El presente de los miedos

Capítulo 9

No llovía, y eso era algo bueno. Elliot y yo comenzamos a caminar en dirección a mi casa de manera lenta y sosegada mientras él esperaba a que yo me decidiera a contarle algo sobre mí.

 

—Tu vida debe ser más interesante que la mía —dijo.

 

Solté una carcajada sin humor.

 

—No te creas.

 

—¿Por qué?

 

Se le veía interesado en saber cosas sobre mí, y eso se me antojó agradable.

 

Le miré directamente a los ojos. Su mirada era bonita. La primera vez que le había visto no había sido capaz de apreciarlo, pero en ese momento me di cuenta de su valor. Su mirada tenía un brillo especial: uno apacible, silencioso. Seguía guardando belleza en ella, aunque distinta. Una belleza rota.

 

Me debatí mentalmente sobre hablarle de Jasmine. Quizá sacar ese tema de nuevo no era lo mejor para él.

 

—Vivo encerrada en ese maldito Starbucks.

 

—¿No estudias? ¿Cuántos años tienes?

 

Se me hizo raro que él preguntara esas cosas de mí. Últimamente hablar de mí misma se me hacía extraño, no estaba acostumbrada. Hacía mucho tiempo que las únicas preguntas que se formulaban a mí alrededor eran sobre Jasmine.

 

—Tengo veintiún años. Y sí, estudio..., bueno, estudiaba. He hecho una pequeña pausa.

 

—¿Un año sabático?

 

Solté otra leve carcajada.

 

—Algo así.

 

Elliot se quedó dubitativo por varios segundos.

 

—Tenía entendido que el año sabático sirve para descansar, no para encerrarte en un Starbucks.

 

Exacto, un año sabático servía para descansar, pero no era mi caso, ya que no era un año sabático. Rápidamente me di cuenta de que ni si quiera podía hablar de mí censurando cualquier parte que tuviera que ver con Jasmine, o, mejor dicho, con la enfermedad de Jasmine. Mi vida esos meses atrás había girado en torno a eso y hasta ese momento no me daba cuenta de verdad.

 

—En realidad no es un año sabático —comenté, dispuesta a contarle la verdad. Estuve en silencio unos segundos, ante la atenta mirada de Elliot, y continué—: mi hermana tiene cáncer. Leucemia linfoblástica aguda.

 

Elliot dejó de respirar por unos segundos. Mi declaración le había dejado aturdido. Pestañeó varias veces e imaginé que estaba debatiéndose mentalmente qué decir a eso.

 

—Vaya... Lo siento. No quería...

 

Me resultaba cuanto menos interesante que un ex paciente de cáncer se avergonzara por sacar aquel tema sobre otra persona.

 

—No importa —contesté con una sonrisa liviana—. Es lo justo. Tú me has contado tus cosas y yo te cuento las mías.

 

Pareció aliviarle aquello.

 

—¿Cuántos años tiene ella? Creo recordar que en un momento hablaste en plural, de "tus hermanas". ¿Cuántas son?

 

Me quedé impresionada por su gran atención.

 

—Jasmine tiene trece años, dentro de poco cumplirá catorce.

 

Elliot ejecutó una mueca con sus labios. Seguro que estaba pensando que era una pena que pasara por eso con esa edad.

 

—Jacqueline es mayor que yo. Ella tiene veinticuatro años.

 

—¿Eras donantes antes de su diagnóstico? —preguntó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.