El Presagio de las Flores (libro de la rosa negra)

Volumen 1: Mascara sonriente Acto 3

Varias horas después...

Pese a los constantes intentos de Erse, Iván no desistió desde desempolvar los pasillos hasta vaciar las fosas sépticas, él fue capaz de completar todas las tareas de Erse, llevando a que ella terminase mucho antes de tiempo.

Por una parte, gracias a la asistencia del joven quien encontraba formas ingeniosas de completar las tareas haciendo uso de principios físicos y la escritura de runas.

Y por el otro el inclemente espíritu competitivo de Erse, quien la llevo a trabajar más duro de lo que había hecho en el pasado, al borde de que tanto ella como Iván colapsasen en la entrada de la mansión.

A sus alrededores una gran cantidad de nieve había sido paleada y apilada al tiempo en que ambos apenas lograban recuperar el sentido...

—Santo cielo ¿quién gano? —Pregunta Erse.

—Creo que fue un empate... —Aclama Iván —¿Cuál es la siguiente tarea?

Ante esas palabras el claro sonido de la risa de la joven se hizo presente, la cual claramente estaba totalmente agotada.

—Eso es todo lo que tenía que hacer el día de hoy, lo único que resta es ir a buscar el correo —Señala la joven.

—Bueno, eso suena fácil, ¿quieres que te ayude? —Pregunta el joven.

—No hace falta, solo caminare hacia el pueblo y regresare rápidamente...

—Olvídalo iré contigo.

Al escuchar esas palabras el joven no pudo evitar recordar todo lo que ocurrió la última vez que dejo que Erse fuese sola a la ciudad; no importa que pase no podía permitir que nada malo le pasase...

O si no la anulación del contrato borraría el ducado de Willburg de la faz de estas tierras.

—Se que solo te he molestado, pero será más fácil para ambos si vamos encima de Réquiem, iremos y regresaremos en menos de una hora —Aclama antes de que Erse se abalance sobre él.

—¡Acabas de decir que iremos montados en Réquiem! —Exclama con un tono emocionado.

—Si, eso dije...

Con esas palabras la mirada de Erse se volvió similar a la de una niña a la que se le prometió ir a la dulcería, una escena que a Iván le parece tierna, aunque antes de cualquier cosa había algo que arreglar.

—Bien, pero antes que nada déjame cambiarme la ropa, esta esta sudada y llena de tierra —Espeta el joven.

—Por supuesto Joven amo —Responde Erse retomando su compostura.

En ese momento Iván no puede evitar notar la ropa llena de puntos y cortes que la joven había usado hasta ahora, desde el ataque de Barien, Erse no había sido capaz de obtener otro uniforme, aun así, no había ninguna razón para mantenerla en ese estado.

—Pensándolo bien, tú también deberías tomar un baño...—Espeta ocasionando una mirada de total vergüenza en la joven —No es lo que quise decir no es que huelas mal de hecho tu aroma es precioso. Eso... sabes que ni siquiera voy a justificar lo que te dije.

Iván no midió bien sus palabras y sin querer ofendió a la joven llevando a ambos a un largo e incómodo silencio...

Media hora más tarde...

Dentro de una de las habitaciones de la mansión que ambos habían limpiado, Iván revisaba las funciones del sistema, al mismo tiempo que en la habitación de lavado Erse tomaba un profundo Baño en la alberca.

Desde el día en que fue llevada a la mansión únicamente se había limitado a limpiarse con un par de baldes de agua, por lo que era la primera vez que se sumergía en la alberca.

La sensación del agua caliente y el jabón contra su piel le hiso relajarse profundamente, mientras toda la tensión y el cansancio que normalmente ignoraba escapaba de ella.

Aun así, esta no pudo evitar sentirse confundida, no podía evitar preguntarse «¿por qué su joven amo hacia todo esto?».

Tras unos minutos la joven decidió salir del agua caliente, proceder a retirar los residuos de humedad de su piel y cabello, como siempre teniendo cuidado en las áreas donde estaban sus heridas.

Pero en ese momento, se dio cuenta de una verdad que había estado ignorando hasta ahora.

En un extremo de la habitación junto a la puerta se encontraba un espejo de cuerpo completo, donde la joven pudo ver claramente como los pétalos que brotaban en su cabello ahora poseían un color saludable y del mismo modo las heridas que marcaban todo su cuerpo habían desaparecido.

Desde la noche del ataque Erse no se había visto en un espejo por lo que la condición de su cuerpo le era totalmente desconocida hasta ahora. En ese momento no pudo evitar rememorar ese día...

Hace cerca de un año y medio...

En un lugar oscuro lleno de celdas en su mayoría vacías, se podía apreciar a Enrique Milfiore, quien junto a un hombre encorvado caminan junto a las celdas.

—Es muy raro que haya venido en persona a vernos Barón Milfiore —Aclama el hombre encorvado —No estamos en temporada de subastas de esclavos y lo que tenemos aquí solo son las sobras de la última venta.

—Ciertamente parece que fue una buena temporada para ustedes —Señala el noble.

—Asume correctamente, nuestra caravana es conocida por cuidar bien de nuestros productos —Expone el comerciante —Incluso los productos que no se vendieron reciben 2 comidas al día y tienen derecho a salir una vez por semana, su vida es más cómoda que la de muchos prisioneros o mendigos.

Al ver detenidamente a los esclavos en las celdas Enrique pudo notar que no parecían pasar por desnutrición, ni abstinencia al sol por lo que las palabras del comerciante eran ciertas; Enrique no le da mucha importancia y solo sigue su camino.

—Y dígame, ¿Qué clase de esclavo está buscando? — pregunta el comerciante.

—No lo sé... —Responde —La verdad solo vine siguiendo una corriente de viento.

—¿Una corriente? — Pregunta.

—Espero no importe si solo paso por aquí mirando un poco —Aclama.

—Para nada, incluso si no compra nada es libre de ver todo lo que quiera... —Aclama el comerciante quien claramente contenía el enojo.



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En el texto hay: misterio, magia, suspenso

Editado: 03.05.2024

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