En algún lugar del Universo, lúgubre e inmenso lejos de posibles lluvias de meteoritos, se estaba por llevar acabo una batalla: Zira, el ángel del dolor, resultado de una maldición y mitad Darkathan contra Kalula, la guerrera y portadora del poder legendario de su antepasado Eluney, La Llama del Dragón.
-¿Estás lista?- preguntó la peli verde
-Por supuesto… – respondió con una sonrisa maliciosa – ¡Éste momento siempre lo esperé!
La pelinegra se acercó a su enemiga a una gran velocidad, levantó la rodilla y golpeó en dirección a la cabeza de su adversaria, Kalula bloqueó con el antebrazo, la Darkathan dio un puñetazo directo a su rostro pero ella lo bloqueo con la mano y le respondió con un golpe igual que fue interceptado, chocaron con fiereza sus rodillas, Zira le dio un cabezazo haciéndola que se tambaleara un poco pero ésta contraataco con una patada horizontal mandando volar a la mujer provocando que se estrellara contra el suelo rocoso creando una cortina de humo; unos segundos después, volvió de un salto y las dos se miraron con una sonrisa idéntica en los labios.
Ambas chocaron con sus puños, el impacto era tan grande que creó una onda expansiva destruyendo rocas del ambiente y creando enormes fisuras en el suelo, dieron una patada chocando de nuevo, al momento de retirarla comenzaron a chocar gran velocidad de puñetazos, Zira con mas fuerza dio un derechazo pero la Etherion abrió sus piernas horizontalmente y bajando su cabeza logró evadirlo respondiéndolo con un poderoso gancho que le dio en la barbilla levantándola unos metros del suelo, la peli verde dio un pequeño brinco siguiendo a su rival y le propinó varios puñetazos en el abdomen y estomago, acto seguido le dio un rodillazo que la hizo doblegar y antes de que pudiera interceptarle un codazo en dirección a la nuca, su enemiga desapareció de golpe y apareció a unos cuantos metros de ella.
Mientras tanto en la tierra, todos sintieron aquella colisión de energía interrumpiendo la búsqueda de las esferas, sus poderes eran enormes.
Era increíble, se encontraban a una distancia considerable pero parecía que la pelea se presenciaba muy cerca de ellos.
-Papá...
-Lo sé Gohan, yo tambien lo sentí- le interrumpió Goku adivinando su pensamiento
-Finalmente la pelea ha comenzado- comentó Kentaro seriamente, con la mirada clavada en el suelo.
-"Ésto está fuera de mi imaginación... ¿Cómo es posible que podamos sentir su ki desde está distancia? ¿¡Acaso esa chiquilla iguala los poderes de kakarotto y los míos!?"- se preguntó el orgulloso príncipe con una pizca de incredulidad
-¡Vamos Kalula! ¡Tu puedes!- alentaba el pequeño Goten esperanzado.
-¡Acaba con ella!- continuó su inseparable amigo.
Una vez más, el temor se estaba apoderando de su cuerpo. No es que no confiaba en sus habilidades, al contrario, sus poderes le habían dado una gran sorpresa. Su preocupación se debía a que Zira le gustaba jugar sucio y sí se descuidaba tan sólo un poco, le costará caro.
-"Kalula..."- se decía el namekusei
_Flashback_
Ya había caído la noche en la cascada, Piccolo se encontraba meditando en su típica postura de meditación tratando de relajarse.
Por fin la había visto, algo que de verdad le daba gusto. Había podido conversar con ella y entrenar pero sólo por un breve período de tiempo, cosa que le frustraba bastante.
Desde aquella noche en el prado sus encuentros eran cada vez menos frecuentes, a donde sea que fuesen él estaba ahí vigilándolos, obligando a la joven marcharse por temor a que comenzara una pelea entre ellos.
-"¡Maldito melenudo!"- gruñó molesto refiriéndose a Kojiro
Aún no sabía la razón de porque no permitía que entrenase con él, en realidad no le interesaba saberlo pero observar que Kalula se veía obligada a marcharse con su hermano, eso le irritaba. ¿¡Quién se cree que es!?
Era extraño, antes jamás se le oyó una queja sí entrenaban juntos ¿Por qué ahora no quería que su hermana lo viera incluso? No lo entendía
-Tranquilo... Es algo pasajero...- le habló una voz cálida.
Al poco tiempo, una extraña luz apareció de repente tomándolo por sorpresa frente a sus ojos, dando aparecer a una figura alta y esbelta.
La luz que resplandecía todo su cuerpo cesó y entonces la vio con claridad: Un rostro joven y hermoso, ojos color verde esmeralda, en su cabeza se podía apreciar unos cuernos de dragón, su piel era blanca como la nieve y su cabello blanco sumamente largo recogido con adornos de perlas. Llevaba un vestido poco habitual que le tapaba el pecho y le llegaba hasta más arriba de las rodillas por la parte delantera y que dejaba caer una cola de seda por detrás. Unas rosas lilas, blancas y amarillas en medio del pecho extendían sus raíces por los brazos de la Diosa, sin siquiera pincharla hasta las manos donde se enroscaban en los dedos completando su vestimenta.
-Buenas noches Piccolo...- le saludó la deidad con gentileza haciendo una reverencia- tiempo sin vernos.
-Tu eres...
-Es verdad, esta es la primera vez que puedes verme.- constató ella.
-¿Qué haces aquí?- preguntó con su acostumbrada seriedad.
Ella sólo le sonrió.
-No has cambiado en nada...
-Responde mi pregunta- insistió.
-Vine a entregarte algo especial- respondió con simpleza
-¿Qué?- preguntó algo escéptico
La deidad se quitó una de sus rosas que llevaba a la altura de su pecho y se la entregó. Éste frunció el ceño extrañado como respuesta.
-Supe que quieres darle un obsequio a Kalula- le extendió su mano.
-No es eso lo que quiere.- espetó, relajando su postura.
Ella comprendió y con un suave movimiento con su otra mano, convirtió aquella rosa blanca en un broche.
-¿Será ésto entonces?- el nameku sólo se la quedó mirando un poco sorprendido.
Tomó deliberadamente su mano abriendo su palma, depositó dicho accesorio en su mano y la cerró.
-Que no te engañe su apariencia...- le pidió con voz queda