Esa misma noche en las montañas...
-"Asi que esta es tu habitación querida..."
Ella echó un breve vistazo curiosa por los alrededores.
-"No esta mal"
-"Zira, encuentra las esferas del dragón y regresa enseguida. Recuerda, no la ataques"- le ordenó telepáticamente el Darkathan
-"Esta bien papá"- observó a la peli verde de reojo- "Es un desperdicio dejar pasar la oportunidad pero no sería divertido si te elimino ahora"
Revisó dentro de su armario y ahí estaban, las siete esferas reunidas y guardadas dentro de un bolso.
-"Aquí están"
Sacó dicho objeto con cuidado y una vez en brazos, le dio un último vistazo a la peli verde quien dormía tranquilamente en su cama.
-"Ya te recuperaste de tus heridas, eso es perfecto, ahora si nos divertiremos en grande. Nos vemos después Kalula y prepárate, porque esta vez pienso acabar contigo..."
Ella se desvaneció llevándose las esferas consigo.
Ya había amanecido y cerca de la cascada, se encontraba el namekusei entrenando mentalmente en su típica postura de meditación o, al menos, eso intentaba hacer...
-"Mi mente me jugó una mala pasada haciéndome creer que por un momento querías verme más allá de una compañera de entrenamiento pero no se puede cambiar la realidad"
-"¿De qué realidad hablas?"
-"De que tu y yo... Siempre seremos compañeros de entrenamiento... Nada más..."
Las palabras de la etherion resonaban dentro de su mente, taladrándole
A pesar que respetaba su decisión, no lo hacia sentir bien... Nada bien...
-"...Ya no puedo verte como una compañera aunque quisiera..."
Se recriminaba mentalmente por eso...¡Fue un completo tonto! ¿Por qué no pudo reafirmar que le había dicho esas palabras? ¿Acaso le dio... Miedo? ¿Vergüenza? No, eso era imposible, esas palabras no existían en su diccionario y lo peor de todo, no sólo cometió ese error, sino que Kalula a partir de ahora sólo se limitará a entrenar y nada más.
Eso era lo que quería desde un principio. Pensaba que era lo mejor y mientras antes lo entendiese, antes volvería todo a la normalidad. Pero... No quería volver a la normalidad... Tampoco se podía volver...
-Pareces abatido...- habló de repente una voz familiar tras de si
-No importa- le contestó indiferente sin voltear a verlo
-Deberías estar contento, después de todo, esto era lo que querías desde un principio- su tono de voz sonaba gélida, Piccolo frunció el ceño
-Lo que sucedió con tu hermana...- le volvió la mirada- no te concierne en lo absoluto Kentaro.
-Tal vez, pero me importar su bienestar.
-¿Se puede saber a qué viniste? ¿A darme un sermón o a exigirme que me aleje de ella de una vez por todas?- preguntó un poco sarcástico
-Tú la alejaste solo, asi que no hay necesidad de hacerlo- respondió secamente.
El nameku arrugó mas el ceño y comenzó a gruñir, sabía que tenía razón.
-Eres un...
-Ahórrate el insulto, no quiero oírlo- le cortó en seco
-¿Vas a decirme que estas molesto conmigo?- él volvió a ironizar
Él negó con la cabeza cerrando sus ojos.
-Un poco decepcionado pero no de ti, sino de mi hermana- le aclaró
-¿De Kalula?- repitió con algo de extrañeza
-Asi es, no solo tiene que dejar de responder por el otro, sino que tambien...- él abrió sus ojos para mirarlo fijamente- dejar de pensar en los demás antes que en ella.
-¿Por qué me estas diciendo esto?- cuestionó con su tono serio de siempre cruzándose de brazos
-Porque eres el único que la hace entrar en razón.
El viento sopló meciendo la capa del namekusei y la cabellera del etherion
Piccolo abrió los ojos un poco más de lo usual comprendiendo aquellas palabras. Entonces... ¿El que había abierto la ventana esa noche lluviosa y el que había advertido esa mañana que se quedó dormido...?
Al obtener su habitual silencio, se volteó volviendo a cerrar sus ojos
-Has lo que quieras- bufó, no le veía caso seguir con la conversación.
Comenzó a volar con intenciones de irse.
-Pero puedo asegurarte que no eres el único que se siente así- dicho eso, se retiró volando en dirección opuesta
El namekusei lo observó alejarse y acto seguido retornó su atención en la meditación.
Definitivamente los sentimientos humanos eran complicados, ridículos y difíciles de manejar.
-Aún así…
Relajó su postura y voló rápidamente hacia el prado, su ki se sentía en ese lugar
Al llegar al prado, ahí estaba ella; parada en el césped frente al lago con su vista perdida en el agua, parece que su hermano tenía razón.
La peli verde sentía una mezcla de tensión y tristeza en el pecho, la verdad no estaba segura de la decisión que había tomado
-"Nunca te arrepientas de tus decisiones, cuando uno decide es porque conoce las consecuencias y esta dispuesto a aceptarlas"
Cerró sus puños con algo de fuerza arrugando el ceño tras recordar eso.
No sabía si la decisión era la correcta pero era lo mejor para él; mantenerse alejado para así poder entrenar correctamente sin distracciones pero... ¿Era lo mejor para ella?
-Kalula –La voz de Piccolo la regresó a la realidad
-Buenos dias Piccolo.- le saludó ella con su amabilidad de siempre
Piccolo observó su sonrisa por unos momentos, no era la misma que le dedicaba siempre, era dulce pero un poco triste al mismo tiempo. Aquello le pareció un tanto extraño ¿Acaso estuvo llorando?
De pronto se dio cuenta que no sabía qué decirle, preguntar cómo se encontraba parecía algo fuera de lugar.
-¿Sucede algo?- le preguntó ella
-No es nada.- respondió con indiferencia
-Si vienes a entrenar, lamento decirte que ya lo hice con mis hermanos hace unos minutos. Estoy tomando un descanso- le informó dándole la espalda, aún le daba un poco de vergüenza hablar con él por lo que pasó
-No vine aquí para eso.
Él avanzó unos pasos hasta quedar frente a ella.