El Portal de los Sueños

Capítulo 1: Un mundo diferente (primera parte)

Siempre quise estar en un mundo diferente al mío, siempre quise estar en un mundo donde todo fuera como siempre quise, un mundo fantástico donde no haya guerras ni melancolía, y donde yo tenga la oportunidad de ser libre y de sentirme viva y feliz, donde pueda sentirme cómoda conmigo misma y con el ambiente. Yo… Sara, quisiera crear mi propio espacio donde las personas convivan en armonía y felicidad, y pueda incluso cambiar mi nombre…
Estaba en la calle, sola, ya había salido de la escuela. Se trataba del último día de clases. Solo había asistido para entregar los libros. Y lo normal sería, según la opinión general, que anduviese con un grupo grande de amistades como los demás, pero yo no soy así, yo solo camino de vuelta a casa con una sola compañía: Loki. Él es mi mejor amigo, nos conocemos desde muy pequeños, y siempre juntos hemos hecho todo. Hoy no estoy con él porque no ha ido al colegio, y mi objetivo entonces es ir a verlo a su casa a la salida. Pero me digo: «Será mejor que lo llame primero antes de ir a su casa». Saco mi móvil del bolso lleno de libros, no he entregado ninguno, lo llamo y él contesta.
–Hola, Sara –dice Loki. Se escucha con una voz un poco ronca.
–Hola, Loki –respondo a su saludo–. ¿Puedo pasar a verte?, estoy preocupada porque hoy no has ido a clase.
–Está bien, puedes venir, hay algo que quiero contarte.
–Nos vemos.
Después de mi conversación, aparece Rebeca por detrás con el rostro intimidante y burlándose de mí delante de unos chicos, todos corpulentos que marchaban detrás de ella:
–¿Estás sola, nena? –dice uno de ellos torciendo los labios, de la manera más… más horrible que podría existir.
–¿Por qué no vienes con nosotros? –dice Rebeca por fin, soltando una risa maléfica. Les hice caso omiso y me fui a paso rápido a casa de Loki.
Estando ya frente a su casa, llamo a la puerta desgastada, pero aún con el recuerdo de la talladura de nuestros nombres que hizo su padre hace años atrás. El grabado está justo arriba de la cerradura. 
Loki abre y lo veo con su pelo lacio todo desalineado. Se nota que apenas se ha peinado, pero a mí no me importa, ya estaba acostumbrada a verlo así, de hecho, me gusta su pelo oscuro, desarreglado, pues pienso que se ve más natural y que le da un toque perfecto y resalta su belleza. Loki lleva también un abrigo negro con rayas grises, divinamente tejido con los estambres de su abuela, el cual le cubre el cuerpo casi perfecto, y tentador, para aquellas típicas chicas que solo se fijan en su físico y quieren fiestas y piensan que son las mejores solo por salir con un chico así. Pero Loki es normal y cálido para aquellas que sienten que el mundo desaparece y solo existe él, cuando, al conocerlo y saber que es la persona más increíble del mundo, se sabe que no es posible separarse de él y se hace todo  por hacerlo feliz. No existen muchas personas así. Son muy pocas. Pero se podría decir que Loki y yo somos de ese tipo. 
Su cuello está rodeado con su bufanda favorita, la misma de muchos colores, con tonos azules y morados, que yo tejí y le regalé, hace varios años. Nunca la ha dejado de usar en tiempos de frío. Entre tantas bufandas más bonitas que esa, solo usa la mía. Me alegra saber que le encanta solo porque se la he hecho yo. Él dijo:
–Hola, Sara, pasa, siéntete como en casa.
Él me invita a entrar y me adentro en la casa. La misma casa acogedora y cálida de siempre, en la que correteábamos de aquí para allá por los pasillos cuando éramos niños. Ese pensamiento me hizo recordar los regaños de nuestras madres, cuando rompíamos un búcaro, y aún así, nos reíamos de la travesura. Recuerdo el aroma delicioso de los pasteles que hacía la abuela. Al sentarme en la comodidad del sofá, rememoro las noches de tormenta en las que Loki me abrazaba y me decía: «No tengas miedo, yo te protegeré», y me abrazaba aún más fuerte y sentía el calor de su cuerpo que me protegía, y dejaba de tener miedo.                                                                                                                        
Hacía bastante tiempo que no entraba en la casa de Loki. Cuando sus padres se fueron de viaje, Loki se pasaba la mayor parte del tiempo en la mía, donde disfrutaba de la comida de mamá, hasta que fuimos creciendo y él pudo independizarse. A veces deseo volver a sentir ese calor después del miedo, y estoy segura de que Loki también quiere volver a sentirlo.
Mi amigo está frente a mí, sentado en el sillón, tomándose un té. Él me ofrece y acepto. Es té verde, el mismo que él siempre toma y mi favorito.
–Muchas gracias, Loki –hago una pausa, tomo un sorbo del té y le digo–: ¿Por qué no fuiste a la escuela?
–Me he resfriado por el frío. Pero no te preocupes, estaré bien mañana. Cuéntame, ¿cómo te fue hoy?
–No muy bien, fue un día aburrido sin tu presencia. Y como siempre, Rebeca me estuvo molestando todo el tiempo.
–Tranquila, mañana no va a pasar porque yo estaré ahí contigo. 
Él me mira a los ojos con una sonrisa, y yo se la devuelvo con el rostro un poco sonrojado, y le digo:
–Loki, cuando te llamé, me dijiste que querías contarme algo, ¿qué quieres decirme?
–Cierto, para eso estás aquí. Tengo una noticia que tal vez te interese.
–¿Cuál?
–Leí un artículo en el periódico donde anunciaban que unos científicos descubrieron un portal secreto. Según ellos, nos dirige hacia otro mundo. Yo no me creí esa historia, así que la busqué en Internet, y los resultados fueron positivos, ¡existe otro mundo!
–¡Impresionante!, ¿y qué hay dentro de él?
–No lo sé bien aún, pero pensé que los dos podríamos averiguarlo.
–¡Waoo! ¡Qué coincidencia! Desde que era niña, siempre he querido visitar otro mundo diferente al nuestro. Pienso que es una buena idea investigar.
–¿Cuándo iremos allí?
–¿Tú crees que podríamos ir mañana mismo, después de la graduación en la escuela?
–Estoy de acuerdo. Sería como una cita..., eh, m... quiero decir... una salida para festejarlo, ¿no lo crees?
–Si, tienes razón.
Me sonríe y luego nos echamos a reír. Admito que estoy un poco nerviosa, pues sé que sus únicas intenciones son pasar el rato conmigo, aunque no sé si él tenga los mismos cálidos sentimientos que yo, es algo inpredecible.
Después de conversar un poco, veo mi reloj, y pienso que ya es hora de que me vaya. «Dios, se me hace tarde».
–Loki, lo siento, pero ya es hora de que me vaya.
–Está bien, no te preocupes –Loki se levanta del sofá y me acompaña hasta la puerta, un poco triste. Se le nota que no quiere que me vaya–. Muchas gracias por venir, me alegra que te preocuparas por mí.
–No tienes que agradecer, soy tu amiga, ¿no?
Loki se queda unos segundos en silencio y luego me sonríe mirándome a los ojos nuevamente.
–Bueno, nos vemos mañana, Sara.
–Adiós.
Al salir de la casa de Loki, el viento se hace cada vez más fuerte, así que me apresuro lo más rápido posible para llegar a tiempo a casa antes de que se desate la tormenta que se avecina.
Cuando llego a casa, veo que mamá todavía no ha llegado, pienso que aún podría estar en el trabajo, así que voy directamente a mi habitación a cambiarme. Voy a la cocina y mientras me preparo la comida, veo que en la mesa hay un papel escrito por mamá diciéndome: «Sara, sé que no te he dicho nada, pero estoy en un viaje de trabajo por un año. Cuídate mucho, cariño. Dejé en tu escritorio dinero suficiente para todas las necesidades, te quiero».
«¿Por qué mamá no me ha dicho nada? Es extraño, ¿pasará algo?», me pregunto alarmada. Me acerco un poco al papel, y me fijo en los rasgos para comprobar si es la letra de mamá, veo que, efectivamente, reconozco su forma peculiar de hacer la S de Sara, como un muñequito enredado en un alambre. De todas formas me parece extraño que no haya firmado y que no me dejara sus acostumbrados besos al final de la nota. Era su letra, pero escrita de forma apresurada.
Al leer la nota, me siento tan asustada, tan nerviosa, que pierdo el apetito. Guardo la pizza que ya tenía montada para hornear en el refrigerador. Me echo a llorar. Me siento en el suelo de la cocina con la cabeza sobre las rodillas, y me quedo dormida. Me despierta el viento fuerte que abre la ventana y lanza la nota de mamá contra mis pies. Lo que tengo ahora ante mí es el reverso de la hoja, hay un número largo que parece un teléfono, escrito con otra tinta y otra letra. «¿Será un número con el que puedo contactar con ella?» Busco mi teléfono, trato de comunicar a ese número, pero nadie responde, así que decido intentar comunicarme en otro momento. Me levanto y voy a tomarme un baño para despejar mi cabeza, mientras me digo: «Bueno, todo esto significa que voy a estar sola aquí. Ahora, ¿debo preparar las cosas para mañana visitar el nuevo mundo con Loki?» Decido pensar en otra cosa antes de que desista del viaje.




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