2 años y medio después…
—No sé cuántas veces tengo que decirte que no te esfuerces más de lo necesario —indicaba Hae Soo su compañera de cuarto y grupo.
—Soy terca y no importa cuántas veces me lo digas, sabes que no dejaré de hacerlo —manifestó Angie con una sonrisa y guiñándole el ojo.
Después de esa llamada su familia la apoyó y contribuyeron con ese favor que les había pedido. Odió hacer aquello, se sentía como la peor mujer del mundo, lloró por tener que dejarlo. Pero si quería un futuro mejor a su lado, tenía que sacrificar cosas. El mantener su recuerdo en la memoria era ese punto de apoyo que necesitaba para continuar.
Al llegar a Corea, se sintió nerviosa e insegura. Sabía que al ser llamada era porque poseía el talento para estar allí, pero era consciente de que en ese tiempo en el que se preparara para debutar, muchas personas no la aceptarían por ser diferente y no pertenecer a su mundo, estarían las personas que le harían la vida imposible para que sucumbiera.
Y así sucedió, muchas chicas la denigraban y criticaban, la humillación fue grande. Pensó en dejarlo, pero, al recordar todo lo que dejó para poder estar allí, le daba la energía para soportar lo que viniera comenzando de nuevo. Desde su llegada, se esforzaba el doble comía y dormía poco ensayando el triple de lo que debía, forzando su cuerpo más de lo normal.
Sus compañeras de grupos resultaron ser sus mejores amigas y su mayor apoyo. A pesar de ser la mayor la trataban como la maknae del grupo, claro su estatura no ayudaba en mucho, era pequeña delante de cualquiera allí. El nombre del grupo era Wonders Stars, compuesto por cinco chicas bailarinas y que dependiendo de la actuación tocaban instrumentos. Tenían personalidades diversas, aun así, se entendían a la perfección, era lo más importante. Como todo, existían los altibajos, situaciones que podían solventarse si platicaban como las amigas, compañeras y familia que eran.
La agencia junto con sus compañeras eran los únicos que sabían su secreto. No era por vergüenza que lo ocultaba, si no por proteger la reputación de las chicas. Ya cuando estuvieran consolidadas, se tomarían el tiempo para revelar la noticia para que no afectase por ningún concepto la imagen de las Wonders Stars.
—Sé que muchas te han tratado mal, y sabes que es porque envidian tu talento, por esa manera tan rápida de aprender y no quedarte atrás. Te consideran su competencia más fuerte —expresaba la chica intentando hacerle entrar en razón, se esforzaba demasiado y de seguir así podría colapsar.
A.Z como decidieron ponerle por las iniciales de su primer nombre y apellido, lo pensaba muy seriamente. Ya faltaban dos semanas para su debut y se encontraba ensayando más de lo normal sin descansar adecuadamente.
—Por esta ocasión te daré la razón, falta poco para la presentación y si colapso sería perjudicial —expresó con una sonrisa para cambiarse e ir a caminar un rato.
Hae Soo la miraba con melancolía, por ser compañeras de cuarto eran más unidas y sentía que el dolor de A.Z como propio. Ya después de ducharse y cambiarse, tomó sus cosas para marcharse. La residencia donde vivían era para todos los trainees de la SM, por ello cuando se encontraba cerca los murmullos nunca faltaban, debido a eso prefería quedarse en casa o salir junto a las chicas.
Cerca del lugar quedaba una cafetería, que era su favorita. Ese día su amigo no estaba, pero al ser cliente habitual, quien estuviera sabía lo que quería y se lo preparaban sin preguntar. Tomó su disco para que le indicaran cuando estuviera lista su orden, fue a buscar un asiento pero todo estaba lleno. Divisó un sitio y allí estaba un chico, al mirarlo más de cerca juró que era un idol, esa manera tan tapada no era de personas comunes. Y menos con ese calor.
—Disculpe ¿me puedo sentar? Todo está lleno —indicaba ella con una media sonrisa.
El chico observó a su alrededor para cerciorarse que no era una fan, era verdad. Todo estaba ocupado, asintió mirándola y detallándola. Sus facciones eran diferentes, era extranjera. A.Z se sentó sin prestarle demasiada atención mientras jurungaba su móvil, ella sabía lo que era esconderse para que no se dieran cuenta, aunque ella no era tan popular como sus compañeras, eso la dejó un poco cabizbaja. El chico se dio cuenta del repentino cambio de ánimo y le picó la curiosidad.
—Un rostro tan bonito, no debería estar empañado por la tristeza —comentaba él para animarla un poco.
—Gracias, pero me es inevitable —declaró con un deje de tristeza sin apartar la vista de su disco de pedido.