El Pequeño De La Luna

Quiero irme.

El chico frente a mí me veía con respeto y algo de burla.

Yo veía de manera tranquila la habitación en la que nos encontrábamos.

-¿Podemos volver? -mi voz salió tranquila y neutra.

-Claro, mi señora.

Con un chasquido de sus dedos volvimos a aparecer en la habitación en la que aquella señora, la cual aun seguía parada con gesto preocupado, apareció.

-¡Joven Mark, no vuelva a hacer eso! -ella se acercó a nosotros y empezó a inspeccionarnos- Nuestra señora debe descansar.

Con paso suave y medido me dirigí hacia la puerta.

-¿Hacia dónde va, mi señora? -la voz de Mark me detuvo justo antes de salir de esa habitación.

-A mi casa, ¿dónde más? -respondí sin darle mucha importancia.

-Esta es su casa, mi señora. Este es el lugar que sus padres dejaron para usted y su futura familia, aunque creo que ya tiene a... -miró a Alex con asco- a un hijo.

-Mark, ¿no es así? -él asintió rápidamente- Tu deber es obedecerme en todo lo que yo diga o necesite, ¿me equivoco?

-No, mi señora, ese es mi deber. -respondió confundido de porqué hacía esa pregunta, pero sin dudar de la respuesta.

-Ven y cuida a mi hijo. -él se acercó y lo tomó en brazos.

Me acerqué a la señora, me paré frente a ella.

»-Dice usted que esta -señalé a nuestro alrededor- es mi casa, así que la quiero fuera de aquí en menos de media hora. -mi mirada estaba fija en sus ojos, los cuales reflejaban temor e ira- No la quiero cerca de acá nunca más. -me acerqué un poco más- Y escúcheme bien, señora, a mi hijo nadie, absolutamente nadie lo va a ver de menos. No mientras yo esté con vida. Ahora ¡largo!

Ella se fue casi corriendo de la habitación, me dirigí hacia Mark y tomé a Alex en mis brazos.

»-Quiero que te asegures que ella esté fuera y lejos de esta casa. -lo miré de manera seria y salí de esa habitación.

-Es que ella no se merece ser la jefa del aquelarre, deberíamos deshacernos de ella. -la misma señora estaba hablando como una demente hacia otras dos chicas un poco mayores que yo.

-Oh, así que eso es lo que quiere, señora. -al escuchar mi voz se giró de manera lenta hacia mí.

Su rostro estaba pálido y sus ojos reflejaban el temor puro.

-Mami, ¿pod qué dices que ella quiere que te vayas? ¿no dijo ella que esta es nuestra casa? -Alex miraba extrañado a la señora.

Una pequeña sonrisa se extendió en mis labios. Besé con mucho amor la frente de mi bebé.

Lo puse en el suelo.

-Mi amor, ¿recuerdas lo que mamá te dijo que hicieras cada vez que hay una charla de adultos? -él asintió, se fue hacia la pared que estaba a mi izquierda, se sentó en el suelo, cubrió sus orejas con sus manos y cerró sus hermosos ojitos. -¡Mark!

El nombrado rápidamente apareció a mi lado.

»-Quiero que le des un castigo hasta que ella diga: “Quiero irme de aquí”

Mark me miró con rareza, pero no dijo nada, tomó del brazo a la señora y desapareció por un pasillo algo alejado.

Nadie, absolutamente nadie pondrá en peligro a mi hijo.

Lo protegeré de cualquiera y usaré todo lo que esté a mi alcance para hacerlo.




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