Universo: La zona oscura uno punto cinco.
En medio de un cosmos oscuro, en donde existen miles de millones de pequeños planetas-celdas para las criaturas más peligrosas, se abre un portal; al segundo siguiente llega Ginjo, manteniendo una expresión seria.
Ginjo dirige su mirada hacia alrededor del gran universo, solo para encontrar diferentes astros relativamente pequeños; similares en tamaño al planeta Marte de la Vía Láctea, pero con diferentes ecosistemas. Por pura curiosidad el dios malévolo se acerca a uno de esos planetas.
El suelo de esa gran prisión es un desierto de arenas verde claro; el calor es bastante sofocante. Los prisioneros tienen el mismo conjunto de ropa: una camisa de manga larga y unos pantalones; ambas prendas de vestir son completamente de color negro. No poseen calzado por precaución, pero parece que eso no les importa. Sus cuerpos soportan perfectamente este ambiente tan inclemente.
No sabe por qué motivo están en ese lugar, pero decide comenzar a avanzar hacia otras celdas diferentes, sabiendo que todos los prisioneros representan un gran peligro para todos los universos.
Se aleja de ese astro, solo para dirigirse al planeta vecino. Ese lugar está lleno de criaturas variadas: monstruos, seres humanos y otras especies familiares (elfos, enanos, vampiros, trolls, etc.); todos ellos están encerrados en diversas cárceles con grandes muros. También hay otros seres muy parecidos a su maestro Satanás, los cuales están en las mismas condiciones.
—Uhmmnn. Demonios menores que se ganaron un privilegio en esta zona—dice Ginjo muy pensativo.
Deja a esos prisioneros, para seguir buscando tropas que sean capaces de apoyarlo en cualquier situación.
Con ayuda de su visión mejorada, Ginjo puede apreciar los diferentes paisajes, las construcciones y los habitantes de cada planeta. El dios malvado se percata de unos… edificios en particular, así que decide investigar uno de esos hogares.
El nuevo dios malévolo reduce su tamaño, llegando a otro planeta-celda. Al igual que la primera celda que visitó, este planeta está cubierto enteramente por un desierto, pero las arenas aquí son color café claro. Otro paisaje recurrente son ciudades modernas destruidas y abandonadas; un escenario post-apocalíptico. Lo curioso, es que solo hay un edificio en buen estado; un edificio de quince pisos que aparentemente acaban de construir, aunque los tres primeros pisos si están bastante dañados. Entra a ese edificio y a uno de los departamentos, dándose cuenta él que se trata de un hogar muy común del planeta pilar, el cual cuenta con algunos avances tecnológicos. Un sillón y un televisor son solo uno de muchos artilugios y muebles entre los lujos que hay en esta casa; unos prisioneros con excelente trato en este aterrador y deprimente lugar.
Ginjo decide dirigirse hacia otra celda especial, pero de alguna manera ha llamado la atención de los prisioneros que se encuentran dentro de esa prisión lujosa.
«¡¿Ginjo?!», suena la voz de un hombre en la cabeza de ese demonio, quien se encuentra en medio del espacio.
El dios voltea confundido hacia ese planeta, enfocando su vista más que mejorada sobre el edificio donde se encontraba.
—Es imposible; esa voz… —dice Ginjo, contemplando a un extraño hombre que posee una máscara oscura y ropas negras del viejo Oeste, incluyendo un sombrero y un poncho. Ese sujeto está mirando el techo de su nuevo hogar; al mismo tiempo está observando a Ginjo, flotando en el espacio a miles de kilómetros de distancia.
«¡Ginjo, eres tú!» grita el extraño hombre, llamando la atención de miles de criaturas en ese momento.
«Así que él es Ginjo, el nuevo dios malévolo más poderoso de todos los universos», suena la voz de una extraña criatura en un astro diferente.
—Veo que eres el único que posee una excelente celda a comparación de los demás —menciona Ginjo, esbozando una sonrisa mientras observa al hombre enmascarado.
«No es una celda común y corriente; es un departamento para tu información», informa ese preso, añadiendo. «¿Vienes a liberarme?».
Él es uno de los pocos que ha recibido un trato especial en este universo; a diferencia de las demás celdas de esa curiosa e inimaginable prisión, la mayoría son lugares desérticos, prisiones de cemento con altos muros (idénticas a las prisiones de alta seguridad del planeta pilar) o ciudades post-apocalípticas totalmente destruidas. Hay una barrera mágica en la mayoría de los astros- celdas, la cual impide que escapen, incluso si saben abrir portales; en otros planetas, los prisioneros están encerrados entre paredes de un material especial y los clásicos barrotes que abren y cierran esa prisión.
Algunos presos se mueven libremente adentro de su nuevo hogar; ellos no representan tanto peligro. En contraparte, otros están encadenados de sus manos, abdomen y cuello entre otras partes del cuerpo, debido al grandísimo peligro que representan si llegan a liberarse.
—Lo pensaré, lo pensaré. Estoy buscando guerreros bastante poderosos para que se unan a mi causa, jejejeje —responde Ginjo, desencadenando miles de voces fuertes y claras omnipresentes que lo rodean, a pesar de que se encuentra en medio del espacio
«¡No lo liberes! ¡Es un inútil bueno para nada! ¡Mejor libérame a mí!», asegura la voz de una mujer.
«¡Yo te prometo que miles de criaturas te tendrán bastante miedo!», suena la voz de una mujer totalmente diferente.
Sin poderse decidir, Ginjo da un vistazo al azar hacia dos planetas distintos. En uno de esos astros se encuentra un hombre disfrazado de payaso que comienza a sonreír; él puede moverse libremente en su gran celda.
En el planeta vecino se puede apreciar a un hombre draconiano, quien abre sus ojos y muestra un rostro serio; este preso está totalmente lleno de cadenas que lo tienen inmovilizado. Hasta incluso tiene cadenas en su cola para evitar que la mueva. Uno de los tantos criminales de alta peligrosidad.