El pirata y el tritón

20 - ¿Hacer esto? ¿Hacer lo otro? ¡Rayos!

Vistiendo una camiseta con gruesas rayas horizontales azules y blancas, con amplio cuello en «bote», pantalones anchos a media caña, sandalias, un pañuelo en la cabeza y la consabida argolla en su oreja, frente a Pierre y con una sonrisa que parecía estilar un extraño cóctel de maldad pura combinada con travesura irresponsable, estaba... Kraken. Pierre no sabía si reaccionar reconociéndolo o haciéndose el tonto, por lo que optó por hacer una gran pausa supuestamente destinada a estudiarlo de arriba abajo con desconfianza.

—Este es monsieur  Ondeugend, un joven pirata holandés que pidió unirse a nuestra tripulación y el Tuerto lo aceptó —dijo Poulet.

C'est un plaisir —dijo Kraken con el mayor descaro al tiempo de extenderle la mano—. Siempre quise conocer al famoso Pierre Chailland.

—¿Conocías la fama de Pierre? —preguntó Poulet asombrado.

—Por supuesto. Y no sólo por su valor sino por su inteligencia y astucia. Lo sucedido con el Asunción, es conocido ya en todo el Caribe —contestó el tritón haciendo alarde de la audacia descarada de la que era capaz—. Pocos capitanes logran salir con vida de una situación como esa y llevar la nave a encallar en un lugar seguro.

—¡Muy cierto! —añadió Poulet—. Ha sido una verdadera hazaña; pero... ¿cómo te enteraste de eso?

—Porque aunque muchos no lo sepan, Monsieur Chailland logró que ninguno de sus tripulantes se perdiera. Fueron rescatados por un galeón holandés y allí fue donde relataron esa hazaña memorable.

Pierre no sabía si caerle a golpes por mentiroso, por temerario al presentarse ante él así con tal desparpajo o por insistir con el asunto de Coral, pues no concebía por cuál otra razón se había unido a la tripulación del Tulipán Negro. Sin embargo, tampoco era prudente ni lógico caerle a golpes en ese momento sin haberle dirigido siquiera la palabra, por lo que se limitó a poner una expresión de desagrado y darle la espalda para volver a mirar hacia la playa con el catalejo.

—Es también de todos conocido el fuerte carácter de monsieur  Chailland y su aparente sequedad, pero estoy seguro de que nos llevaremos muy bien y junto a él podré aprender todas las artes de ser un buen pirata —continuó Kraken.

—Pierre... tal como monsieur  Ondeugend lo solicitó, el Tuerto lo asignó como tu pupilo —agregó Poulet ahora no tan seguro de eso fuera una buena idea.

—No hay problema, Poulet —dijo al fin Pierre—. No temas. Ya me encargaré de él.

Très bien —finalizó Poulet y se retiró dejándolos solos.

—¿Qué pretendes, sardina entrometida? —le preguntó Pierre de muy mal modo tan pronto como Poulet se había alejado lo suficiente.

—Venganza... y de paso, recuperar lo que es mío —contestó Kraken mientras se acercaba a la borda para intentar ver lo que parecía captar tanto la atención de Pierre.

—No veo de qué te quieres vengar, salvo de sentir tu ego de atún algo herido... y si hablas de Coral, no creo que puedas considerarlo tuyo cuando hace sólo un momento estuvo a punto de jugar al «tiburón con patas» con un marino inglés.

—¿De verdad? No lo dudo, Pierre... ese chico me extraña... Extraña sentir mi...

—No digas estupideces, Kraken.

—No es ninguna estupidez. ¿Por qué, si no, pudiste jugar tú con él tantas veces al «tiburón con patas»? Cuando me fui, el chico quedó desolado y necesitaba a cualquier costo tener a alguien que le hiciera lo mismo que yo... Le enseñé muy bien y ahora no puede vivir sin eso. Si no me tiene a mí y tú estás aquí... buscará a otro.

—Si sigues hablando, te sacaré la lengua y te destriparé como a la merluza bocona que eres.

—Piénsalo, Pierre querido... Cuando un chico como él probó las mieles de la pasión ardiente y sensual, ya no puede contenerse. Es como fumar esa cosa que vosotros llamáis «opio». Aunque siguiera contigo, no desperdiciaría la oportunidad de jugar con todo aquel que esté a su alcance, y como es tan bonito... tan seductor... tan dulce y tierno... no creo que haya marinero que se le resista. Yo no tengo ningún problema con eso, siempre y cuando me tenga satisfecho a mí; pero algo me dice que tú no piensas igual.

—Te advierto que cierres esa bocaza.

—Algo me dice que te pones celoso y que lo quieres sólo para ti y por eso me amenazaste.



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En el texto hay: piratas, tritones, gay

Editado: 06.05.2018

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