Dentro de una nave espacial...
-Maldición...- decía a regañadientes el Darkathan observando por el portal.
Se puso de pie y cerró aquel portal que daba imágenes hacia la tierra, había presenciado aquella aparición de la guerrera legendaria, eso solo podía significar una cosa... Su prisionera estaba muy cerca de dominar por completo el poder de la llama.
-¡Papá! – Zira entró a la habitación – ¡Ésto no funciona, Kalula no quiere jugar conmigo, lo único que ha hecho ha sido rechazarme!- ella parecía fuera de sí, apretaba los dientes- Honestamente creo que estamos perdiendo el tiempo.
El Darkathan no respondió, se mantuvo absorto un momento, definitivamente eso frustraba sus planes, no contaban con que la etherion tuviera interés en alguien, mucho menos en aquel namekusei.
-¿Estás dándote por vencida?
Akuma fijó la mirada en su hija, quien bajó la cabeza.
-No veo cómo sería darse por vencido en una batalla que ni siquiera se ha efectuado. Me estoy quedando sin opciones...- ella apretó sus puños con algo de fuerza.
-Solo tienes que ir a conseguir lo que quieres. Como su otra mitad, tú más que nadie debes saber lo que pasa con ella.
Zira alzó la vista sonriéndole a su padre, es verdad, la peli verde y ella eran una misma persona y sabía lo que estaba sintiendo. Recordó que había sido criada y entrenada específicamente para quitar de en medio lo que le obstruyera el paso.
-Si, Kalula se está enamorando cada día más de Piccolo y creo que ya se dio cuenta de eso.
-¿Qué planeas entonces, Zira? Si no mal recuerdo dijiste que querías a la guerrera dragón
Ella cerró sus ojos por unos momentos antes de comenzar a hablar.
-Me doy cuenta que he estado pensando mal pero voy a planear mejor las cosas. Donde estaba atacando era el ángulo incorrecto.
Abrió los ojos mirando fijamente a su padre.
-Ahora que Kalula tiene cautivado su corazón, será mucho mas fácil para mi eliminar a sus amigos. Si los elimino...- se dibujó una enorme sonrisa en su rostro- la tendré solo para mí.
-No te dejes abrumar por los obstáculos, Zira.
-Me has entrenado bien y me has enseñado como tratar a mi otro yo. Espero que me dejes volver a jugar con ella, ya sabes lo mucho - hizo una reverencia y se retiró de la habitación.
-"Espero que esta vez no me... Falles"
Esa misma tarde, cerca de la cascada, se encontraba el namekusei entrenando mentalmente en su típica postura de meditación mientras pensaba: No solo tenían que lidiar con Akuma, sino también con Zira, aquella extraña mujer que tenía un enorme parecido con Kalula y una obsesión por ella, su fuerza era abrumadora y su poder era destructivo... Sintió una gran rabia e impotencia de sólo pensar que lo derrotó fácilmente ¡Fue algo humillante! ¡Lo hizo sentir un debilucho!
Por otro lado, había algo que lo inquietaba...
-"Mmmmmmm... Puedo ver que tienes enormes poderes pero ¿Crees que sean suficientes para vencer a la hija y mano derecha de Akuma?"
-"¡Ha! Por mi puedes ser hija hasta del mismo demonio pero eso no lo sabremos hasta que lo comprobemos"
-"¡Vaya, cuánta confianza! Esa es una de las cualidades que mi otro yo carece"
-"¿De qué estas hablando? ¿Qué sabes tú de Kalula? ¡Habla!"
-"Yo lo sé todo, incluso sus deseos y temores"
-"¿Quién rayos eres tú? ¿Por qué te pareces tanto a Kalula?"
-"Te lo voy a decir de esta forma: Yo soy Kalula ¿Y sabes por qué lo digo? Ella me creó"
-"¿¡QUÉ!?"
¿Qué habrá querido decir con esas palabras? ¿Qué ella es Kalula? ¿La misma etherion la creó? Todo resultaba muy confuso...
Relajó su postura de meditación y voló rápidamente hacia las montañas.
Al llegar, encontró a uno de los etherion practicando un deporte a varios metros de su casa; estaba armado con un sable en su mano izquierda, protegido con una careta en su rostro y vestido de un traje especial color blanco.
No podía saber a ciencia cierta de quién se trataba pero tras observar un buen rato su manejo y técnica con el sable, debía admitir que era bastante bueno y hábil.
Él se detuvo al sentir una presencia familiar a su alrededor.
-Hola, buenas tardes Piccolo- le saludó agitando su brazo derecho, éste aterrizó a unos cuantos metros de él- Dime, ¿Qué te trae por aquí?- preguntó curioso.
-Te responderé si te quitas el casco primero- le dijo seriamente mientras se le acercaba y se detuvo.
-Oh es cierto, Jeje disculpa...- se quitó el casco de su cabeza
-Asi que eras tú Kim, ¿Desde cuando practicas esgrima?- le preguntó cruzándose de brazos.
-Desde que era niño, en nuestro planeta siempre se hacía torneos de distintos deportes, y el torneo de esgrima lo gané tres años seguidos- esto último lo dijo con cierto aire superior.
-Ya veo...
-Bueno, ya me quite el casco- le indicó- ¿Vas a responder a mi pregunta?
-Tengo que hablar con tu hermana ¿Está en casa?
-Pues no, no la he visto antes del desayuno...- respondió dudoso
-Bien...
El se dio media vuelta y comenzó a avanzar con intenciones de irse.
Al saber que estaba buscando a su hermana, no pudo evitar querer jugarle una pequeña broma al namekusei dibujándole una sonrisa gatuna en los labios.
-¡Ah, hola Kalula!- exclamó fingiendo sorpresa mirando hacia la puerta
Piccolo detuvo su andar tambien mirando hacia dicha dirección.
-Ay no, me equivoqué- él se corrigió aún bromista.
-¡No juegues con eso!- le replicó molesto volteando a verlo
Se le acercó aún con una sonrisa gatuna riéndose por lo bajo y le dijo...
-Te gusta mi hermana ¿Verdad?
-¿¡De qué demonios estás hablando!? ¡No digas estupideces!- Contestó irritado.
-¡Tranquilízate, estaba bromeando!- le dijo nervioso con una gota en la sien- ¿Por qué la estas buscando entonces?
-Ya te lo dije, ¿Estas sordo o qué?
-Pues si es para eso, la hubieras esperado en la cascada como siempre. Ya sabes que suele ir para allá a éstas horas.- respondió con simpleza, el nameku comenzó a gruñir.