No había imágenes, no había ni un solo sonido, todo estaba oscuro con un silencio muy incomodo y misterioso en el ambiente.
Ella se encontraba corriendo incansablemente en un intento desesperado para encontrar la salida mientras pequeñas gotas de sudor recorrían su rostro.
¿Dónde estaba su familia? ¿Y sus amigos? ¿Qué lugar era éste tan lúgubre y tenebroso? ¿Cómo fue a parar ahí? De repente sintió como una fuerza misteriosa la tomaba de sus piernas provocándole una fuerte caída, era extraño, no había nadie allí sujetándola pero sentía que no podía salir de ese agarre, instantáneamente observo como la oscuridad la estaba absorbiendo.
-¡No! ¡No! – Gritaba desesperada – ¡Suéltame, déjame ir! – Intentaba ponerse de pie inútilmente – ¡Dije que me sueltes! – Repitió volteándose y atacó con grandes bolas de energías
Al poco tiempo sintió como la soltaron pudiendo levantarse, miraba para todos lados tratando de encontrar a su adversario pero sin éxito, no podía sentir su ki hasta que voltea y una figura femenina se apareció de la nada dándole un gran susto
–¿¡Quién rayos eres tú!? – le gritó desafiante
-Ya falta muy poco… – con eso ultimo, se desvaneció.
La tenue luz del satélite natural de la tierra se fue dejando a Kalula sumirse en la oscuridad. Sintió que sus parpados estaban cerrados con mucha fuerza hasta que en un acto de valor intenso los abrió al instante sentándose en su cama.
Se podían apreciar las pequeñas gotas de sudor que resbalaban por su frente y como el temor se asomaba en sus orbes azules ¿Qué significaba ese sueño? ¿Y quien demonios era esa mujer misteriosa? Si bien solo fue un sueño pero… Parecía tan real…
Era una hermosa y despejada mañana en la montaña Paos, el viento soplaba suavemente meciéndose entre las hojas de los árboles en un vaivén, la estrella brillante de todas las mañanas resplandecía en todo su esplendor entibiando todo a su paso y despertando a los animales por los alrededores, aquellos rayos solares entraron por la ventana tocando el rostro de la joven.
Restregó sus palmas contra su rostro para desperezarse, bostezó abiertamente, se quitó el cobertor de encima y decidió echar un vistazo en el pasillo para ver si alguno de sus hermanos estaba despierto. Con solo escuchar unos ruidos provenientes de las habitaciones o más bien sus ronquidos, fue prueba suficiente para ella así que decidió salir a dar un paseo antes de despertar a los demás.
Piccolo estaba entrenando mentalmente en su típica postura de meditación, o al menos eso intentaba a hacer… No podía sacar de su mente aquel gran error que estuvo a punto de cometer esa noche, por un instante perdió noción de lo que hacia con solo ver los orbes azules de Kalula… ¿¡Qué demonios le estaba pasando!? ¿¡Acaso sentía atracción por esa etherion!?
Nuevamente sus pensamientos fueron interrumpidos cuando siente su ki no muy lejos de él.
-Hola Piccolo, buenos días – le saludó alegre
-Hola… – le dijo sin siquiera mirarla.
-Hm... Es… Un lindo día ¿No te parece? – intentó ella.
-Sí, claro… – respondió cortante.
El ambiente se estaba tensando cada vez más... ¿Por qué era tan complicado hablar con aquél sujeto?
– Y... ¿Que estas haciendo? – preguntó curiosa.
-¿Qué te parece que hago? – le contestó por fin mirándola.
-Hm... No estoy segura... ¿Meditando?
-¿Eso crees? – preguntó algo sarcástico.
-Está bien... No te molestaré – le dijo alejándose unos metros de él, por su tono de voz claramente aún estaba molesto por lo que sucedió.
Ella se paseaba de un lado a otro observando la cascada sin hacer el menor ruido posible, estaba aburrida y buscaba algo interesante que hacer; Piccolo de vez en cuando le echaba una pequeña ojeada preguntándose que fue lo que la trajo hacia él, se extrañó mas cuando vio a la peliverde sumergirse en el agua de repente pero no le dio importancia.
-Piccolo...- dijo ella en un hilo de voz.
-¿Que quieres? – Preguntó abriendo sus ojos, los cuales se abrieron de sorpresa al ver la figura curvilínea de Kalula escondida bajo esa ropa. Sí, la etherion tenía la mala costumbre de usar ropa holgada ¿Qué intentaba esconder?
-¿Sabes que es esto? – le enseñó el objeto redondo en sus manos.
-Es una esfera del dragón – dijo sin darle mucha importancia.
-¿Esfera del dragón? – repitió entre curiosa y confundida.
-¿No conoces las esferas del dragón? – él se sorprendió un poco.
-No.
-Y yo que pensé que te lo habían explicado los otros... o al menos esos mocosos – dijo el nameku dejando escapar un poco de su enojo hacia los pequeños diablillos.
-Jeje… – río ella – ¿Y que es lo que hace? – preguntó intrigada observando la esfera en distintos ángulos.
-¿Sola? nada, pero sí reúnes todas el dios dragón llamado Shen Long te concederá cualquier tipo de deseo – le explicó tranquilamente.
-¡Increíble! – Exclamó asombrada – ¿Hay más de estas?
-En total son siete esferas del dragón y cada una tiene diferente cantidad de estrellas, la que tienes ahí por ejemplo es de cuatro estrellas, es complicado hallarlas todas – explicó el nameku
-Dime más… – dijo muy interesada imitando su postura, es decir, sentándose en el aire
-¿Por qué tan interesada en las esferas? – preguntó el nameku algo escéptico
-Me parece increíble que estas cosas puedan conceder cualquier tipo de deseo – le dijo observando la esfera – al principio no le veía nada de especial.
-Es por que aun eres nueva en éste planeta, pero si encontramos a tus hermanos, debes hacerte la idea que a veces pasan cosas imposibles – le contestó.
-Si, tienes razón – le respondió relajada – ¿Me acompañas? – dijo señalando un lugar de las montañas.
-¿Por qué debería? – cuestionó el guerrero con algo de irritación.
Ella estaba perdiendo un poco la paciencia, así que se le ocurrió en hacerle una pequeña broma al namekusei. Se acercó a él sigilosamente y le quitó su turbante de la cabeza