El poder oculto

Capítulo 55: Grupos oscuros

   El cielo presagiaba una tormenta y en el lago se reflejaban las nubes y los árboles. El salón comedor estaba casi vacío y atribuí aquello al fin de la temporada de verano. Encontré a mis amigos desayunando. Los saludé en forma general y me senté junto a Sasha.

   Sebastián parecía mucho más relajado que el día anterior. Posiblemente había podido lidiar con el enojo de mi padre y Natasha se mostraba más cariñosa que nunca con él. Por algún motivo aquello me molestaba.

   Pedí un café amargo y lo bebí mientras Sasha contaba cómo en una ocasión había manipulado mentalmente a su maestra para que le diera las respuestas de un examen. Tal vez hubiera obtenido los mismos resultados si hubiese destinado el mismo esfuerzo a estudiar, pero estaba orgulloso de sí mismo y yo no era nadie para cuestionar sus métodos. El pelirrojo era muy astuto y tenía muchísimo poder en su interior. No podía ser casual que mi padre lo hubiera reclutado.

   A media mañana nos reunimos con Alan y Tamara en la biblioteca. El profesor hacía su mejor esfuerzo para cubrir el vacío que el viejo Al había dejado. Era muy difícil para él poder llenar esos zapatos, pero se notaba que hacía su mejor esfuerzo.

   En la clase aprendimos sobre la reencarnación de las almas y de los demonios. Conversamos sobre mitos, costumbres y religión, hasta que finalmente Alan abordó un tema que realmente me interesó: los aquelarres.

   —Tienen que valorar la oportunidad que les está dando Andrés Rochi. No es sencillo encontrar personas tan poderosas cuyas intenciones sean realmente buenas. El exceso de poder es capaz de corromper. Incluso yo me vi tentado en mi juventud a unirme a un aquelarre. Cuando mi madre, que siempre había sido muy precavida, se enteró de mi decisión, nos peleamos y dejamos de hablarnos durante algunos años. En ese momento era muy terco y no quise escucharla. Aunque Alfonso Aigam era su amigo, se enojó mucho con él por meterme en algo como eso —confesó Alan.

   Todos, incluso Tamara, estábamos sorprendidos ante sus palabras. Alan había pertenecido al grupo del viejo Al. Tal vez por eso la abuela de Tamara le había legado su grimorio a ella y no a su hijo. Él parecía una buena persona, pero tal vez no siempre lo había sido. Me pregunté qué habría sido capaz de hacer siguiendo las enseñanzas del inescrupuloso anciano. 

   —Cuando uno va ganando poder es muy difícil saber dónde tiene que detenerse. Al sentirnos apoyados por otros somos capaces de hacer cosas que estando solos no nos atreveríamos ni siquiera a pensar. Todos los miembros del grupo pueden volverse partícipes de actos que muchas veces van más allá de lo legal. Es difícil darse cuenta cuando uno está ahí dentro. Entre los integrantes suelen circular creencias que muchas veces son falsas, pero que por no quedar afuera y animados por tus hermanos te ves tentado a probar —Alan negó con la cabeza intentando espantar las imágenes que acosaban su mente.

   —¿Qué tipo de cosas son capaces de hacer? —interrogó Sasha.

   —Son capaces de cualquier cosa. Por eso, chicos, tienen que estar atentos y deben aprender a darse cuenta si alguien está intentando utilizarlos. Algunos hechiceros son capaces de mentir, de engañar, de manipular y de estafar incluso a personas cercanas. Otros van más allá y llegan a utilizar la magia prohibida, la magia de sangre. Muchos llegan a sacrificar animales e incluso desde épocas inmemorables se le atribuye a la sangre de las vírgenes ciertas propiedades mágicas... Afortunadamente supe darme cuenta a tiempo y pude salir del aquelarre sin verme demasiado perjudicado. En cuanto Raquel, que era mi novia en esa época, quedó embarazada, me prometí que me alejaría de todo y que no permitiría que nuestra hija se acercara a la magia. Sin embargo, la magia corre por las venas de Tamara, y se volvió insostenible negar su esencia. Ahora puedo verlo con claridad y estoy seguro de que lo mejor es que todos ustedes aprendan a utilizar su poder de la mejor forma posible y que no permitan que nadie los manipule —explicó el profesor.

   —¿Por qué la magia de sangre está prohibida? ¿Quién la prohíbe? —cuestionó Sasha alzando una ceja.

   —Bueno, no es que haya una especie de policía de la magia o algo así. Sin embargo, cuando pedimos algo es necesario dar algo a cambio, pero si lo que ofrecemos no nos pertenece directamente, como sucede en el caso de tomar la vida de otro ser, estaríamos engañando el equilibrio universal —dijo Alan y sus ojos se ensombrecieron.

   Cuanto más revelaba Alan sobre su pasado, más me intrigaba. Al igual que yo, él había participado en el grupo oscuro del viejo Al. Tal vez había vivido allí una experiencia similar a la que yo había experimentado intentando controlar a las banshees o quizás se arrepentía de las cosas que había visto o hecho. Teníamos mucho más en común de lo que había imaginado.



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En el texto hay: brujas, romance adolecente, paranormal suspenso

Editado: 17.07.2020

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