De regreso a la guerra, los combates persisten.
Francisco y Nila están ayudando a unos soldados de Mistral, manejando diferentes armas de chispa; cuando los enemigos se acercan demasiado, preparan sus armas y combaten cuerpo a cuerpo. El macuahuitl de Enrique y las falcatas de Oleim se impregnan de sangre oscuro en solo minutos.
Por su parte, Ayato sigue usando el arma que le regaló Carlitos: la escopeta recortada de doble cañón; por desgracia, se le acaba rápidamente todas las balas que le regaló el hechicero de élite. Usando sus propias habilidades, Ayato resuelve el problema, invocando balas especiales compuestas de diferentes elementos.
Fiorello y Akuris vuelan velozmente, atacando con sus armas especiales. La súcubo blanca usa sus dagas largas, mientras que Evangelos usa su escudo-motosierra; él y Abihu acaban de intercambiar armas.
Las hermanas Zeroko, Angelique y Reiko aprovechan al máximo sus alas negras temporales, facilitadas por el consejero siniestro de Carlos Alberto; vuelan por todos lados, ayudando con sus hechizos donde más se necesita.
Ariadna y Lindalë están luchando contra su eterna enemiga: la reina Ókinam. La nigromante ha invocado un ejército de muertos vivientes.
Édznah y su hija Assyla vigilan todo el tiempo, revisando a las tropas que necesitan más ayuda. El consejero diestro está usando su guitarra multifuncional; constantemente cambia las funciones de la misma: a veces la usa como ametralladora, otras como lanza-misiles, como minigun, etc (*).
Carlitos, Luzr, Nhómn Beleg y Friedrich Manuel permanecen juntos, moviéndose continuamente por las calles.
Aunque todos ellos están demasiado ocupados, pueden percibir una energía y presencia extraña a lo lejos.
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Universo: La zona oscura uno punto cinco.
Ahora Satanachia se encuentra en un planeta desconocido y al parecer desolado; sigue sin poder moverse.
—Aquí está, querido esposo. Lo encontramos tirado en el suelo; claramente alguien le rompió el cuello pero no lo mató —dice la voz de esa mujer desconocida.
—Justamente como esa voz omnipresente predijo. Gracias Daneliz (**). Llegó la hora —menciona la voz de un hombre con seriedad.
Satanachia no sabe que está ocurriendo, hasta que siente una energía peculiar recorrer todo su ser; sus energías son restauradas por completo, aparte que los huesos rotos de su cuello se regeneran por completo. Aliviado de poder moverse, el general supremo se pone de pie y estira su cuerpo; voltea alrededor, econtrandose con otro demonio importante.
—¡¿Lucifer?! ¡¿Dónde rayos estamos y qué estás haciendo aquí?! —inquiere Satanachia muy sorprendido.
—Estamos en la zona oscura uno punto cinco —menciona enojado Lucifer al tanto que también estira su cuerpo; también le han restaurado todas sus energías y curado por completo—. Estaba vigilando el lugar; Bolt-Ra me atacó por sorpresa y escapó de su celda. Otros presos también escaparon.
—Esto es terrible. Aparte de Bolt-Ra y esos otros presos, una desconocida me acaba de atacar. Se disfrazó de mi prometida Ókinam y me robó las energías —narra Satanachia con preocupación.
—¿Una mujer? Que extraño. Antes de que Bolt-Ra me atacara, tuve una visión de una mujer misteriosa; ella asesinaba a tu señor Satanás —menciona Lucifer en voz alta, quedándose muy pensativo.
—¡¿Queeé?! ¡Eso es un desastre! ¡Si eso ocurre, puede ser el fin total de la existencia! —exclama Satanachia muy asustado.
—¡Tranquilízate! Hay que avisarles a los demás para que… —opina Lucifer con seriedad, pero es interrumpido por otra voz.
—Lo que en verdad hay que hacer es apresurarse; advertir a los otros solo nos retrasará. Por cierto, no hemos recibido sus agradecimientos por haberlos salvado —expresa esa voz masculina de antes.
Ambos demonios voltean hacia un lado, descubriendo a cuatro personajes diferentes.
Una huron antropomorfa. Ella tiene cuerpo humano esbelto y busto regular, todo cubierto con un pelaje corto color blanco, excepto en parte de la cara, en los brazos y parte de las piernas, donde cambia a un color negro; los dedos humanos de sus manos y pies ocultan garras filosas, las cuales solo muestra en medio de una pelea. Un par de detalles extras es que tiene cabellera humana; pelo largo, ondulado y de color negro, sumando que sus ojos humanos son naranjas.
La siguiente es una frailecilla antropomorfa. Tiene plumas cortas negras y blancas en todo su cuerpo; no tiene cabellera, aunque sí tiene ojos humanos de color jaspe verde. Su gran pico multicolor es naranja con azul turquesa oscuro; ese naranja se repite en la piel de sus antebrazos y piernas, las cuales terminan en garras; entre los dedos de los pies tiene membranas para nadar mejor en el agua. Aunque es un ave carece de alas; tiene plumas largas desde los hombros hasta los codos de sus brazos, pero no le sirven para elevarse en el aire.
Le sigue una mujer humana de cuerpo escultural con los musculos un tanto marcados; es la más alta del grupo de cuatro, midiendo dos metros y veinte centímetros. Sus ojos son de reptil: su pupila es negra, muy alargada y mostrando un patrón irregular; esa pupila abarca casi todo el globo ocular, mientras que el resto muestra varias tonalidades de verde con púrpura. Su cabello es muy largo (un poco abajo de la cintura), lacio y de color gris platinado con varios mechones violetas. Su piel es color morena muy oscura. Tiene otros dos rasgos fuera de lo común: un par de cuernos plateados en la cabeza, junto con una larga cola de reptil con escamas violetas.
El último integrante del grupo es un hombre humano. Su cabello es medio largo, ondulado y de color pelirrojo intenso, mientras que sus ojos rasgados son color gris oscuro. Algunas arrugas en su cara demuestran su edad algo avanzada; tiene cuarenta y cinco años.