Me sentí ataca y fui atacada por decir no, por no querer, por no compartir opiniones y deseos, por no satisfacer al otro. Se han sentido superiores cerca de mí, han subido sus egos a mis espaldas y tras darme un par de puñalas me han dejado a la deriva. He sentido el corazón palpitar por el miedo y por no saber qué hacer.
Una chica, un chico, tenemos nuestras inseguridades pero siempre hay una razón tras cada una de ellas. He estado aterrada tanto como mujer y persona. Y hoy, en esta noche, una ocasión ofuscada, una noche en la que me encuentro llorando, quiero contarles el porqué de mi tristeza en ira. Todo lo que me acongoje mientras estoy bajo mis cobijas.
Hay inseguridades que nunca he mencionado, pero tomé la decisión de recurrir a la literatura como medio de escape, de desahogo y de cura para mis pesares.
¿Por qué nunca lo he mencionado? Me han enseñado desde pequeña que las mujeres de nuestra familia se defienden, pelean y siempre se sienten seguras de ser lo que somos. Pero me ha costado aprehender, no se como mis demás familiares lo han logrado, nunca me han dado la curiosidad de preguntar.
Mi madre y mi hermana me han enseñado que no debo sentirme como víctima sino como un soldado, que no debo verme como víctima sino como una mujer grande que puede aplastar, me cuesta aún aprehender ha lo que se refieren. Dicen que poco a poco lo veré.
Soy sensible ante el tacto, madre y hermana. Y aquí se lo contaré a los demás...
Atentamente: Deys Rowent