Cuando volví a donde había muerto la señora. Ahora que lo pienso, no me sé su nombre, luego lo preguntaré.
El cuerpo seguía ahí, Patrick estaba de pie a su lado, con la mirada perdida. Las personas ya se habían retirado.
Con un suspiro me acerqué a él.
-¿Por qué lo hiciste? -mi voz era baja.
-Yo... Yo... Yo solo te vi en peligro, no quiero que nadie te haga daño. No me lo perdonaría. -sus ojos retenían las lágrimas.
-No estoy de acuerdo con lo que hiciste, ¿sabes? -lo miro fijamente- Pero llego a entenderte. Yo tampoco me perdonaría si algo le pasara a mi hijo.
-Hubiese querido que tu madre pudiera verte ahora. Convertida en una gran mujer. -sus ojos reflejan todo el dolor que siente.
-¿Ella no lo es? -él negó lentamente.
-El día que recibimos la amenaza y el ataque, murió tu madre y tú te fuiste de mi lado. -mi ceño se frunce.
-Y te casaste un poco después. -me cruzo de brazos.
-El consejo me obligó a casarme con Hanna un par de meses después de que ustedes se fueran.
Me acerco hacia, la ahora conocida, Hanna y me inclino.
-¿Sabes? Ella no era de mi agrado, pero aun así, era tu esposa y la madre de tu hijo. Habían otros métodos para detenerla. -con mis dedos cierro los ojos de Hanna- Aunque supongo que en el calor del momento no supiste bien qué hacer.
»-No justificaré tu actuar. Estuvo mal, debes saberlo, pero aun así agradezco lo que hiciste. Me protegiste, pero lo más importante para mí, protegiste a mi hijo. Estaré eternamente agradecida por eso.
Él asiente mientras yo me pongo de pie.
Lucas se acerca hasta nosotros de manera lenta.
-¿Qué hacen? -su voz, a pesar de estar ronca por el llanto, suena amenazadora.
-Platicando, pero debo retirarme, mi hijo me espera. -me alejo de ahí a paso normal.
Cuando ya estoy lo suficientemente lejos pongo ambas manos sobre mi boca y dejo salir un grito.
¡Dios! Asesinaron a alguien...
Esa mujer... Esa mujer...
Las lágrimas corren de manera libre sobre mis mejillas.
Nunca en mi vida pensé ver cómo asesinaban a alguien.
Mi cuerpo es presa de una arcada tras otra hasta que todo lo que he ingerido sale de mi cuerpo.
Me siento débil, necesito descansar un poco, pero no voy a estar tranquila hasta que vea a mi hijo.
Con paso tambaleante sigo mi camino hacia mi casa, donde mi bebé me espera junto a Mark.
-¡Amanda, detente! -la voz de Peter se escucha a lo lejos, como un eco, pero puedo verlo a pocos metros de mí, aunque su imagen se ve borrosa.
»-Ya no puedes... -es lo último que escucho de su parte antes de caer en la inconsciencia.
Espero que todo esto halla sido un mal sueño.