Ser un pelo ha sido lo más duro de mis vidas.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero ha transcurrido lo suficiente como para que sienta algo más. Los ojos que había perdido se convirtieron en nuevos oídos.
Podía sentir todo lo que sentía Ary, nuevos sentimientos que jamás experimenté en mis otras reencarnaciones. Pero esto no supuso una mejoría a mi situación.
Cada dos veces que dormía, siempre despertaba con nuevos gritos y el sonido metálico de aquellos sables. Siempre sentía como me arrebataban algo de mí, y no sabía qué era.
Todos los días humanos eran parecidos. Madre y a veces padre, despertaban a Ary.
Luego la alimentaban, ella dormía o a veces iba de paseo.
Judith siempre era muy amable con este individuo. Yo sentía una gran preocupación en su voz, pero al no poder ver, no podía opinar nada. En cambio su padre varias veces la evitaba, quizá por trabajo. Yo notaba su voz con un tono de odio, nunca entiendo el por qué.
Este hombre es todo un misterio, a pesar del tiempo, nunca he conocido su nombre. A veces tengo el presentimiento que quiere que Ary nunca lo sepa.
Pero lo peor de esta eterna rutina, ha sido...
El día que por fin pude recuperar la vista.
Editado: 16.11.2019