El precio de la corona.

III. Todo un personaje.

El actor tiene una copa de vino tinto, la mueve de una manera que hace que el líquido choque contra el cristal de tal forma que hace parecer que dentro de la copa hay un mar de sangre. Mientras me llevo un bocado de carne a la boca, noto como Kate está en la esquina observándonos, la sonrisa se le borra del rostro al darse cuenta qué la estoy viendo.

Landon, hace un movimiento con su cabeza, haciendo que sus rulos castaños caigan sobre su frente, gracias a esto me percato de sus ojos, son de un color azul, enarco una ceja cuando él me voltea a ver, no mostraré que me siento avergonzada de que me haya pillado viéndolo.

—¿Cuántos años tienes? — deja su copa en la mesa y me voltea a ver.

—Lo único que sabrás es que eres muy mayor para mí.

—¿Me estás diciendo viejo? —ríe, y yo trato de mantenerme lo más seria posible.

— Exactamente.

Me llevo la copa la boca, no sin antes remojar mis labios. Su mirada está fija en mí, les diré lo que sé hasta ahora, y sí, muy aparte de la información que me brindó mi inútil asistente: es mujeriego o al menos no se resiste en coquetear con la primera mujer que se cruce en su camino, se nota por la manera que tiene de sacar plática y sus expresiones, igual que es un egocéntrico, se cree capaz de conquistar a cualquier mujer, y tal vez lo haya hecho anteriormente, pero lo que no sabe, es que conmigo es algo imposible.

El comedor está inundado por una oleada de incomodidad y un silencio extremadamente incómodo, dejo una vez más el tenedor sobre el plato, pero esta vez hago una seña para que la sirvienta se lleve mi plato, me ofrece algún postre, pero me niego, mis ánimos no están como para comer algo dulce. Sigo mirando fijamente al actor, y esta vez no me importa que me esté viendo por el rabillo del ojo. Deja sus tenedores en su plato, me mira fijamente, suelta una risita y sonríe.

— ¿Le gustaría saber algo de mí? — me enderezo y suelto un suspiro.

—Lamento decirte que no me interesa nada de ti, creo saber lo suficiente.

—Me gusta practicar el senderismo de montaña, aunque solo lo hago cuando estoy en Escocia, no tengo vicios, tal vez fume y tome pero solo en algunas ocasiones, he trabajado como en veintidós proyectos televisivos…

—Parece que te dije que no me importa en lo absoluto tú vida. — llamo a Ryan y él se acerca a mí rápidamente— Me voy a retirar.

Él asiente, me levanto lentamente de la mesa, paso detrás del asiento de Landon y sigo con mi camino, escucho como la silla suelta un chirrido pero decido ignorarlo.

—Princesa Violet, —de mala gana volteo y noto como hace una reverencia —fue un honor poder cenar con usted su majestad.

—Lo sé.

Salgo triunfante del comedor, camino entre las dos filas de guardias mientras Ryan va a mi lado, me susurra que vayamos al jardín, algo que acepto, de seguro quiere distraerme de este mal momento que acabo de pasar, las escalinatas hacia el jardín las bajamos lentamente como si quisiéramos tardar demasiado. Nos sentamos en una banca, la cual tiene una vista preciosa de lo que es el jardín, Ryan se agacha y toma mis zapatillas entre sus manos, liberándome de esta tortura. Las deja a un lado y yo coloco mis pies sobre la hierba, agradezco que esté seca, ya que la sensación es sumamente relajante.

—Esto es un desastre, me molesta que Kate haga las cosas sin mi consentimiento.

—Siéndote sincero hasta yo lo haría, sino, nunca te casarías y eso llevaría a que nunca reclamarías la corona.

—Pero, ¿un actor? Es una locura. —me llevo las manos a la sien y cierro los ojos.

—Para mí es como una de esas series de comedia que veo en mis tiempos libres, me divierten tus desgracias.

Le doy un golpe en su hombro, y él me lo devuelve, ahogo un gesto de sorpresa, él se levanta y me reta a alcanzarlo, mi vestido es corto, ya no tengo zapatillas, no hay nadie a nuestro al redor así que me propongo alcanzarlo. Correteamos por todo el césped, mis latidos van a mil kilómetros por hora, Ryan tiene una excelente condición física, así que para él esto es como si solo estuviera recorriendo el césped tranquilamente. Yo misma me animo a seguir intentándolo no pienso perder contra Ryan, tomo un poco de velocidad y es cuestión de unos cuantos segundos para que las yemas de mis dedos rocen la tela del saco de mi guarura. Ryan se cae al intentar voltearme a ver y yo tropiezo con él cayendo sobre su pecho. Ambos nos miramos y explotamos a carcajadas,

Caminamos de vuelta a la banca para poder recuperar el aliento antes de que ambos partamos hacia nuestras respectivas alcobas. Pacientemente me coloco las zapatillas, suelto un largo suspiro y dirijo mi mirada hacia el cielo estrellado, susurro un deseo y volteo a ver a Ryan. Ambos compartimos nuestros deseos desde que tengo memoria, nos parecía absurda la regla de no contárselos a nadie.

—Desee que esta mierda se acabe pronto.

—Bueno, yo desee que el pobre hombre que vino para hacer tu esposo conserve su integridad psicológica y la vida.

 

Camino lo más rápido que me permiten los tacones, necesito llegar en un minuto al otro extremo del castillo y así poder llegar temprano a la reunión donde probablemente vuelva a salir peleada con mi tío, e incluso ahora con su adorado —y según él —ejemplar hijo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.