El peligro del amor

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Vivir en un país diferente al tuyo, es difícil. Las costumbres y la monotonía a la cual nos hemos acostumbrado, quizá sea tan complicado como dejar un vicio atrás. No digo que este mal nuestras raíces, al contrario, sólo que al estar en un lugar distinto no solo debes adaptarte, sino evolucionar con cada cosa que te hace único. Una nacionalidad no importa, ninguna es mejor que otra solo por estar en cierta posición geográfica, lo que realmente si interesa es la diversidad complementándose con otra. Nada más hermoso de ver que dos culturas interectuando a su manera fraternal y gentil. 

 

Pero sin embargo, el estigma es un gran peso con el que cargar. Todos los días, el miedo nos persigue mientras tratamos de evitar el rechazo. He intentando muchas veces cambiar esa percepción negativa que se tiene de los extranjeros, pero es difícil cuando te encuentras con una mente que sólo pone cerraduras. En mis trabajos, me he encontrado sola a pesar de estar rodeada de gente, quizá tal vez es una desventaja, a pesar de que en mi país natal no me gustaba mucho socializar, pero ahora irónicamente lo extrañaba. No lo considero completamente como algo malo, simplemente es una experiencia interesante para aprender a tener más a autonomía. 

 

En este momento, a pesar de lo que pienso es una convicción realmente fuerte, no puedo evitar dejarme embargar por mis sentimientos. Nunca antes había sentido aquella sensación de desconexión con la realidad como en este instante en el cual me siento a divagar. Quizá tal vez antes no había afrontado completamente la realidad, a pesar de todos los momentos difíciles que pasan rápidamente por mi mente, ahora que me he quedado sin empleo lo único que recorre tan rápido como el miedo en mi mente, es la de dejar todo y regresar. 

 

Quizá como toda fantasía utópica, llega a su final. Tal vez no es rendirse, sólo es aceptar razonablemente la mejor opción. Inclusive a pesar del cariño que parece imposible de agarrarle a Londres, con su frialdad, debo ser consciente que la desición que tome afectará mi futuro de alguna manera. 

 

Al llegar a casa, me encuentro con mi espacio personal. Aquel por el cual he vivido durante seis meses, cuyos colores impregnados en la pared han empezado a desteñirse. Pero no me importa, porque ciertamente nunca le he tomado el cariño necesario, a pesar de ser mío siempre lo he sentido ajeno, como si estuviera de visita solamente. Claramente lo estaba. 

 

Procedo a bañarme y a quitarme la ropa de aquel restaurante famoso de comida rápida, al cual no volveré más. No puedo evitar sonreír, a pesar de nunca decirlo en voz alta deseaba no tener que volver más, y a pesar de las consecuencias que ahora me generaba, irradiaba en mi una sensación de felicidad. 

 

Después de salir de la ducha, sin terminar de arreglarme por completo me acuesto en la cama a pensar. Ahora me encuentro en vacaciones de la universidad, prácticamente habían empezado hace una semana y el dinero que tenia solamente duraría otras dos semanas más, tal vez tres pasando hambre de vez en cuando. Pero dentro de tres semanas llegaría el fin de mes, lo cual significaba pagar alquiler nuevamente y aunque no era excesivamente costoso; no tendría la forma de hacerlo. Sabía que si hablaba con mi madre, ella le pediría a papá dinero para un boleto de regreso, pero al llegar el reproche y la decepción en sus ojos sería algo difícil de aguantar. Me había ido prácticamente a lo loco a estudiar en otro país, con un idioma diferente y con una cultura diferente. Lo único que tenía era una beca del cincuenta por ciento de descuento sobre la matricula, el resto tenía que costearmelo por mi cuenta. Y aunque ciertamente los costos de la universidad quedaban muy baratos, la manutención en esta ciudad era excesivamente cara; especialmente con el alquiler.

 

Mis padres no me enviaban dinero porque me habían prohibido irme, ya que ellos no lo podían costear entonces les parecía algo imposible. Sin embargo había decido arriesgarme y desde el día en que lo hice eso implicaba conseguir la comida y lo que necesitara por mi cuenta. Mi padre sencillamente odio la idea, dijo que nunca llamara a pedirle dinero a menos que sea para un boleto de regreso. Tal fue su molestia, que también me había dicho que si podía no lo llamase para nada tampoco. Mi madre no podía hacer nada, porque con su pensión a duras penas le alcanzaba para sobrevivir exactamente el mes. Pero por lo menos ella si me dejaba llamarla, inclusive ella era la que lo hacía muchas veces por su cuenta preocupada esperando que todo estuviera bien. 

 

Ahora no sabia que hacer exactamente, podía intentar conseguir otro empleo, pero el visado que tenia no me dejaba trabajar demasiadas horas, lo cual a muchas empresas no les gustaba. O podía simplemente devolverme a mi país y dejar los estudios sin terminar aquí, a pesar de que ya había cursado un semestre ya. Me pare rápidamente y prendí mi viejo pero útil portátil, encontrándome cara a cara con el buscador. No sabía que teclear primero si la palabra: vuelos o empleo. Sentía mis dedos demasiado ansiosos por lo que tuve que calmarme y lo primero que busqué fue, empleo. 

 

La lista surgió ante mí, empecé a detallarla y ninguna parecía que podía encajar con el perfil. A lo último solo encontré dos opciones a las cuales si podría postularme, la primera era un trabajo de medio tiempo como aseadora de una compañía de Marketing y Finanzas de la cual nunca antes había escuchado, pero que al buscarla en Google parecía ser una de las más importantes de la ciudad. La segunda, era un trabajo a tiempo completo como niñera. En el primero, me pagaban la mitad de lo que era mi sueldo actual; lo cual solo me alcanzaba para pagar el arriendo y nada más. En el segundo, me pagaban cien libras más de lo que estaba acostumbrada a ganar. Habían dos problemas con el segundo empleo, primero era cuidar un niño a tiempo completo y no sabía si el horario cambiaría cuando entrara a estudiar y si se me permitírian a mi estudiar. Podía tomarlo pero cuando entrara nuevamente a la universidad me tocaría dejarlo y empezar nuevamente con la angustia de no saber si podría continuar sin comer mientras estudiaba. El segundo problema era que no me agradaban mucho los niños, no los odiaba pero pensaba simplemente pensaba que estaba mejor lejos de ellos. El primer empleo no me molestaba, no lo sentía como un trabajo sucio (a pesar de que digamos, literalmente lo era) porque consideraba la mayoría de trabajos dignos, pero la paga al ser de medio tiempo y cumplir con los requerimientos de la visa, no me alcanzaría para costear mis necesidades básicas. Ese tipo de trabajo era más para alguien que ya tiene un empleo estable y necesita más ingresos, o para una persona que estudia y sus padres le ayudan costeando alguna parte de sus gastos. No sabía que hacer, por lo que esperando a que el tiempo me ayudara de alguna forma; me postule a los dos sin esperar nada realmente. 



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En el texto hay: sentimientos, romance, drama

Editado: 23.03.2020

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