—Renata...

—Es nuestro hijo, William. Siempre lo mejor para esta familia. —dijo ella, acercándose para darme un beso en la mejilla, —Vamos a bailar.

Me arrastra hacia la sala, en donde se escucha Say You, Say Me de Lionel Richie. Quedamos bailando al compás del sonido. Ella hablaba de cosas triviales y yo contestaba a sus preguntas, reía, me besaba. Era aquello llamado perfección. Nosotros somos aquellos a quien el mundo le gustaría tener.

Tenemos mentiras...

Tenemos miedos...

Tenemos ese algo que nos controla...

Estamos mal.

Estamos bien.

Somos tal para cual y nadie va cambiarlo.

Absolutamente nadie.