De pronto cayó de una rodilla al piso, su pecho subía y bajaba respirando agitada y su aura estaba haciéndose cada vez mas pequeña. Sus poderes estaban disminuyendo.
-No... ¡No!...- decía mirándose las manos un tanto preocupada- ¿Por qué? ¿¡Por que esta pasando esto!?
No lo comprendía, estaba confundida hasta que su mente se aclaró se golpe.
-Ya entiendo... Por fin lo sabe...- murmuró para sí
Comenzó a levantarse con algo de dificultad tratando de pausar su agitada respiración. Al poco tiempo sintió que su pecho le volvía a doler como aquella vez...
-¿Por qué se lo dijiste?- preguntó dirigiéndose a Akuma que acababa de llegar y se hallaba a sus espaldas.
-Ya fue demasiada tortura para ella...- respondió con simpleza
-¡Pero mis poderes han disminuido considerablemente! ¿Acaso no te das cuenta? ¡Asi jamás podré ganarle!
-No te desesperes.
-¿Como no hacerlo después de lo que hiciste? ¿¡Me mantienes aquí, sin contacto con mi otro yo para que haga el trabajo sucio, verdad!? —Gritaba a medida que su rostro enrojecía por el enfado.
Las lágrimas comenzaban a amontonarse violentamente en sus ojos en una expresión que distaba enormemente de ser amigable.
—. ¡Me quieres hacer creer que solo eliminando a los seres queridos de Kalula y matándola me aceptara de nuevo en su interior son mentiras tuyas! ¡Hasta ahora no me has dado nada y ahora esto! ¡Me traicionaste maldito!
Entonces, recibió una bofetada que le dio vuelta el rostro. Éste resonó por toda la habitación.
-…¿Pa-padre?
Se llevó la mano a la mejilla enrojecida por el golpe y lo miró sorprendida. El darkathan le devolvió la mirada con frialdad inusual en él.
-Te dije que no te desesperes...
Ella contuvo el aliento cuando observó su mirada gélida, sintió un escalofrío recorrerle toda la espalda. Realmente daba miedo, era asesina.
-Escúchame bien, si quieres que Kalula te vuelva a aceptar en su interior haz exactamente lo que te digo. No toleraré otra rabieta de esta magnitud o te costará caro.
Zira sintió cómo sus manos temblaban. Asintió secamente sin protestar.
-Tengo algo para ti.
Abrió la palma de su mano por encima de su cabeza y un aura negra relampagueante la había rodeado por completo. Una vez terminado, éste solo sonrió ampliamente
Mientras tanto en la tierra...
_Flashback_
En aquel instante, los soldados muertos habían desaparecido sin dejar rastro alguno.
El valle, aquella depresión entre dos vertientes, con forma inclinada y alargada, estaba totalmente destruido, incendiado y carbonizado con cenizas bailando al compas del viento incesante que soplaba con fuerza.
-¡Papá!- gritaba una pequeña niña desesperada buscándolo con la mirada.
El eco de su grito fue seguido por el silencio aterrador del valle de fondo plano y amplio.
Su pecho subía y bajaba con desesperación mientras caminaba entre los restos carbonizados de rocas y vegetación hasta que debajo de un pequeño árbol, de altura mediana y de ramas y hojas secas lo vio: Su padre se hallaba en el suelo rocoso con su espalda recargada en el tronco.
Al aproximarse sus ojos se abrieron horrorizada; el suelo se teñía de morado, sus heridas eran graves, abiertas y profundas y sangraban cualquier cantidad, le faltaban partes de su cuerpo y su respiración era irregular.
-¡Papá!- exclamó la pequeña con lágrimas en los ojos, se arrodilló de golpe y lo abrazó fuertemente.
-Kaila, que bueno que estas bien...- suspiró aliviado.
-¡Yo lo...! ¡Lo siento mucho!- se separó para poder verlo, sus lágrimas comenzaron a caer.
Él le sonrió con ternura y le colocó una mano en su mejilla secándole sus lágrimas.
-No tienes porque disculparte...- murmuró.
-¡I-iré por ayuda! ¡Por favor resiste un poco más!- le pidió poniéndose de pie y volteándose comenzó a gritar con desesperación- ¡Ayuda! ¡Ayúdenme por favor! ¡Auxilio!
Como pudo la tomo del brazo consiguiendo que se detuviera.
-No Kaila, no desperdicies tus energías...
-Pero papá...- ella volvió arrodillarse.
-No me queda mucho tiempo...- fijó su mirada al cielo, su vista estaba fallando, comenzaba a ver borroso.
-¡No digas eso!- ladeó la cabeza negándose rotundamente a creerlo- Vas a estar bien papá, ya veras que te recuperaras...- decía sonriendo sin convencerse.
Fijo su mirada en su hija y la tomo de la cabeza, en un gesto cariñoso.
-Mi pequeña... Estoy seguro que lograrás grandes cosas en esta vida pero...- cerró sus ojos aún sonriendo- es una lástima que no pueda estar ahí cuando eso suceda...- su voz se quebró un poco
-Papá...
-Tu serás...- un quejido involuntario de dolor salio de su garganta- quien acabe con el mal que nos acecha en estos momentos... Y que... Le pondrá fin de una vez por todas...
Bajó su mano hasta su mejilla sintiendo su cabello entre sus dedos. Ella lo miraba sin comprender pero correspondió el gesto tocando su mano.
-Mamá seguro que te echa de menos, a ti y a tus hermanos pero aún así… No nos sigas, tienes mucho por delante...
-No... Papá...- sus lágrimas se intensificaron.
-Nunca olvides ésto: Sé fuerte mientras vivas...
Su mano cayó al suelo, inmóvil, acto seguido se desvaneció, su corazón había dejado de latir.
-Papá, despierta. Papá...
De repente su cuerpo comenzó a brillar y a desintegrarse convirtiéndose en una especie de polvo brillante de muchos colores, los cuales iban de forma ascendiente hacia el cielo.
Kalula abrió sus ojos como platos y en un acto de reflejo, abrazó fuertemente el cuerpo inerte de su padre hundiendo su rostro sobre su pecho, un gemido escapó de los labios.
-¡NO! ¡NO ME DEJES, NO!
Ella apretaba sus dientes con fuerza y sus manos temblaban sin soltarlo. Éste se desvanecía cada vez más.
-¡NO TE MUERAS PAPÁ, POR FAVOR!
Finalmente Keitaro había terminado de desintegrarse hasta desaparecer por completo. Ya no quedaba nada de él, salvo su recuerdo y la hazaña que había hecho.