Era un nuevo día en la montaña, el sol de la mañana brillaba con todo su esplendor alumbrando todo a su alrededor, el cielo estaba despejado y el viento se mecía entre los árboles lentamente en un vaivén.
Ella sintió cómo los rayos de sol se colaban por la rendija de la ventana que le daban de lleno en los ojos, y poco a poco los abrió. No estaba al máximo en esos momentos.
Se reincorporó hasta quedar sentada aún cubierta por las sábanas sin la necesidad de estirarse y observó el reloj de su mesa de noche, eran exactamente las 7:00 am. Sin darse cuenta, se despertó dos horas antes que sonara el despertador.
Había dormido poco pero no estaba cansada, al contrario, tenía muchas emociones mezcladas.
Se levantó de su cama quitándose el cobertor de encima, se dirigió a abrir la ventana dejando entrar aquellos rayos solares entibiar su cuerpo y su cabello bailar con el viento.
-Se terminó...- murmuró en un hilo de voz
Cerró sus ojos, dejando ambas manos en el marco de la ventana. Su mente comenzó a divagar...
-"Su alteza... Hay algo que quiero preguntarle y quisiera que usted me respondiera."
-"Por supuesto, dime Kalula"
-"Tengo entendido que todos aquellos que usaron este poder han muerto, lo que quiero saber es ¿Cómo es que regresé a la vida?"
-"Debido a que has cumplido con tu deber, éste decidió devolverte la vida en lugar de que te fueras absorbida y como recompensa, te daré un obsequio"
-"¿Un obsequio?"
-"La reconstrucción de tu planeta."
Suspiró hondamente, llevando ambas manos a su pecho.
-"¿De verdad puede hacer eso?"
-"Por supuesto, tengo la capacidad de reconstruir planetas y revivir a las personas sin importar que su muerte tengan más de un año."
-"¡Hágalo por favor!"
-"Está bien..."
Abrió los ojos y volteó la mirada, observando el broche de flor blanca. Se alejó del marco caminando hacia la mesa y tomó dicho objeto con una mano.
-"Su planeta ha sido restaurado..."
Llevó su broche contra su pecho y lo apretó con un poco de fuerza. Su mano temblaba.
-Se terminó...- repitió ella.
Se sentía confundida y en cierto modo, un poco triste. No lo comprendía, por fin había hecho realidad su mas deseado sueño: La reconstrucción de su planeta.
Ahora que aquel Darkathan ha sido derrotado y que había encontrado a su familia ¿Por qué se sentía tan mal? Debería estar feliz pero no... Sentía un gran vacío en el pecho...
Mientras tanto en la cascada, Piccolo se encontraba en su típica postura de meditación pero su mente no se encontraba al máximo en esos momentos...
-"Aún me resulta extraño que tu y yo terminemos así..."
-"Debe ser molesto para ti ¿Cierto?"
-"Yo no dije eso."
-"A mi tambien me extraña pero como dije antes: Ninguno de los dos lo planea, solo sucede... Pero pienso que cuando estas con la persona que más quieres, dejas que tus acciones hablen por sí solas..."
Aquellas palabras le llegaron a su mente, taladrándole.
-Kaila...- murmuró él
-"Me quieres ¿Cierto?"
Aún seguía recordando, sentía que su mente iba a colapsar.
-"No volveré a repetir la pregunta..."
-"Como dije hace unos momentos, cuando estas con la persona que más quieres, dejas que tus acciones hablen por sí solas... Lo que te dije en todo este tiempo, lo que pienso y lo que hice por ti... Fueron cosas que me salieron del corazón y por más que lo piense, no le encuentro explicación..."
Él tampoco encontraba explicación a todos aquellos momentos que había vivido y compartido con ella. Pero pese a que había hecho cosas que no iban acorde a sus principios como guerrero, no le fueron desagradables...
-"La verdad Piccolo es que... Que..."
El namekusei cerró los ojos, frunciendo un poco el ceño
-"¡Que si!"
Abrió los ojos lentamente sintiendo como su corazón latía con fuerza
-"Te quiero Piccolo..."
Él suspiró. Alzó la vista mirando el cielo despejado, sus ojos oscuros tenían un brillo especial.
-"Te quiero..."
-También te quiero...- murmuró para sí
-¿Y por qué no se lo dice?- le habló una voz tras de sí
Piccolo volteó rápidamente encontrándose con Gohan, quien le dedicaba una mirada compasiva.
-Gohan, ¿Hace cuánto estas aquí?- preguntó entre nervioso y molesto
-Lo suficiente, pero usted sabe que esa no es la razón por la que vine- constató con un tono serio.
Éste solo apartó la mirada, un poco incómodo empezando a gruñir.
-Sr. Piccolo, sucedió algo entre Kalula y usted ¿No es así?
Asintió secamente con la cabeza, aún sin mirarlo.
-Ya veo...- musitó, sabía que el comportamiento de su maestro se debía a algo en especial.
-Acompáñame Gohan...- le dio la espalda y comenzó a volar
-Si.- lo siguió por detrás
Ambos se detuvieron en una pequeña laguna de poca profundidad compuesto por césped formando una cubierta densa y árboles de poca altura, un ambiente tranquilo y agradable para poder conversar con total comodidad.
-Dígame Sr. Piccolo, ¿En que puedo ayudarlo?
-No sé cómo decir ésto con exactitud- vaciló, un poco dudoso pero inquirió- pero recientemente experimenté una de las sensaciones mas extrañas de toda mi vida
-¿De que experiencia habla?- preguntó un poco confuso, prestándole toda su atención
Por un instante, sintió que las palabras se negaban a salir de su garganta pero se obligó a confesar.
-Comprendí el lenguaje que utilizan los terrícolas para transmitir afecto...- respondió desviando la mirada
Él pensó por unos momentos... ¿De qué estaba hablando su maestro? ¿A que se refería cuando dijo "el lenguaje que utilizan los terrícolas para transmitir afecto"? Si se ponía a pensar con detenimiento, la forma que ellos transmitían afecto era a través de abrazos y de...
-¡Oh!- exclamó como entendido, parpadeando un par de veces y sonrojándose sin querer- Ya entiendo...
El nameku frunció levemente el ceño al sentir como su rostro ardía pero por otro lado se sentía aliviado, se había sacado un peso de encima.