—De cualquier manera, ya que es el dueño de la feria hay un asunto serio que me gustaría tratar —Aclama el joven con una mirada más seria —Es probable que tengan una posible epidemia de Difteria entre manos.
Ante esas palabras la expresión del señor Dunbar cambio de repente...
La Difteria es una enfermedad crónica que hace tiempo mato a muchos de los habitantes del continente y más allá; siendo sus síntomas habituales la tos, fiebre, y obstrucción de las vías respiratorias, además de ser totalmente contagiosa entre huéspedes.
—Lo que dice es una teoría bastante curiosa joven maestro —Espeta Isaac —Aunque si el problema reside en una Dríada enferma, entonces nosotros podemos encargarnos...
—No es tan simple... —Señala el joven —es mucho más difícil para las Dríadas desarrollar enfermedades que los humanos gracias a su sistema inmune tan particular; No a menos que se halla contagiado directamente de otro huésped.
Ante esas palabras la mirada del hombre se oscurece repentinamente, al tiempo que una intensa sed de sangre se hace sentir.
—Alda tiene marcas en su cuello, ¿no fue usted quien dijo que ni siquiera los empleados tienen permitido tocar a las dríadas? —Señala el joven.
—Si, tiene toda la razón —Aclama el hombre tranquilizándose levemente —Me asegurare de investigar el caso apropiadamente.
Con esas palabras Iván no tenía duda alguna sobre lo que Dunbar estaba pensando, por lo que era más que seguro que planeaba deshacerse de la dríada y la persona quien la contagio.
Una epidemia de una enfermedad como la Difteria en una feria que provee alimentos y entretenimiento a la población, no solo podría arruinarlos, incluso podrían ser llevados a juicio por esto.
—Si no tiene más que hacer, entonces cordialmente le pido retirarse —Espeta Dunbar.
—De hecho, hay una cosa más —Aclama Iván señalando a la joven que tocaba el violín —Me gustaría contratar a esta dríada.
—¿Contratarla?
—Planeo hacer una fiesta en la casa de las flores para el cierre del festival de la luna de invierno, alguien con un oído musical tan afinado como el de ella seria perfecta —Señala el joven —estoy dispuesto a pagar lo que pida para que me la preste por unos días.
—Joven maestro —Aclama Dunbar abriendo la carpa —Por favor acompáñeme, hagamos un negocio del que ambos salgamos bastante beneficiados.
Con esas palabras tanto Iván como Erse son acompañados fuera del lugar por Dunbar, al tiempo que el joven nuevamente detectaba a aquel aroma efímero de la última vez, al mismo tiempo que Dunbar detectaba un aroma particular de la joven sirvienta.
Una hora más tarde...
Una fuerte nevada empezaba a hacerse notar sobre la ciudad, al tiempo que dentro de una de las caravanas de la feria el joven Milfiore resolvía todos los temas financieros y legales con respecto a la contratación de la Dríada.
Durante ese tiempo Iván se vio en la necesidad de solicitar a Erse que saliese de la habitación, debido a la fuerte hostilidad que esta presentaba hacia el hombre.
El joven Milfiore no le dio mucha importancia en el momento por lo que sin más complicaciones un contrato fue escrito y firmado por ambos.
—Con eso todos los asuntos están resueltos —Aclama el señor Dunbar —Puede venir a recoger a la dríada mañana por la mañana.
—Lo entiendo, le deseo una buena noche —Espeta el joven.
—Lo mismo digo, y por favor tenga cuidado —Señala el hombre —He escuchado unos rumores algo inquietantes cuando llegamos a la ciudad.
—¿Rumores? — pregunta el joven.
—Sobre un criptido irregular, con un cuerpo blanco como la nieve y ojos rojo escarlata capaz de moverse libremente en la luna de invierno —Aclama el hombre —La gente no sabe lo que es, pero yo lo es bastante bien, es muy posible que se estén enfrentando a una "Ventisca mortal".
—¿Ventisca mortal? — pregunta el joven —¿que no son un cuento de las Dríadas para asustar a los campistas?
—Le puedo asegurar joven maestro Milfiore, yo no me burlaría de un cuento, por muy fantasioso o disparatado que sea —Aclama en un tono serio —Deberían buscar un alojamiento en la ciudad, las vías pueden ser peligrosas en la oscuridad y con tanta nieve acumulada.
Con esas palabras los jóvenes se despiden del dueño de la feria, y siguiendo su consejo llevan a Réquiem a unos establos y posteriormente se hospedan en una posada.
Cruzando por el pasillo con dos llaves en sus manos el joven Milfiore procede a entregar una de estas a Erse.
—Joven maestro ¿Qué es esto? —pregunta la joven.
—Es la llave de tu habitación, ¿acaso pensaste que dormirías conmigo? —Reclama el joven.
—Yo nunca me atrevería a pensarlo, es solo que me molesta que haya gastado en dos habitaciones, yo perfectamente pude haber dormido en el pasillo —Señala la joven.
—¿Quieres hablarme de dinero?, el precio de las dos habitaciones no se compara a todo lo que perdiste en esa rifa —Reclama el joven.
—Al menos ganamos el premio mayor, un pase a los palcos de lujo de la arena de Gladiadores en el ducado de Skullblade —Aclama la joven exhibiendo sus pases.
—Ni siquiera voy a señalarte todo lo que está mal en esto, me voy a dormir, deberías hacer lo mismo —Espeta el joven tratando de ingresar a la habitación.
—Joven amo... —Espeta la joven callando en seco durante un segundo —Buenas noches.
—Buenas noches... a ti también...
Al cerrar la puerta Iván no pudo evitar sentirse extraño, en esta ocasión no sintió falsedad o doble sentido en las palabras de Erse, probablemente solo un efecto de su imaginación.
Del mismo modo Erse no sabía que le pasaba, esta empezó a desabrochar su vestido con rabia al tiempo que se retiraba el sombrero de seda violentamente, pero antes de tirarlo al suelo, esta se detiene.
Erse no podía entender que le estaba pasando, sentía como si el joven Milfiore le hubiese lanzado un encantamiento o alguna maldición, la cual solo se activaba cuando este estaba cerca, haciendo que por más que lo intente no pueda odiarlo.