El recuerdo fue suprimido, pero entonces las palabras hicieron eco en la cabeza de Shayla y antes de que pudiera procesar alguna emoción consciente Bluefire, como ella llamaba a su Spiritum Draconis, salió despedido de ella, rugiendo de rabia.
Su draconis no arrojaba fuego desde su nariz o su fauce, en cambio sus alas de energía podían generarlo y quemaban al hacer contacto, solo podía apagarse cuando el spiritum volvía a dormirse.
La carpa salió volando sobre ellos, consumiéndose en destellos azules en el mísmisimo cielo, mientras ella y Aros se veían a los ojos durante unos segundos, con fría furia mortal.
Como si hubiese un acuerdo, ambos marcaron distancia.
En cuanto Takuya se dio cuenta que el lykan le había puesto las manos encima a Shayla se puso en guardia, dejó de fingir que estaba trabajando, se levantó del asiento que le habían llevado fuera y fingió estirarse.
No pudo precipitarse y acercarse por los Lykans haciendo guardia desde afuera, no hasta que recibiera una verdadera señal de agresión, porque temía que Shayla lo mandara a colgar si se precipitaba y causaba problemas innecesarios. Pero, de pronto fue sorprendido por un sonido estruendoso y una especie de ola expansiva lo hizo caer sobre su espalda.
"Oh... Ahí está, la Iereia en acción", pensó impresionado, mirando su increíble cabello naranja rojizo ser azotado por el repentino viento. Nunca antes había tenido oportunidad de ver al draconis verdaderamente enfurecido, solo una mínima proyección durante las prácticas de Shayla en el patio trasero del castillo.
Aros empezó a transformarse, al tiempo que Shayla maniobraba con su otra mano para sacar sus armas de sus escondrijos, una daga desde una de sus botas y el cinturón en su pantalón se convirtió en un látigo. Lanzó la daga a un Lykan que se abalanzaba hacia ella, pero justo cuando alcanzaba el mango de otro cuchillo escondido, sintió como su cuerpo fue empujado hacia atrás por una fuerza inhumana.
Shayla logró alcanzarla en el último segundo y desgarró la primera garganta. Su lado salvaje estaba tarareando de placer. Se puso de pie, medio enredándose con la inoportuna capa que estaba siendo mordida por otro gigantesco lobo.
Hizo volar el látigo, cruelmente y sin dudar, lo cegó
Su Spiritum estaba suspendido en el aire, desprendiendo llamas, como decidiendo por dónde empezar. Shayla quería maldecir al draconis, la verdad es que tenía bastante personalidad el muy bastardo.
Se olvidó de él y de su táctica intimidatoria, ya se pondría en marcha.
De inmediato ubicó a Aros. Había completado su transformación, así que un lobo de pelaje almendrado la miraba con reto a corta distancia.
Todo alrededor era caos, lykans corrían de un lado a otro, aullando insidiosamente mientras se retorcía por haber sido tocados con el fuego de Bluefire.
Poco más atrás de Aros, estaba Takuya, con dos espadas cortas en sus manos sacadas de quién sabe donde, mirándolos como un niño impresionado, en lugar de salir corriendo. Shayla quería gritarle que se pusiera a cubierto porque Bluefire no se iba a poner a clasificar a quien achicharrar y a quién no, pero no quería llamar la atención hacia él.
Rodeándolos, los lykanthropos estaban agrupándose, por el rabillo del ojo podía ver a los Spiritums temblorosos de los asteritas y a los centinelas intentando mantener a salvo a los demás.
Pero, justo como lo había previsto estaban siendo superados en número.
Shayla tomó una decisión. Envió al Bluefire a ayudar a los centinelas, mientras ella distraía la atención de Aros. No perdió tiempo y cortó los múltiples agarres de la capa que entorpecía sus pasos, jamás podría luchar con esa estúpida cosa y sobrevivir.
Takuya se dio cuenta de la dirección en la que iba el Spiritum de Shayla, maldijo.
Todo había pasado muy rápido, ni tiempo de ayudarla a sacar a los demás había tenido y ahora ella pretendía enfrentarse sola contra el líder y otros de su guardia.
Admiró que su Iereia fuera tan correcta, a pesar de que los miembros del consejo dentro de la comisión merecían morir y que muchos de los otros no eran más que espías del resto, aun así, por esas pocas personas inocentes, ella... Sí, muy correcta, pero demasiado intrépida.
Vio de primera mano cuando los representantes de ambas razas se enfrentaron.
El lykan trató de atacar a Shayla por lo bajo, queriendo destrozarle una pierna y esta lo esquivó, pero por poco.
Takuya no dudó en involucrarse, sus espadas cortas se tiñeron de sangre rápidamente. Estaba tan cerda de ellos, tan cerca de poder ayudarla a deshacerse del enemigo, que quería rugir por el Spiriritum inactivo dentro de él.
Sin embargo, cuando dio un paso más al frente, tuvo que detenerse, el pecho le dolió terriblemente, su corazón se convulsionó.
Era una cosa atroz.
Se llevó la mano al pecho, la tortura se intensificaba a medida que Shayla se defendía lo mejor que podía y él no podía hacer nada. Era buena, pero, temía que Aros tenía amplia experiencia en combates reales y rastreros cuerpo a cuerpo.
"¿Qué rayos me está pasando?", se preguntó alarmado, mientras sostenía el área adolorida, como si al soltarla fuera a caerse en pedazos.
Era un pésimo momento para sufrir un ataque al corazón, los asteritas solían tener una larga vida y no eran afectados por enfermedades comunes, no podía ser desafortunado a ese nivel.
El aullido de los lobos agónicos no tardó en escucharse, cortesía de Bluefire, pero Shayla no cantó victoria, porque parecía que mientras más mataban, más aparecían.
En medio de una maniobra un tanto arriesgada, logró patear a Aros mientras lo sometía con el látigo, partiéndole una pata delantera. Quería compartir su satisfacción con alguien, buscó fugazmente a Takuya y se dio cuenta que este había caído de rodillas. Con sus manos en la parte superior de su pecho, como si estuviera cubriendo una herida, sus ojos estaban desenfocados.