El precio de la corona.

IV. Adorarte a ti no sería un castigo.

Escucho a Charlotte, — la novia de Simon— su voz es gangosa y habla a mil kilómetros por hora, y creo que es tan tonta como para no darse cuenta que me la he pasado con mi cara de disgusto desde que me empezó a contar que tan empalagoso es mi primo con ella. Ella se ve tan inspirada, decido no cortarle la emoción necesito estar de buen humor hoy, Marilla empieza a deshacer un poco los rulos que me ha hecho con la rizadora, mientras yo me retoco el labial. Suelto un suspiro y  me levanto de la silla, ella parece no importarle por qué no se calla aun así yo esté saliendo de la habitación.

—Sino logras mantener callada a Charlotte en la cena, te despido Kate. —le advierto a mi asistente al toparme con ella en el pasillo.

Al inicio de las escaleras está Ryan esperándome para acompañarme hasta el comedor, donde será la cena que acabará condenándome a un matrimonio que nunca pedí ni anhelé.

—Te ves hermosa Violet, pero…

—Si me dices que me vería más hermosa sonriendo, déjame decirte que tú te ves mucho mejor callado.

Ryan accede en quedarse en silencio durante el recorrido que nos llevará al comedor, mientras cruzo entre las dos filas de guardias que custodian el pasillo me siento sumamente incómoda tal vez por que mantienen su mirada fija. Escucho la puerta abrirse y la luz del comedor me deslumbra, al entrar puedo ver a los condes, duques, duquesas charlando de pie alrededor de la mesa, es como una pequeña fiesta de compromiso de la cual yo no estaba enterada.

Charlotte entra por la puerta trasera y al verme suelta un grito de emoción, ¡por Dios! Nos acabamos de ver en la alcoba, todas las miradas se dirigen hacia mí, y yo sonrío incómodamente, agradezco sus reverencias, la mayoría de las mujeres se acercan a mí algo emocionadas. Al parecer todos voltean a ver a Charlotte la cual toma aire y lanza la pregunta:

—Todas tenemos la misma duda Violet, ¿Dónde, ¿cómo y cuándo conseguiste a ese hombre?

—¿Hablan de Madden? —noto como las mujeres más jóvenes y solteras se emocionan a escuchar su apellido — Yo no tuve que conseguirlo, él solo vino hacia mi…— es hora de exagerar la situación— rogando por una oportunidad.

—Y qué bueno que se la dio princesa, es guapo, caballeroso, y atento.

Vaya, al parecer nos estamos confundiendo de hombre, escucho como todas sueltan unos largos suspiros y siento una mano en cintura que hace que me sobresalte, siento un beso en la mejilla y luego siento mi rostro arder.

—Buenas noches, señoritas, me robaré un momento a mi novia.

¿Acaba de decirme novia? Me jala hacia él y caminamos juntos saludando a las personas que se nos crucen en el camino, llegamos hasta el umbral de la puerta trasera y él toca la puerta para que el guardia abra, al hacerlo entramos y yo me separa rápidamente de él.

—Te he dicho mil veces que no me toques.

—Pero si debemos aparentar ser una pareja de comprometidos enamorados y felices. — hace un mohín y yo suelto un gruñido— Quiero ensayar como te pediré matrimonio.

Menos mal que el guardia se ha salido para darnos privacidad, porque sino ya seríamos tema de conversación de todos los sirvientes del castillo.

—Aquí todos son fanáticos de lo tradicional, así que se te recomiendo que te arrodilles y me adores.

—Adorarte a ti no sería un castigo, —me guiña un ojo y yo solo le doy un golpe en el pecho— sería todo un honor.

—¿Qué te dije de tu coqueteo?

—Te dije que no te prometía nada.

 

La cena transcurre tranquila, intercambiamos algunos comentarios sobre lo que es una vida de casados y si llego a escuchar “cuando tengan hijos el castillo se llenará de alegría” les juro que me retiro a mi alcoba. Landon llama la atención golpeando su copa con un tenedor, todos guardamos silencio y lo observamos, sé muy bien lo que viene, las manos me sudan y yo empiezo a temblar, quiero salir corriendo de la sala y refugiarme en el salón de eventos tal y como lo hacía cuando era pequeña. Él se pone de pie y empieza a hablar.

—Hace un par de años recuerdo cuando Kate, amiga mía, bromeaba sobre presentarme a su jefa, en este caso la princesa, —me pregunto si ha improvisado o ha practicado esta patética anécdota— y le decía que no, que era una locura que alguien como ella aceptara estar conmigo.

Esta totalmente en lo correcto, ni aunque fuera el último hombre de la tierra— y si no me tuviera que casar— lo hubiera escogido a él.

—Me la presentó—todos ríen— cuando la conocí dije: “vaya, sí que eres fuerte” eso fue después de que me abofeteara por intentar robarle un abrazo sin su consentimiento— de nuevo, todos vuelven a reír— nos separamos, aunque yo ya había quedado embobado con ella, y hace poco me enteré de que habían pretendientes para casarse con ella,

»no pude soportar la idea de que en verdad estaba por casarse y yo ya no tendría la oportunidad de estar junto con ella, así que me cuestioné a mí mismo, y concluí que no me imaginaba mi vida sin ella a mi lado.

Camina hacia mí lugar, todos siguen sus pasos con la mirada, trato de sonreírle, pero siento como mi labio inferior tiembla.

—Así que en esta noche, delante de todos ustedes, quiero pedirle a Violet que sea mi esposa.




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