Aún seguía caminando en la penumbra sombra de la noche cansada, hambrienta y con mucho sueño pero el sentimiento de seguir con su búsqueda no desaparecía.
No sabía dónde estaba, no sabía su verdadera identidad, solo caminaba incansablemente saliendo de ese bosque. Seguía su necesidad de encontrar pronto a esa persona.
¿Quién era? ¿Por qué no podía recordar nada? Por fin había llegado a la ciudad y sin perder tiempo entró, sólo esperaba que esa persona estuviera ahí...
Ya habían pasado dos dias y aún no había noticias de ese Darkathan ni rastros de la maldición, se podía percibir un silencio incómodo y tensión en el ambiente
Piccolo estaba entrenando arduamente en las montañas nevadas pero algo andaba mal con él, cada vez que se concentraba para lanzar algún poder fallaba inexplicablemente.
No podía estar tranquilo, algo le molestaba el pecho. Su corazón le latía con fuerza, se sentía emocionado y confundido al mismo tiempo que le causaba frustración
Pensaba en lo que había pasado esa noche en la cascada, en aquella joven que extrañamente le llamaba la atención y lo que le había dicho por último en el templo.
"Lo siento pero... Te amo... Piccolo..."
-¡MALDICIÓN!- gritó furioso golpeando con su puño fuertemente las rocas de las montañas volviéndolas añicos- ¿¡QUÉ ME ESTÁ PASANDO!?- gritó perdiendo la cordura
¿Por qué? ¿Por qué no podía olvidar aquellas palabras? Había comprobado que la joven había dicho aquellas palabras en un estado de shock, sabía que jamas podría jugarle una mala broma pero ¿Qué le impedía hacerlo?
Algo había cambiado en él...
-Inconcebible...- refunfuñó entre dientes
Mientras tanto en las montañas...
-¡Ya terminé!- dijo al tiempo que se tiraba a la cama con una sonrisa satisfactoria.
Llevó una mano a la cabeza tratando de relajarse un poco, jamas imaginó que le tomaría dos dias seguidos para terminar el obsequio.
El cansancio se estaba apoderando de su cuerpo nuevamente comenzando a bostezar pero tras recordar algo importante, la cabeza se le despejó de golpe.
Ella se sentó en la cama y observó el reloj encima de su escritorio.
-Que alegría, lo terminé temprano...- comentó dichosa al ver la hora.
Escuchó que alguien tocó la puerta, nerviosa empezó a ocultar todo de forma descuidada debajo de su cama.
- ¡A-adelante!
-Kalula...- comenzó Kentaro abriendo la puerta
-H-hola Kenta, ¿Que sucede?- le preguntó ella pero al notar que se veía su obsequio, se puso de pie como un resorte simulando despreocupación
-Vine a decirte que el almuerzo ya está listo- le dijo desde el umbral
-Si, enseguida voy.- ella disimuladamente dio una pequeña patada ocultando su regalo
-¿Todo en orden?- le preguntó arqueando una ceja
-Si, todo está bien- ella comenzó a estirarse para restarle importancia a sus palabras
Él suspiró cerrando sus ojos y sonrió suavemente.
-No te tardes o Koji se comerá tu almuerzo...- dicho eso, se retiró cerrando la puerta
-¡Uuuhhhhhh...! Estuvo cerca...- suspiró hondamente aliviada tirándose de golpe en la cama. En el fondo no pudo evitar sentirse mal por mentir
Durante el almuerzo, los demás comían cada uno a su gusto mientras hablaban entre ellos y miraban television pero Kalula no podía ocultar su expresión nerviosa en su rostro, mientras comía miraba disimuladamente el reloj de la pared.
Estaba ansiosa, apenas escuchaba la conversación y veía las imágenes del televisor, no podía dejar de pensar en como será el paseo de hoy y en el obsequio.
Había puesto todo su esfuerzo para terminarlo a tiempo pero ¿Y si no le gustaba? Tras reconsiderar esa gran posibilidad, su rostro se tornó un poco triste pero ya no se podía volver atrás, estaba hecho y tenía que hacerle saber lo agradecida que estaba con él
Uno de ellos se limitó a terminar lo que había en su plato mirándola con discreción de reojo observando su actitud mientras escuchaba la conversación de los demás. Sabía muy bien lo que le estaba pasando y no podía culparla, tambien estaría nervioso si estuviera en su posición pero algo le decía que todo iba a terminar bien
Después de comer...
-¡Aaahhhhhh! ¡El almuerzo estuvo delicioso!- se expresó abiertamente el etherion de la melena tocándose su estómago satisfecho
-Si me imagino porque te comiste hasta mi plato Koji- se quejó Kunihiro con cierto malestar en la voz cruzado de brazos
-Y el mío...- contestó Kalula de igual manera mientras levantaba la mesa
-Sigue comiendo asi y no te entrarán los pantalones- comentó el etherion de cabello irregular, los demás no pudieron evitar soltar una carcajada
-¡Cállense!- dijo molesto- Además, no sé de qué se quejan- él se encogió de hombros- ya saben que después de los entrenamientos, me da mucha hambre
-Ya lo creo, desayuno, almuerzo, merienda y cena- le señaló contando con los dedos, éste frunció el ceño molesto
-Muchachos, no empiecen...- les cortó ella a lo que se dirigía hacia la cocina, presintió que en cualquier momento empezarían a discutir.
Kentaro se levantó de su asiento y la siguió por detrás sin decir nada. Se remangó su camisa y abrió la llave del grifo dejando que el agua remojara los platos y cubiertos
-¡Oye bruja!- le llamó, ésta lo miró asomándose desde la cocina con el ceño fruncido- deberías ver un programa o leer un libro que te enseñe a cocinar bien ¿No crees?- le dijo burlonamente
-Ya te dije que si no te gusta, no comas- le contestó volviendo a su labor de lavar los platos y Kentaro los secaba guardándolos en su lugar
-Ah no, me equivoqué- se corrigió- que te enseñe a decorar bien para que la comida no parezca sacada de la basura- bromeó él.
-¿Que dijiste?- le saltó una vena en la frente, el hermano que le acompañaba solo suspiró con deje de fastidio
-Koji, no seas grosero- le regañó su hermano de cabello mas corto