El pasado que no es pasado

Primer capitulo "Desorientada"

Ella estaba feliz, como hacía mucho no lo estaba. Melina era joven, tan solo 17 años, tenía sus amigas y amigos, compañeras de grupo y un chico el cual sus sentimientos otra vez estaban floreciendo, esos sentimientos que alguien, hacía un tiempo atrás había destrozado y sin importarle absolutamente nada se había marchado dejando mucho dolor en su vida, pero ya había logrado superarlo, estaba feliz nuevamente.

Ese chico Emiliano, la traía de cabezas, se sentía una adolescente con él y eso le hacía feliz. Pasaban horas mensajeándose hasta la madrugada, a pesar de que ambos al otro día estudiaban a las 07:00 am, ella en un colegio y él en otro, pero aun así estaban muy cerca uno del otro, desenado ambos que llegara la hora de la salida para llegar cada uno a su casa y volver a los mensajes rutinarios, esos mensajes que cada día a ella la enamoraban más y le hacían sentir más ansias de conocerlo personalmente. Ah sí, olvide decirlo, aun no se habían visto frente a frente, su amor era a través de una pantalla, mediante mensajes o el chat.

13 de junio, Melina se levantó como todos los días a las 6 am, pues era un día de colegio, desayunó, se arregló y se fue a la espera del colectivo para llegar al colegio en hora, como solía hacerlo; es una chica responsable, no le gusta llegar tarde a ningún lado, menos a estudiar. Al llegar al cole, se encuentra con sus amigas y compañeras de siempre, se sientan a charlar mientras esperan la hora de entrada al salón. Estando ya en el salón, recibe un mensaje –“Tengo ganas de verte ¿puedo pasar esta tarde por tu casa?” su cara se tornó triste, si puede llamársele así, o mas bien, fue una cara de asombro, un mensaje inesperado y de una persona inesperada, - ¿Qué quería ahora? ¿Qué busca? No entiendo para que me busca ahora- pensó mientras se perdía de una clase muy interesante de literatura, miraba el celular, no sabia que hacer, no sabía cómo reaccionar ¿debía contestar?

Pasó la hora, llegó el momento de la salida, Melina seguía pensando, tenia rondando ese mensaje en su cabeza, no sabia que hacer, no sabía que debía decirle, ni si se merecía que le dijera algo. Ese mensaje era de una persona a la cual ella estaba decidida a olvidar y había sacado de su vida por completo, era ese chico que le había roto su corazón, que había destrozado todos sus sentimientos y sin pensarlo se había ido sin importarle nada más que su propio bien. Era Tomás y si, él era quien la había lastimado tanto y hoy, después de tanto tiempo volvía a sonar en su celular un mensaje de él, ella no quería verlo, no quería volver a caer como lo había hecho muchas veces antes, sabía lo que pasaría, se iría, la lastimaría nuevamente como solía hacerlo siempre. Una de sus amigas notó su cara de preocupación, no se animaba a preguntar, pues esperaba que Melina se lo contara por voluntad propia, se despidieron de sus otras amigas y se dirigían a esperar el colectivo para volver a casa, Sole, su amiga no aguantó y le preguntó - ¿Qué pasa? Te noto preocupada desde la clase de física, estuviste muy desatenta, ¡cuéntame! – en eso, Melina la miró, no sabía que responderle, sacó su celular de la mochila, buscó en sus mensajes y sin decir nada le entregó el celular a Sole, quien solo la miró sin entender nada y se dispuso a leer lo que allí decía, no podía creer, otra vez él molestando – pensó para ella pero sin decir nada la miró y ahí estaba Melina triste, con una lagrima que logró escapar después de toda una mañana si poder liberar eso que sentía y no sabía que era. Su amiga y gran compañera la abrazó y siguieron caminando calladas ambas, sin decir una sola palabra. Llegó el colectivo, subieron y se sentaron.

Melina mirando por la ventanilla, de repente:

- ¿Qué hago? Decime, no sé qué hacer, no sé qué quiere, Tomás no me quiere, solo me hace daño, ¿Por qué me busca ahora? – dijo.

Sole: -Sabes lo que tenes que hacer, no responder, ya te hizo mucho daño, déjalo, se olvidará y no volverá a escribir más.

Melina: -Yo estoy bien con Emiliano, justo ahora aparece, es verdad eso que dicen “cuando te ven bien vuelven a buscarte”, no puedo, lo odio ¡Lo odio!

En eso, Sole le avisa a Melina que debía bajar, había llegado a su casa, a lo que Melina se despide y se va. Al llegar se tira en la cama, después de mas de dos horas pensando, mira la hora y se le había pasado totalmente que había quedado de chatear con Emiliano a penas llegara de clases, se conecta y tenia un mensaje de él:

“Espero que te encuentres bien, estuve esperando por ti, pero entiendo que tienes otros compromisos. Te mando un beso, te quiero y quiero que sepas que pasan los días y más aumentan mis ganas de verte, de conocerte, agarrarte la mano y no soltarte nunca más.”

Mientras lo leía unas lágrimas se le escaparon, no había dudas, ese chico era lo mejor que le estaba pasando y no quería que nadie arruinara eso, ni mucho menos Tomás. En eso recordó el mensaje que había recibido en la mañana, fue en busca del celular, pensó por un momento y se dispuso a escribir: - “Hola Tomás. Escribía solo para pedirte que por fin dejes de escribirme, dejes de buscarme cuando crees que tienes derecho o cuando ya nadie te rodea, así lo siento, me buscas cuando estas solo, cuando te aburres y luego ya te olvidas de mí, hace un tiempo ya no te pienso, ya no te extraño. Sabes muy bien por tus amigos que estoy muy bien con Emiliano y es algo que quiero conservar. Saludos”. Envió el mensaje y se sintió aliviada, libre.




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