El Pequeño De La Luna

Mi familia.

Me levanté y me acerqué al lugar donde Alex y Dania jugaban alegremente.

-Alex, es hora de irnos, cariño. -mi hijo se acerca corriendo a mí después de haberle dado un beso en la mejilla a la niña en modo de despedida.

-¿A dónde vamos, mami? -nos detenemos frente a Patrick.

-Iremos con él, Alex. -él mira a Patrick y extiende sus manos.

Patrick, con mucho cuidado lo alza.

-No es un cristal que se vaya a quebrar, Patrick, pero aun así ten cuidado. -palmeo suavemente su espalda y empiezo a caminar a la salida.

Él me sigue a paso rápido con Alex en sus brazo.

-¿Cómo puedes cargarlo sin miedo a que se te vaya a caer o algo por el estilo? -él de verdad se escuchaba nervioso.

-¿Nunca cargaste en brazos a tu hijo? -encamino mis pasos hacia el aquelarre.

-No, nunca lo hice. -él se veía realmente afectado por eso.

Dejé el tema por el bien de Patrick y me adelanté a la salida.

Cuando llegamos al aquelarre, Mark fue el primero en verme.

-¡Amanda! -cuando los demás escucharon su grito dejaron todo de lado y corrieron hacia donde venía.

-¡Mi señora! -todos se veían preocupados.

-Es mentira que usted se irá de aquí, ¿verdad? -un señor, que al principio no me aceptaba, se veía desanimado con esa posibilidad.

-Mi señora, no nos deje, por favor. -Clarisse, una señora un tanto mayor, me suplicaba con los ojos inundados de lágrimas.

-Mi señora. -una niña de no más de siete años se acercó a mí.

-¿Si, cariño? ¿Qué sucede? -ella se lanzó a mis brazos llorando de manera desconsolada.

-Por favor, no nos deje. No queremos volver a tener miedo. -mi ceño se frunció ante lo que dijo de último.

-Ya no tendrán miedo, mi niña, ¿si? -ella se vio más relajada, pero aun así sus ojos seguían derramando lágrimas.

»-¿Y el señor Aldof? -miré a mi alrededor buscando su rostro, pero no lo encontré.

-Aquí estoy, Mi Señora. -las otras personas le abren espacio para que puedo estar frente a mí.

-¿Quién te has creído que eres? -la voz de la señora estaba distorsionada por la furia.

-Hablo con mi gente. -respondo de manera simple.

Una risa histérica brota de lo profundo de su garganta.

-Mamá, cálmate. -el chico intenta que esa señora vuelva en sí, pero con un pequeño movimiento de manos él sale volando hasta chocar contra un muro.

-¡Esa perra se cree con el suficiente poder para llevarse a esos inútiles! -ella parecía otra persona.

Esta fuera de sí.

Con su mano empezó a crear una esfera de color marrón, mientras su mirada estaba puesta en mí.

Patrick me entregó a mi hijo y se abalanzó contra la mujer.

-Tú no eres la mujer de la que me enamoré perdidamente. -con un gesto, una pequeña daga color plata apareció en su mano.

Puse a Alex contra mi pecho para que no viera lo que pienso que hará Patrick.

Sin miramientos, él se la enterró a mitad del pecho.

Un silencio sepulcral reinaba en el lugar.

»-Tú no serás la que le haga daño a mi familia. -el chico salió corriendo cuando pudo salir del shock.

Esto... Esto no me lo veía venir.

 




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