Ella poco a poco abrió sus ojos y medio dormida dijo...
–Buenos días Kentaro...- le dirigió una suave sonrisa aún sin salir de la cama
-Buenos días...- le devolvió el saludo sin voltear a verla.
El etherion se encontraba aún frente a la ventana mirando hacia el cielo despejado en silencio; ella lo observó con curiosidad, normalmente cuando lo saludaba le devolvía la mirada.
-¿Sucede algo?- ella se sentó en la cama.
Él negó con la cabeza cerrando la ventana, caminó hacia la cama pero antes de sentarse en la silla, tomó cierto objeto en manos y se sentó.
-Parece que hoy te encuentras mejor.
Él colocó su mano en su frente para cerciorarse de que no tuviera fiebre.
-Si – respondió ella- ¿Y los muchachos?
-Están abajo, no tardarán en subir.
-Entiendo, después me gustaría salir un rato ¿Está bien? Prometo no entrenar hoy.
Él retiró su mano de su frente.
-Está bien, puedes ir después de que desayunes pero ten cuidado.- ella asintió.
En eso se escuchó que alguien tocaba la puerta.
-¡Adelante!- dijo ella.
La puerta se abrió entrando los etherianos restantes a la habitación.
-Buenos días Kalula- le saludó sonriente el joven de cabello irregular
-Buenos días chicos...
-¿Ya te sientes mejor?- le preguntó Kunihiro- Porque si quieres puedo revisarte.
-¡Si! ¡Me siento bien Kun, en serio!- le respondió un poco nerviosa para calmarlo
-Oigan...- empezó Kojiro, todos lo miraron- ¿Ahora comprenden porque le digo bruja? Con esa cara y ese peinado realmente parece una- señaló con una sonrisa burlona.
-Koji...
Ella arrugó el ceño y torció los labios, como detestaba que la llamara asi
-Solo le hace falta una verruga, el sombrero y la escoba. La cara y el cabello ya venían incluidos.
-¿Que me dijiste?- le saltó una vena en la frente, Kentaro suspiró con una gota en la sien.
-Es muy temprano ¿Y ya empiezas a armar escándalo?- continuó burlón
-Yo no empecé.- le contestó algo molesta.
-¿Escándalo como el que hiciste tú anoche?- le señaló el joven de cabello irregular picándole el hígado.
-¿Eh?- repitió ella
-Tal y como lo escuchas hermanita- continuó Kim divertido- este glotón estuvo toda la noche preocupado pensando que el maestro Roshi te hizo algo y tambien...
-¡Cállense!- les cortó en seco enojado, todos empezaron a reír- ¡Ahora como castigo me voy a comer su desayuno!- caminó con pasos agigantados hacia la puerta.
-¡Oye no! ¡Que ni se te ocurra!- le reclamó Kim siguiéndolo por detrás.
-¡Ya te comiste mi plato ayer, ahora le toca a otro!- protestó Kunihiro.
-Te esperamos abajo, no tardes.
Le entregó su relicario en manos.
-Mientras tanto voy a tratar de calmarlos...- bufó kentaro con deje de fastidio dirigiéndose hacia la puerta y se retiró.
Piccolo había dado una especie de respiro momentáneo a todo lo que había estado sintiendo durante la noche anterior.
Aquel abrazo que le había dado había tenido un efecto muy positivo en ella, inclusive lo último que recordaba era que había empezado a quedarse dormida aún en los brazos del guerrero y que había descansado sin malestar alguno; sin embargo, aquello había sido pasajero y ahora que estaba despierta, volvió a sentir el peso en sus hombros de los acontecimientos recientes, la realidad volvía a ella.
Se puso de pie mientras se quitaba el camisón, miró su cuerpo y notó que no tenía ni un solo rasguño.
Procedió en quitarse las vendas que tenía en su abdomen y cuello frente al espejo y no había cicatrices, esa si que eran buenas noticias.
Una vez terminado de colocarse su traje de combate, se asomó por la ventana y observó el movimiento de las olas sobre el mar.
-"... Ya no puedo verte como una compañera aunque quisiera..."
Sintió un estremecimiento en su interior al recordar aquellas palabras, llevó sus manos a su pecho al sentir como el corazón le latía con fuerza.
-Piccolo, yo tampoco puedo verte de la misma forma...- musitó ella.
Mientras tanto en la cascada, el nameku estaba muy confuso respecto a los hechos de la noche anterior, recordaba que la había abrazado y que ella había correspondido el gesto, después tenía la imagen de ella quedándose dormida en sus brazos… pero el cómo y cuándo llegó a la cama con ella sobre su pecho, no estaba seguro, no podía recordarlo.
La verdad es que no se arrepentía de lo que había pasado, al contrario, fue extraño pero agradable a la vez pero al darse cuenta de que había hecho algo fuera de lugar, le molestaba bastante y lo peor de todo era que no le encontraba explicación.
Quizás sólo se había dejado llevar, por lo que no quiso darle más vueltas al asunto.
Tenía sentimientos mezclados, aún cuando su semblante permanecía inmutable como siempre. Mezclar sentimientos con orgullo era una combinación que incluso para él era demasiado y eso le hacía sentirse molesto consigo mismo. No tenía un panorama claro y darse cuenta de ello le era frustrante.
-Maldición...
Estaba furioso, cerró sus puños con algo de fuerza comenzando a gruñir.
Era la primera vez que su orgullo y sus costumbres chocaban con sus sentimientos y lo que le desquiciaba más era que la causante fuera una mujer, al fin y al cabo, el desdén por aquel género, al menos en concepto, no podía desaparecer aún en él. La única excepción a esa regla era Kalula, toda excepción a sus reglas, siempre era ella…
Recordó por unos breves instantes lo que sucedió aquella noche haciendo que el enojo y la frustración que sentía desaparecieran poco a poco. Una sensación de tranquilidad lo invadió por completo.
Podía recordar la suavidad y calidez de su piel, su expresión armoniosa de dormir, sus delicadas manos tocando su pecho y su larga cabellera esparcida sobre la cama... Percibía que incluso había quedado su perfume impregnado en su ropa y cuerpo embriagando su nariz... Era un aroma dulce y limpio...