—Ya déjala descansar Deku —Pidió el cenizo mientras se sentaba a limpiar el interior de la jaula con suma tranquilidad.
A los segundos toda sensación se detuvo en el cuerpo de la ceniza quien miraba sorprendida a su hijo por sus anteriores palabras, era como si controlara aquello que le provocaba todas las extrañas sensaciones.
—¿Qué demonios hiciste mocoso? —Cuestionó la ceniza dejando de lado al perico para poder ver a su hijo con seriedad.
—No sé a qué te refieres vieja bruja —Respondió el cenizo haciéndose el desentendido ante las palabras de su madre y terminó de desinfectar toda la jaula. —Listo, quedó limpio y sin olor pútrido dentro.
—¿A quién le hablas mocoso? —Cuestionó la ceniza sin fuerza que la sostuviera, dejándose caer en la cama de su hijo.
—A ti —Mintió el cenizo ya que no podía hablar de su hada. —Te comento que ya está limpio y sin ningún mal olor para que no vengas a meter tu mierda llamada perico a mi jaula. Cómprate tu jaula vieja, es en serio.
La ceniza resopló sin creer sus palabras, nada en ese momento le parecía lógico, aquellas sensaciones que le agotaban la energía habían sido detenidas en el momento en el que su hijo dio la orden, aquello era tan irreal y tenebroso ya que le hacía recordar su adolescencia cuando pasaba más o menos por lo mismo con su suegra, las veces que había intentado llenarle las dos jaulas que tenía en su casa; parecía ser el mismo bucle sinfín y temía que su hijo haya sido poseído como sucedió con su suegra.
—Katsuki hijo, deberíamos visitar la iglesia —Comentó la ceniza de manera lenta, cuidando el no molestarlo.
—¿Hah?¿Para qué quieres ir a la iglesia? —Cuestionó el cenizo viendo a la mujer como si fuese perdido un tornillo. —Mejor ve a descansar y deja libre a ese perico traído del infierno, él es el que necesita ir a la iglesia.
Comentó el cenizo mientras la ayudaba a salir con su caja en manos y cerró la puerta de su habitación poco después sin escuchar lo que fuera a decirle, volvió a acomodarse frente a la jaula y notó que el príncipe ya estaba adentro acomodando sus cosas que fueron desordenadas por aquel perico mientras murmuraba cosas que no entendía, suspiró en silencio mientras veía hacia el interior de la jaula y negó suavemente.
—Debes aprender a controlar un poco más los conjuros, Deku —Comentó el cenizo llamando la atención del pequeño príncipe. —Aunque no la soporte sigue siendo mi madre y no me gustaría que la mataras con algún conjuro de esos.
—Lo siento Kacchan —Respondió el príncipe bajando de vuelta sus orejas con tristeza. —Trataré de controlarme, pero a veces me molesta mucho que siga tratando de meter cosas a mi casa.
—Sé que es molesto pero aún así procura controlarte un poquito ¿Si? —Pidió el cenizo quien seguía con su ceño fruncido.
El príncipe de las hadas asintió en silencio a su petición mientras seguía acomodando sus cosas, el cenizo dejó pasar la falta de respuesta de su parte y tomó la jaula para ponerla un poco más hacia la orilla, sacando sus cuadernos para comenzar a hacer la tarea que le habían dejado en las siete clases que solía ver diariamente; no era un mal estudiante ya que procuraba entregar todas sus tareas hechas, habían veces en las que el príncipe lo ayudaba a buscar alguna que otra información en sus libros y le iba dictando las respuestas. Usualmente no solía llevarse bien con nadie de su clase, a pesar de ser seguido por un grupo de extras que no lo dejaban ir solo a ningún lado y aveces había tenido que golpearlos para alejarlos, aunque eso lo llevara a ser citado por el consejero estudiantil quien pretendía ayudarlo pero siempre terminaba mandándolo a morirse para que no dejara en paz.
•••••
Habían pasado dos semanas luego del tema con el perico que Mitsuki se había conseguido, el día anterior la familia Bakugou se había preparado para salir ese día de viaje a casa de la abuela —La madre de Masaru— quien los esperaba para pasar el fin de semana en familia, la castaña había decidido que quería pasar tiempo con su familia luego de casi un año sin verlos. Los Bakugou sabían que ese problema era porque la mujer vivía bastante lejos, casi cerca del bosque pero aún así era feliz en aquel lugar y ninguno tenía corazón para separarla de su hogar.
El cenizo había acomodado su maletas junto a las de sus padres, llevando consigo la jaula como pasaba cada vez que viajaban; la ceniza estaba harta de ver a su inmaduro hijo viajar con una jaula vacía pero no podía decir nada ya que su esposo se lo había pedido de manera seria y ella más que nadie sabía que, cuando su esposo pedía las cosas con seriedad era porque esperaba que fuese cumplido o su faceta de persona serena y tranquila se iría a tomar vacaciones.
La familia Bakugou se detuvo en la misma tienda en la que solían detenerse a estirar los pies y a usar el baño del lugar, era una parada que hicieron costumbre; el cenizo fue el primero en bajar con su jaula en una de sus manos mientras se dirigía hacia el lugar con su usual ceño fruncido sin importarle si sus padres lo seguían a no, él solo iba en dirección hacia el anciano que le regaló la jaula hacia siete años.
—Anciano Toshinori —Saludó el cenizo dejando la jaula sobre el mostrador.
—Miren nada más a quién tenemos aquí, pero si es el pequeño Katsuki y por supuesto, el príncipe Izuku —Saludó el anciano con una sonrisa amplia. —Tanto tiempo. ¿Cómo van las cosas?
Editado: 27.12.2021