El Poeta Y La Sirena

Prólogo

Hace algún tiempo una serie de sueños recurrentes ambientados con la música que llena mi alma detonaron la necesidad de revelar un poco de ese mundo de la cara interna de mis párpados. La forma en la que elegí liberar aquellos acontecimientos surreales, fue a través de una serie de historias entrelazadas inspiradas no sólo en los sueños que aún no logro comprender sino en todos aquellos que han estado presentes en mi vida. Cada lugar, cada personaje es el fruto de lo onírico y lo real.

Estas historias que creía eran una manifestación de mi descontento con la ordinaria vida, resultaron ser parte de mi memoria genética y de fragmentos de vidas pasadas que aún no consigo engranar sin que alguna pieza del autómata salga disparada y termine con la vida de un recuerdo incipiente.

Hace casi diez años buscaba escapar de esta existencia común atiborrándome de fantasías con mundos en los que era posible traspasar de una dimensión a otra al chasquear los dedos o más increíble aún: comer sin reservas y no engordar.

Todo eso que era parte de ese mundo privado al que cuidaba con recelo es tan real como esa noche de primavera en Celles, Bulgaria. 

La presencia de Mila se manifestó con una lluvia refrescante que lavó la sangre de mi golpeada cara cuando trataba llegar a salvo al helicóptero que nos llevaría al refugio de Sortavala.

Agotada por la agobiante lucha en medio de la que perdimos a Jürgen, empezaba  a perder el aliento, mis piernas se negaban a responder a mi necesidad de sobrevivir.

La melodía de la canción de cuna de la familia encontró su camino hacia mi penuria.

Petrificada por la impotencia de no haber hecho más para apoyar a mi hermano de armas e intoxicada por esos acordes familiares, caí de rodillas sobre el césped mojado y comencé a cantar “Anda, ya que la luna sonríe por ti…”

Entre sollozos me empecinaba a seguir la melodía de la canción.

Una voz de contralto, cálida como el abrazo de un oso siguió “Ven mi amor, te abrazaré, duerme ya…”  “¿Abuela Mila, eres tú?” La respuesta fue una risa genuina “Mi amor debes caminar. No mires atrás, no te lamentes. Un lobo y un oso uno serán” Esas palabras hicieron eco en mi interior.

Un golpe en la cien.

Oscuridad total. 




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