Alguien toca la puerta y como nadie va a abrir me toca hacerlo a mí.
-¿Qué haces aquí? -mi voz suena cansada.
No necesito esta clase de visitas en estos momentos.
-Que... Que bien te queda el nuevo color en tus ojos, dulzura -a Anthon le costaba respirar.
-¿Qué te pasa? -inclino levemente la cabeza hacia la derecha.
-¡Amanda, aléjate de ahí! -giré mi cabeza hacia el grito de Tánatos.
-Lo siento, dulzura. -cuando Anthon terminó de hablar giré mi cabeza hacia él. No entiendo por qué se disculpa.
Lo veo alzar en su mano una pequeña daga y enterrarla en el lado derecho de mi pecho.
Quise gritar, pero Alex está arriba, no quiero asustarlo.
Mis piernas poco a poco fueron cediendo ante mi peso, todo a mi alrededor se veía confuso.
Me duele mucho el pecho. Siento algo cálido provenir de él. No alzo la mano porque sé que es mi sangre la que está saliendo.
-Amanda, mírame, Amanda. -la voz desesperada de Tánatos hizo que realizara un esfuerzo enorme por intentar enfocar su rostro.
A lo lejos podía escuchar los gritos de piedad de Anthon y los gruñidos feroces de un lobo. Peter.
-¡No lo mates! Lo necesitamos. -escuché decir a Tánatos.- Te pondrás bien, linda. Te lo prometo.
-¿Mami? -la vocecita confundida de Alex hizo que mi cuerpo se tensara.
-Alex, vete de aquí, campeón. -no podía ver a Alex, pero estaba segura que sus ojos estaban fijos en mi cuerpo.
-Llama a... Llama a Hazel. -con mucho esfuerzo pude decirle eso a Tánatos.
Él asintió un poco confundido al principio, pero luego entendió.
-¡Hazel, llévate a Alex de aquí! -escuché los pasos apresurados de ella y luego nada.- ¡Maldita sea, Hazel, llévate a Alex de aquí y cuídalo!
Ella pareció reaccionar porque volví a escuchar sus pasos rápidos hacia, donde supongo, están las escaleras, detenerse un momento y luego desaparecer poco a poco.
-¿Qué hago con ese infeliz? -la voz agitada de Peter está cargada de enojo y frustración.
-Llévalo a ese lugar en tu manada donde torturaban a las brujas en antaño. Ahí no podrá usar su magia.
Peter se acerca a mí y deja un beso en mi frente.
-Todo saldrá bien, cariño. -luego de haber dicho eso se fue.
-Vamos, linda. -con mucho cuidado, Tánatos me tomó entre sus brazos y subió las escaleras.
Cada paso que da es una tortura.
-Du... Duele... Mucho. -murmuro entre dientes.
-Ya vamos a llegar, linda. Un poco más. -con suavidad, que no sirvió de mucho porque aun así me dolió hasta el alma, me depositó en la cama.
»-Resiste, linda, por favor. -a como puedo asiento y cierro los ojos.
Esto va para largo.