El Pequeño De La Luna

Heredera

Esa tipa me está sacando de mis casillas.

-Señora, ¿podría dejar de tocar a mi papá? -la voz molesta de mi hijo me hizo darme cuenta que no era la única que se sentía así.

-Mira, mocoso, tú a mí no me mandas, así que... -me levanté de forma abrupta del sillón y me paré frente a ella.

-Esta es la casa de mi hijo. Él, cuando yo no estoy, manda aquí. Tú solo eres una simple invitada que debe respetar mi casa y, por sobre todo, a mi hijo. -miro a Peter- Si no la sacas lo antes posible de MI casa esto se pondrá feo.

Él, de manera algo atontada, se levanta. Extiendo mi mano para poder tocarlo, pero una fuerza me lo impide.

-No me toques. -la sonrisa de suficiencia de la chica hizo que todo a mi alrededor se viese rojo.

De por sí no me agrada y sale con eso. Ella tiene algo que ver.

-¿Qué le hiciste? -la tomo con fuerza del brazo.

-Yo, nada. -se encoge de hombros, restándole importancia- Pero sé de alguien que quiere verte sufrir a como dé lugar. Debes tener cuidado, Heredera de las Brujas Antiguas.

-No te quiero volver a ver cerca de mis territorios. -con un solo chasquido ella desapareció de mi vista.

Busqué algo en Peter que me dijera qué es lo que sucedía. No me costó mucho encontrarlo.

En su muñeca descansaba una pequeña y fina pulsera de oro blanco.

A como pude se la quité, haciendo que él cayera inconsciente en el sofá.

-Mami, ¿qué le pasa? -el tono temeroso de Alex hizo que lo tomara en brazos.

-Peter solo duerme, ¿si? -él asintió un poco más tranquilo- Ahora ve a jugar a tu habitación, ya voy a llegar yo.

Lo bajo y él se va corriendo hacia su habitación.

-¿Eres la Heredera? -Tánatos se veía sorprendido.

-A mí no me preguntes eso, si hasta hace poco me enteré que era una bruja.

Él asiente pensativo.

Peter empieza a despertar, lo que hace que mis ojos queden fijos en su rostro.

-¿Qué me pasó? -él dirige una mano hacia su cabeza y me observa- ¿Qué les pasó a tus ojos?

¿Mis ojos?

Me levanto y me acerco al espejo que está en la entrada de la casa.

Están rojos y pareciera que mi pupila poco a poco se fuera disolviendo, como si se tratase de tinta.

-¿Qué me está pasando?

 




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