El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 7: "12:00"

Todavía con los nervios de punta me quedo como una efigie, dudando de si aún sigo con vida o si tal vez ya estoy muerta, en completo silencio y con el corazón golpeándome el pecho con fuerza ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! Empuño ambas manos por debajo de la mesa intentando controlarme delante de él.

Me muerdo el labio inferior.

—No has cambiado nada— Belkam clava su vista en mis labios y me estremezco al notarlo— sigues siendo la misma chica que conocí.

—Porque…— carraspeo antes de proseguir— hablas como si me conocieras.

—Davina, puedo oler tus sentimientos— vuelve a sonreír malévolamente— ¿Tanto te perturba mi presencia? Vamos miénteme como siempre.

Aquel rostro perfecto adornado de su hermoso cabello negro enmarañado me deja divagando, sus cejas pobladas y sus hermosos ojos azules como el mar, me pregunto de dónde sacó tanta belleza ¿Sería posible aquello? ¿Por qué es tan hermoso? Por Dios voy a perder el estoicismo y moriré carcomida de curiosidad por saber qué es lo que oculta.

¿De dónde es? ¿Cuál es su pasado? ¿Quiénes son sus padres? ¿Por qué es tan misterioso?

—Yo sólo quiero que me digas que fue el libro que me entregaste aquel día— trago saliva con dificultad— ¿Cuál fue la razón?

Baja la mirada mostrando desinterés mientras coge el vaso de alcohol que hay sobre la mesa en la que estamos sentados y bebe un sorbo.

—Si no has entendido el mensaje mucho menos lo entenderías con simples palabras— sus ojos nuevamente me observan.

—Pensé que el alcohol no estaba permitido para los de nuestra edad— comento sin quitar la vista del vaso que tiene en la mano.

Suelta un bufido.

—Te sorprenderías si supieras mi edad— hace una pausa breve— Ya casi serán las 10 pasadas ¿No crees que deberías cumplir con tu promesa de llegar temprano a casa?

Mis ojos se agrandan por la sorpresa ¿Qué es lo que acaba de decir? ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo pudo deducir lo que pensaba ahora mismo? Claro que no dejaba de ver el reloj que había a un lado de una de las mesas de villar y es que dejé ir a Diana luego de que Belkam me ofreciera conversar un rato. No iba a perder la oportunidad y aunque me ofrecí ir con Diana ella se negó rotundamente.

—Ocultas demasiadas cosas— relamo mis labios— quieres que me aleje de ti pero luego estás hablando y actuando raro, lo justo como para enganchar a cualquiera hacia ti para descubrir que ocultas.

— ¿Qué oculto?

—Como dice el refrán, detrás de toda cara linda existe un pasado— esta vez sueno firme.

Deja el vaso a un lado y se acomoda mejor en el asiento.

— ¿Entonces te parezco lindo?— sonríe complacido mientras que yo me muerdo la lengua por soltar aquello.

—He considerado que podrías ser un Vampiro gótico como en los libros— pongo los ojos en blanco— o un simple loco que aparenta algo que no es ¿Pero sabes que es lo que no encaja? El mero hecho de que siempre sepas lo que pienso.

—No has contestado mi pregunta Davina— juega con su lengua viéndose tan sensual— odio que me evites.

Suelto un suspiro frustrado, va a matar a mi corazón de un paro cardiaco si me sigue mirando así.

—Todas lo piensan así ¿No?

Esta vez se reincorpora en su asiento y se acerca a mí de manera peligrosa, casi a punto de invadir mi burbuja personal.

—No me interesa— entrecierra los ojos— yo quiero saber lo que tú piensas sobre mí.

—Yo…

Me quedo embelesada con sus ojos azules hasta que me parece ver imágenes pequeñas dentro de ellos y cuando estoy a punto de centrarme más en aquello cierra los ojos con pujanza y se hace para atrás.

—No importa, debo irme— se levanta y sale de la tienda.

Qué había sido todo eso no lo sabía, pero debía saberlo, mis ojos se distraen con el reloj que marcan las 11:45 y cuando me fijo a mi alrededor no hay más personas.

¿A dónde se han ido todos? ¿En qué momento? Me levanto del asiento y abandono el lugar, afuera en aquella feria no hay más personas rondando, todo está tan vacío que me produce un mal sabor el estar tan sola, lo último que querría sería regresarme a casa sola luego de los mitos raros que carga Melnik.

Así que apresuro el paso en cuanto veo a Belkam a unos cuantos pasos de mí, caminando tan apresuradamente que me hace pensar que quiere huir de mí.

— ¡Oye!— digo tratando de llamar su atención— ¿Qué acaso a ti no te han enseñado a ser más caballero?

Se queda estancado en cuánto me oye decir eso.

— ¿Por qué no solo me dejas en paz?— se gira a medias y me fulmina con la mirada— deja de seguirme.

Que horrible sonaba eso, es decir yo no lo estaba siguiendo para nada, más no debía ocultar el hecho de que me daba pena regresar sola a casa luego de saber que ya faltaba tan poco para la media noche y es que yo nuca había sido creyente de leyendas entre otras cosas pero de que debía temerle a los vivos si estaba segura.

¿Qué tal si algún vagabundo andaba por ahí buscando acosar mujeres?




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