El poder de Asteria

Negociación

Durante su espera, Shayla sacó una botella de agua que escondía entre los pliegues de su ropa, aún su mente se mantenía lo suficientemente fresca como para permitirle descartar beber y comer cualquier cosa que estuviese dispuesta en su mesa de "bienvenida".

No se podía ser lo suficientemente precavido, no cuando de los lykans se trataba.

Finalmente se puso de pie, estaba a punto de salir cuando Takuya entró. Sus cuerpos se rozaron brevemente y Shayla retrocedió de forma instintiva, sus vellos se habían levantado, poniéndole piel de gallina por todo el cuerpo. Su corazón tembló un poco conmocionado. Parecía estar más nerviosa de lo que había evaluado para ponerse así con Meervenne, no cuando había entendido que en su corazón confiaba en él.

Los ojos oscuros de "su pintor" la enfrentaron llenos de inquietud y de un sentimiento pesado que no supo interpretar. Eran demasiado brillantes, notó entonces, Shayla se sintió algo encandilada por ellos.

Meervenne tenía una apariencia admirable, no podía ser ignorante sobre ello, pero acababa de ver en él algo que... no podía explicar. Sí, el hombre no era el primero, pero estaba en el top de los "aristócratas más deseados de Asteria", si ella misma no lo hubiese notado superficialmenente, las doncellas del castillo lo habrían hecho imposible de ignorar, no eran muy silenciosas al respecto.

Pero, para Shayla eso no era importante el atractivo de un asterita, era un miembro más de su pueblo, no era una prioridad, así que no sabía por qué de pronto se encontraba pensando en eso, precisamente en una situación así.

Takuya puso un dedo sobre sus propios labios, indicándole que hiciera silencio, sacó del bolso su celular y se lo pasó.

Shayla ni siquiera sabía que tenía uno, Meervenne no era alguien que se viera "antiguo", pero tampoco parecía muy amigable con la tecnología. Para decirlo con sus palabras, lucía como una persona constante y atemporal.

A pesar de esa mueca burlona que parecía haber captado últimamente.
 

"Esto huele más que mal Iereia. Nuestro grupo es un total desastre, decir que es un asco es quedarse corto, usted lo sabe y yo lo sé. Manténgame cerca, no se aleje demasiado. Esta persona 'irrelevante' no quiere más nada que estar a su servicio, por favor, no lo olvide"
 

Shayla borró las palabras, ignorando la puya, y escribió un mensaje para él.

 

"Cuando las cosas se pongan feas (Que lo van a hacer), causaré una distracción, todos los Lykans deberían intentar atacarme a mí, hacerme su máxima prioridad. En ese momento, debes escabullirte lejos con los demás Meervenne, me encargaré a partir de allí. Haré tiempo hasta que nuestros centinelas puedan unirse a la lucha"

 

Takuya leyó el mensaje e hizo una mueca de completa contrariedad.
 

"¿Qué se cree Iereia? ¿Inmortal y eterna? No me diga que ya se creyó lo que cantan las alabanzas sobre usted y su futura gloria, la temeridad inconsciente no llevará a nada"
 

Se lo volvió a pasar y esta gruñó por la burla antes de responder.

Si esta fuera una situación normal, tendría todo el derecho y el deber de cobrar con sangre su altanería y exceso de confianza. Pero, no lo era y Shayla odiaba esas malditas tradiciones de todas formas.

 

"Soy la Iereia"


Takyua resopló, parecía verdaderamente inconforme y enojado por sus palabras.

 

"Incluso los Ierei's y las Iereias pueden morir, portadores del draconis o no. Si le hieren de gravedad, es juego un acabado. No solo para usted, sino también para toda Asteria"
 

Satirizó él, tratando de hacerla entrar en razón.

 

"Es una orden"
 

Finiquitó Shayla, dándole una mirada mortal.

 

"Claro, Iereia. Disculpe la insolencia de hacer uso de la jodida lógica. Comienzo a entender que pensar algo antes de hacerlo, es una incoherencia y un grave delito en Asteria"
 

Respondió él sin más, haciendo gala de su verdadera y natural insolencia. Guardó el móvil con un gesto brusco, dando por terminada su inútil guerra silenciosa.

Y Shayla pensó que, quizás, ahora su mayor problema residía en descubrir que, después de todo y verdaderamente, Takuya sí era honesto con ella.

¿Qué podía desarmar más a una mujer solitaria que la lealtad en tiempos de incertidumbre?
 

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La primera grosería que notaron Takuya y ella fue que al llegar a la carpa en la hora acordada, el líder Aros, un Lykan en sus 40's —al que Shayla nunca había conocido en persona— aún no estaba presente.

A pesar de haber advertido que apreciaba la puntualidad, parecía que esa consideración no iba en ambas direcciones.

Takuya pasó la lengua pos sus dientes, sonoramente, en un gesto de impaciencia y Shayla lo censuró con la mirada.

Aproximadamente 15 minutos después entró el lykan. Era grande, musculoso, sombrío, su cabello lucía desordenado y su mirada era salvaje, tampoco carecía de atractivo, todo lo que se podía esperar del líder de los lykanthropos. Excepto por su vestimenta, que era muy pulcra y le daba cierto toque de elegancia superior para ser una raza tan abandonada al salvajismo.




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