Algo en mi cerebro pareció hacer “click” cuando el recuerdo de su nombre inundó mi cabeza.
¡Peter era el lobo que Erick quería asesinar!
Mi cuerpo se tensó y pequeños estamos producidos por el miedo se hicieron presentes.
Él no es bueno...
Peter se quiso acerca más, pero el pequeño cuervo lo obligó a retroceder.
-Vete... -mi voz apenas salió en un murmullo, pero él por su excelente oído puedo comprender lo que dije.
-¿Qué? ¿Por qué? -él parecía realmente confundido.
Alex no está seguro en este lugar. Debemos irnos de inmediato.
Dando pequeños pasos hacia atrás me dirijo a la cocina sin perder de vista al chico que está en mi puerta.
Una vez llego al umbral de la puerta apresuro mis pasos hacia donde está Alex.
-¡Vámonos! -él me miraba sin comprender, pero aun así extendió sus manos y lo aferre a mi cuerpo.
El pequeño cuervo aun seguía en mi hombro, parecía estar alerta.
Salí por la puerta trasera de la casa y me dirigí hacia la carretera.
Regla No. 1: si eres perseguida por un lobo, o un hombre lobo, nunca vayas al bosque, de seguro es más fácil que te atrape ahí.
Regla No. 2: el lobo siempre te va a alcanzar si eres humano.
Mi cabeza no paraba de idear maneras de salir de esta situación.
Iba corriendo en medio de la calle cuando un auto apareció a gran velocidad, no le iba a dar tiempo de frenar.
Lo único que se me ocurrió hacer fue dar mi espalda al auto y cubrir lo más que pude a mi hijo.
¡Genial! No me fui al bosque, pero sí a una carretera donde moriré atropellada junto a mi hijo.
Mientras esperaba el golpe mantenía mis ojos cerrados con fuerza.
Dios, si me sacas de esta prometo ser una buena persona. -es lo único que pude pensar.
Luego de un par de segundo que me parecieron eternos, abrí poco a poco mis ojos.
Una pequeña cúpula de color lila.
Cuando vi que el auto había impactado contra la pared de ésta y ya no representaba mayor peligro un suspiro de alivio brotó de mis labios. La cúpula se empezó a desintegrar poco a poco, como dándome la oportunidad de acostumbrarme a la idea de que ya no tenía esa protección.
Un enorme y, para qué negarlo, hermoso lobo gris apareció frente a nosotros.
-¡Perrito! -gritó feliz Alex.
A él siempre le han gustado los perros.
Él parecía no haber registrado todo lo que había pasado y eso, hasta cierto punto, me tranquilizaba.
El lobo se acercó a paso medido, pero aun así, de manera firme.
-Vete, por favor. -mi voz salió algo agitada, me sentía un poco agotada. -¡Aléjate! -al ver que no me obedecía, instintivamente levanté una mano y una onda del mismo color de la cúpula salió de ella haciendo que el lobo saliera disparado lejos de nosotros.
¿Qué es lo que acaba de pasar?
Mi cuerpo no deja de temblar, tengo mucho miedo, pero debo proteger a Alex a toda costa.