El
Yo me sentía completamente devastado, ver a Emma llorar por eso, me permitía percibir la humildad de su alma, ese hombre... No fui yo únicamente la víctima, han sido muchos los que sufrieron a causa se esa terrible persona, ¿Qué era lo que ese tipo tenía en la cabeza? Emma estaba recostada observando al exterior, ¿qué podría hacer para animarla?
—Prepárate, vamos a un lugar— dije acariciando suavemente su hombro.
Ella me observó por un instante con un semblante abatido y asintió en silencio, ¡me gustaría agarrar a golpes a ese tipo! Pero mi padre confíaba en él, lo que debíamos hacer, es comenzar a romper esa confianza. Habíamos salido del palacio, nadie se había dado cuenta, tenía una salida secreta, así los guardias, no me seguían a ningún lado.
—¿A dónde vamos?— Preguntó Emma, mientras la llevaba de su brazo.
—¿Dónde vive el hijo de esa mujer?— Ella se detuvo de repente.
—¿Qué vas a hacer con el niño?— Preguntó nerviosa.
En sus ojos veía un poco de nerviosismo ¿A caso pensaba que le haría algo al pequeño?
—Lo ayudaré, no puede estar solo ¿O sí?— Sus ojos se iluminaron.
—¿Cómo lo harás? Él… no podría pisar el palacio— susurró.
—Lo cuidaremos… aunque, por ahora, estará con tus padres ¿Qué opinas? ¿Lo cuidarán hasta que podamos llevarlo al palacio?— Ella sonrió.
—¡Si! ¡Gracias! ¡Gracias!— se abalanzó sobre mí y me abrazó.
Lentamente mis brazos la rodearon, ahora… nos quedaba o más difícil, encontrarnos con el niño que probablemente no sabía lo que había pasado con su madre, mi corazón se partía en muchas piezas ¿qué estará pensando y sintiendo Emma?
—Antes de ir… creo que deberíamos ir a comprar algunas cosas— sugerí.
—¿Te refieres a comida?— Preguntó un tanto dudosa a lo que yo asentí.
Minutos después, tenía a Emma recorriendo todo el mercado, comprando, comida, juguetes, ropa y muchas otras cosas para el pequeño, ella se veía tan emocionada y… tan feliz…
Ella
Estábamos frente a la casa, habíamos comprado un par de cosas, aunque fueron pocas, debíamos cargar los dos, así que decidimos llegar a la casa de mis padres para verlos y comentarles acerca de lo sucedido, ellos aceptaron y… de esa manera, podría verlos más seguido. Tocamos un par de veces la puerta de esa vieja casita y no obtuvimos respuesta.
—Parece que no está aquí— susurró Esteban algo desanimado.
—Deberíamos entrar— lo miré.
—Pero… Está cerrado ¿Ves?— respondió algo cansado.
Dejé la pequeña canasta que llevaba en mi mano a un lado y con una patada, la puerta se había desparramado.
—Ya no lo está— sonreí y tomando la canasta, entré a la casita.
Esteban se había quedado atrás, un poco boquiabierto, la verdad, disfrutaba esos momentos en los que llegaba a sorprenderlo.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?— Preguntó Esteban, parándose a mi lado.
Todo estaba en completo silencio, parecía estar totalmente abandonado el lugar, aunque… las pocas cosas que habían, estaban por todo el lugar, como si alguien hubiera entrado a saquear.
—No hay nadie, deberíamos irnos— susurró para darse la vuelta.
—¡hola! ¿Estás aquí pequeño? Queremos ayudarte ¿me recuerdas?— comencé a decir en alta voz, mientras recorría el lugar.
—Emma ¿qué haces?— preguntó Esteban algo confundido.
—Él está aquí, algo dentro de mí, me lo dice— lo observé con una sonrisa.
Continué caminando e intentando hablar con él, pero, no lo veía, de seguro se asustó cuando los guardias vinieron por su madre, ha de tener demasiado miedo para salir.
—Estás seguro, no hay nadie que quiera hacerte daño, además… trajimos algo de comida, por favor, cariño, sal— me senté en el suelo —No me iré hasta que por lo menos, comas algo— añadí, decidida.
—Emma, él no está, deberíamos buscar en otro lugar— sugirió Esteban tocando mi hombro.
—No… no puedo irme, ¿Qué pasa si él llega a venir y no ve a nadie? ¿Si espera todo el tiempo a su madre y ella no vuelve?— Mis ojos estaban llenos de lágrimas, no podía soportarlo más —Me quedaré aquí, hasta que vuelva, hasta que me asegure que está bien.
—¿y si no lo hace? ¿Y si está en otro lugar y esos guardias lo atraparon? ¿Qué harás? No podrías ayudarlo en esta situación— Expuso Esteban.
—Y si viene… y no encuentra a nadie— continué llorando, me sentía completamente impotente.
—No llore señorita, estoy aquí— Dijo el pequeño con una voz suave, mientras salía de sus escondite.
Él se me quedó observando por un instante, hasta que pareció reconocerme.
—Usted es… ¿la de las otras veces?— se acercó más a mí yo asentí con lágrimas en los ojos.
—¡Lo siento tanto! ¡Realmente lo siento! No pude hacer nada por tu madre… por favor, perdóname— lloré desesperadamente, no podía con el dolor de no haber hecho nada.
Él se acercó aún más a mí y se abalanzó a abrazarme, él había estado llorando mucho, sus ojitos me lo decían a gritos, él necesitaba ayuda y mucho más que eso, necesita sentirse seguro. Lo rodeé con mis brazos, no podía permitir que estuviera solo, no podría permitir que… estuviera desprotegido.
—No pude salvar a tu madre, pero… me aseguraré de protegerte— susurré mientras continuaba abrazandolo.
—Emma, pequeño, creo que debemos irnos, antes de que alguien venga… no queremos que te lleven a ti también— dijo Esteban quedando a nuestra altura.
Salimos del lugar y llegamos a la casa de nuestros padres, se me hacía tan bien verlos, saber que… están bien, ellos le dieron una cálida bienvenida al niño, pero, salvo a la vez anterior, él no ha dicho ninguna palabra, él sabe lo que le pasó a su madre, pero… quizá, no quiera decirlo. Le hemos preguntado su nombre y no responde, quizá… sólo necesitaba tiempo, sí, algo de tiempo, me encargaré que lo tenga.
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Editado: 25.05.2021