LA TRASNFORMACIÓN

Esteban, un chico llanero del departamento del Meta. Edad de catorce años con apariencia de once; estudiante de secundaria y amante de la literatura. llega a su colegio, primer día de clases muy exánime. No quería entrar a su salón de clases, además estaba muy confuso, no sabía a donde dirigirse. En su bicicleta atraviesa a diario por un camino cuya superficie es agujerada, tomando en cuenta que es un buen atajo ya que pésima está la ruta principal. Es un total de casi dos horas, sin importar lo largo que sea su trayecto o en qué condiciones climáticas se encuentre el día, nunca está limitado en el tiempo, es decir, nunca llega tarde. Es más, nunca falta.

Su casa está en el campo, un villorrio con menos de trece habitantes. En su pasado era la más visitada por los urbanos, pero sufrió una terrible sequía que acabó con sus manantiales y sus cosechas. Nada se podía hacer, sus campos dejaron de producir, una peste mortífera se propagó en el vacuno y todo empeoró cuando ricos usurpan una parte de sus tierras para extraer gran cantidad de crudo. Logrando así con esto más problemas y menos habitantes.

 Es el más querido por sus compañeros, es el mejor de literatura en el colegio, ya mencionado anteriormente; por supuesto no solamente en esa área es el mejor, también es excelente en áreas como matemáticas, física, química, religión y ética. En las demás sobresale por un poco más del medio. En algunas ocasiones no entiende cómo supera el área de inglés si no entiende el idioma de los gringos, aunque supone que es porque su maestro además de ser un total perezoso para enseñar, no asiste a las clases con frecuencia. Por todo y muy a menudo se enferma.

Tiene un libro favorito llamado “Una Gran Virtud”, fue aquel que le ayudó en la relación que tenía con su hermano menor, no es que hubiese sido tan mala, sin embargo, como todos los hermanos en cierta edad en ocasiones son egoístas, no por odio u otros de sus sinónimos, fue porque uno era mejor y favorito en el colegio que el otro. En este caso Esteban. Pero, en fin, eso ya se solucionó. José aprende lo avanzado de su hermano, pese a que él le lleva dos cursos por delante se colaboran entre sí y mucho más en los quehaceres de su casa u otros trabajos asignados por sus padres en el campo. Esteban en su tiempo libre lee, le gusta hacerlo, pero sobre todo con su hermano jugar, patear un balón que desde hace tres años el gobierno le obsequió como un regalo por su buena calificación.

Ya estando allí perdido entre una multitud de estudiantes, logra encontrar a su docente, pudo ubicarse y regresar a la motivación de seguir adelante como un buen alumno. Al fijarse en el salón muestra gestos de alegría, todos sus compañeros del grado anterior se encuentran ahí, muchos con cambios físicos, otros con cambios de peinado e incluso de voz, igual que él. Lo único que no se había logrado cambiar en él fueron sus ojos, esos ojos de amor. Desde que conoció a Sofía sus ojos no han cambiado, ella para él lo es todo y gracias a ella es lo que es; bueno, eso es lo que dice él. Es urbana, lo que dificulta para Esteban poder estar a su lado, aunque de igual manera la ve a diario por algunas horas en el colegio; pero como el chico está enamorado no quiere decir que él esté de un lado hacia el otro con ella. No, en realidad es algo distante. Lo que más admira de ella es que es inteligente y muy culta. “¡¡Claro!! de ahí el nombre Sofía, mujer sabia e inteligente, eso significa ¿Será que por el nombre se logra el propósito de una persona? ¿según su nombre?” Esteban y sus pensamientos raros. Bueno, eso es lo que piensa ya que muchos de sus compañeros tienen nombres con significados y eso los asimila a la personalidad que tienen. Por ejemplo; Adriano, significa negro en latín y pues... Bueno, no se confundan, en realidad es marrón. No obstante, los bufones le dicen negro porque como todo buen bufón se cree superior a los demás y le gusta humillar. Alejandro y Alejandra, cuyo significado es protector de hombres, ambos tienen su objetivo en el derecho y la equidad. Mientras que él: “Esteban, merecidamente coronado” Pensaba “¿Voy a ser un rey? No, sobre todo una persona como yo tan pobre ser rey. Puede que sea el rey, pero de literatura nada más”.  Siempre era con eso “¿Un rey?” Le preguntaban “Pero de literatura” Contestaba.

Luego de elegir su lugar mira a uno de sus compañeros, logra notar que es un nuevo alumno en su clase, así que de inmediato se aproxima para saludarlo. Es inevitable, siempre cuando llega un estudiante nuevo desea hacer cualquier cosa para ganar su confianza y a la vez hacerlo sentir como en casa, como un hermano más. Es una de las grandes virtudes que tiene nuestro amigo Esteban.

• Hola soy Esteban, tengo catorce años. Soy antiguo aquí y también el rey de la literatura - Estrecha su mano - Cuenta conmigo en lo que quieras.
• Gracias. Soy Peeta, tengo quince años y vengo del Rosario, un colegio rural. He llegado aquí por recomendación. Eso del rey ¿Por qué lo dices? -lo mira de manera fija a los ojos.
• No, solo que mi nombre es Esteban. Significa “merecidamente coronado”. En mi caso es en la literatura y pues según tu significado eso eres, eso es algo que creo desde hace no mucho tiempo.
• Y Peeta ¿Qué significado tiene? ¿Lo sabes?
• Bien –Extrae un libro azul de su mochila- Aquí dice que es carismático ¿Eres carismático?
• Bueno, sí; pero pensé que significaría alguna otra cosa.
• Tal vez no siempre seas según tu significado, sino tu nombre. Peeta -Realiza una mirada hacia las afueras del salón para de nuevo fijarse a los ojos de su compañero - ¡Puede ser poeta! es algo similar ¿No crees?
• ¿Yo poeta? Nada mal, aunque ni sé que es lo que escribo -inclina su rostro- no encajo muy bien en la literatura.
• ¡¡Ey!! – Ante el grito de Esteban todos los demás compañeros estaban observándolos - Ya te dije que cuentes en lo que quieras conmigo.
• Bueno chicos por favor siéntense - interrumpe la maestra - Antes de comenzar un nuevo año, les voy a presentar al reciente compañero.