Todos estaban reunidos nuevamente en el templo sagrado de Kami sama, el resto de los guerreros se encargaron de reunir todas las esferas del dragón, la situación era alarmante pero por petición del dios, no debían usarlas hasta que la situación lo demandara. Lo único que podían hacer era aguardar y rezar.
-¿Cómo les estará yendo a los muchachos?- se preguntaba en voz alta la científica observando el cielo
-No sabemos, ojalá regresen sanos y salvos- rogaba Milk preocupada.
-Aún así, no puedo creer lo que le pasó a Kalula- se lamentó Videl ladeando con la cabeza- ¿Ustedes creen que ella...?
-No. Imposible.
-Descuiden...- habló despreocupadamente Kunihiro- ellos están bien, estoy seguro que podrán con esos dos.
-¿Cómo puedes estar tan tranquilo?- espetó su hermano de la melena, el judoca lo miró de reojo- Goku y los demás no fueron a enfrentar a cualquier enemigo... ¡Estamos hablando de Akuma y Zira!
Éste se escogió de hombros
-Eso ya lo sé pero ¿De qué serviría ser pesimista en estos momentos? ¿Ayudaría o empeoraría las cosas?
Éste abrió la boca para luego cerrarla, tenía razón. Había hecho una pregunta inteligente.
-Él tiene razón koji- le dijo el niño peli negro- mi papá y el papá de Trunks no se dejarán vencer fácilmente- le aseguró sonriendo.
-Además, su cuñado está en deuda con Kalula y no se detendrá hasta traerla de vuelta- continuó el otro niño cruzandose de brazos con suficiencia.
-¿Cuñado?
Esa palabra había provocado una sensación un tanto extraña en todos, en especial a los cuatro etherion.
Es verdad, ahora que Piccolo se había confesado y que claramente sus sentimientos eran correspondidos... ¿Deberían llamarlo así y tratarlo como un miembro más en su familia? Jamás habían pensado en eso hasta este momento.
-Alto, alto, alto. Un segundo niños...- interfirió el etherion de la melena con cierto malestar en la voz- él no es nuestro cuñado.
-No entiendo koji, ¿Porqué dices eso?- parpadeó un par de veces Krilin un poco confundido
-Sí, todo el mundo sabe lo que sienten uno por el otro- constató Yamcha
-¡Pe- pero todavía no son pareja! ¡Así que no puedo llamarlo de esa forma!- tajo mordaz
-Ay no, otra vez su ataque de celos...- masculló el joven esgrimista con deje de fastidio llevándose una mano en la frente.
-¡No digas estupideces!- replicó enojado.
Todos comenzaron a reírse divertidos.
-Pienso que deberían hablar con él, ¿No lo creen así muchachos?- les preguntó el maestro Roshi acercándoseles.
-Eso todavía hay que verse maestro- espetó el boxeador.
-Ay Koji...- suspiró juntando paciencia- entiendo que te moleste que ya no seas el único que puede protegerla pero Kalula está en todo su derecho en elegir estar con una persona.
Se volteó a verlo aún con la mirada endurecida.
-Pero ¿Por qué ese namekusei?
-Eso nadie lo sabe- éste desvio la mirada y añadió- Actúas como si el amor fuese algo predecible.
Kojiro frunció el ceño molesto.
-¿¡Qué está sugiriendo!? ¿¡Que le de mi bendición o algo asi!?
-Ella lo espera, se pondría muy mal si no lo hicieras.
-El maestro tiene razón- le habló el arquero apoyando una mano en su hombro- Has un esfuerzo...
Éste suspiró hondamente para calmarse y dijo...
-Lo intentaré...
Mientras tanto, por otro lado...
Los guerreros Z se dirigían en busca de Kalula que horas antes había perdido en aquel lúgubre planeta.
Goku estaba entusiasmado esperando la pelea con aquellos darkathan, Vegeta no podía negar que estaba igual de entusiasmado pero tambien un tanto impaciente. En cambio todos los demás no les agradaba mucho la idea de enfrentarse a aquellos dos, aunque el hecho de poder ayudar a su amigo les daba el animo que necesitaban.
Sabían que ya de por si el hecho de que Piccolo estuviese enamorado era extraño, y que si no rescataban a Kalula, posiblemente esta sería la ultima y única oportunidad de Piccolo de encontrar a alguien para compartir su vida, todo el mundo le temía, y a menos que se tratase de algún extraño alienígena, ningún ser viviente querría siquiera acercarse a él.
Piccolo escuchaba los comentarios de aquellos terrícolas, realmente no sabía si llamarlos amigos, siempre había sido una persona solitaria y ese término no entraba en su vocabulario.
Prefirió no interferir en aquellos comentarios, aunque siendo franco, si fuese por él ya habría aniquilado a todos los allí presentes, pero los necesitaba para esta peligrosa batalla. Sin embargo, llegó un punto en que su paciencia se vio colmada.
- ¡Ya cállense si no quieren que los mate a todos ahora mismo! - Gritó el namekusei furioso, haciendo callar a todos.
El príncipe solo observaba la situación con cierto deje de burla, para él todo ésto era un entretenido espectáculo, le divertía ver a todos aquellos terrícolas burlándose de aquel nameku pero su carácter frío, agrio y calculador impedía ver cuales eran sus verdaderos pensamientos.
Sabía que el hecho de que todos se encontrasen burlándose de él era debido a sus bromas, pero bueno, traer un poco de diversión para un viaje largo no venía nada mal.
Tras pasar algunas horas llenas de tensión debido a las amenazas de su temeroso compañero, todos vislumbraron por fin el planeta Meiousei: Un planeta muy pequeño, deshabitado y desolado acompañado de un viento helado que soplaba con fuerza.
Con un aspecto estelar, purpúreo y negro incandescente y sin rasgos distintivos. Su atmósfera era extremadamente tenue y su relieve era constituido por montañas de rocas de formas irregulares.
-Por fin llegamos...- dijo Herion observando por los alrededores.
-No se separen, es probable que ese sujeto envie a su ejército a atacarnos- pensó en voz alta el nameku.
-A mi no me interesa eso, ¡Quiero acabar con Akuma con mis propias manos!- declaró el príncipe un tanto impaciente.
-Pero ¿Por dónde podemos empezar a buscar?- preguntó el adolescente.