Tánatos P.O.V
La hemorragia del pecho de Amanda no para. Me estoy desesperando, pero sé que debo guardar la calma para hacer un buen trabajo.
Un azote en la puerta me sobresaltó.
-¡Hola, fami... -la voz alegre de Mark, que no sé en qué momento salió, se va apagando poco a poco.
Unos pasos fuertes y apresurados se escuchan en dirección a la habitación.
Intento entrar a la mente de Amanda, para confirmar que se encuentra bien, pero es como si una barrera cubriera su mente.
-¡¿Qué pasó?! -la voz alarmada del cuervo hace que quite mi concentración de la mente de Amanda y la fije en él.
-Un tipo apuñaló a Amanda. -me muevo por la habitación buscando algo que me sirva.
-¿Qué necesitas? -Mark se puso al lado de Amanda y la contempló, algo que me molestó mucho.
-Necesito toallas limpias, alcohol, gasas, y necesito que llames al curandero de tu aquelarre. -cuando terminé de hablar él asintió.
Buscó todo lo que le pedí, se transformó y salió volando por la ventana.
Pocos minutos después, en los que ya había controlado un poco la hemorragia, llegó el curandero, un señor que nunca había visto y el cuervo.
-¡¿Qué le pasó a mi hija?! -el señor fue el primero en hablar.
Su tono se notaba falso, algo que me hizo mantenerme aun más alerta.
-Señor Nilsson, cálmese, por favor. -el curandero se acercó y analizó a mi dulce basileia.
Él puso sus manos a unos cuantos centímetros sobre el cuerpo de ella y una tenue luz roja se desprendió de sus palmas.
Mantenía sus ojos cerrados, por momentos su ceño se fruncía, era como si algo no anduviese bien.
No pasaron tantos minutos hasta que él alejo sus manos, su expresión era de asombro y preocupación.
-¿Qué sucede, señor? -me posé a su lado y miré fijamente sus ojos.
-Mi Señora... Ella está muy grave. No hay nada que yo pueda hacer, solo puedo mantenerla estable por algún tiempo, pero debe encontrar a la persona que creó el veneno que corre por sus venas y pedirle el antídoto.
En mi cabeza aparecían muchos posibles nombres de las personas que quieren hacerle daño, pero no encuentro a alguien que tenga ese nivel.
-¿Cómo podremos saber eso? -la desesperación estaba ganando terreno en mi sistema poco a poco.
-Esta clase de venenos tienen como una marca característica de su creador.
-¿Podría rastrearla?
Él dudó por un momento, se iba a negar, se leía en su expresión, pero antes de que de sus labios se desprendiera la negativa, un chico que no me había dado cuenta que estaba aquí, habló.
-Yo lo haré. -se iba a acercar a mi basileia, pero me interpuse.
-¿Quién eres? -mi voz se volvió grave y amenazadora.
-Su hermano. -su tono denotaba desinterés.
No me confío de ellos, pero las opciones se me agotan.
-Señor, manténgala estable todo el tiempo que pueda. -me dirigí al curandero.
Miré a las demás personas. No me confío de ellos, pero creo que son mi única opción.
Alex está con Hazel, eso me calma un poco, pero no del todo.
Me acerqué a la puerta y la abrí.
-¡Hazel! -ella rápidamente se asomó por el pasillo con Alex en brazos.
Le hice una seña para que entrara a la habitación en la que estábamos.
Amanda ya estaba limpia y vendada, así que Alex ya puede verla. Creo que le hará bien el estar cerca de su mamá.
Cuando ya estábamos todos en la habitación, Alex se asomó a la orilla de la cama y tomó la mano de Amanda.
-¿Mami? -él giró su cabeza hacia mí. - ¿Por qué mami no despierta?