El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 17: "Un complemento"

Está mañana me levanté más curiosa de lo normal, deseaba saber cada vez más de la verdadera historia del príncipe Desmont, quería seguir escuchando lo que seguía, en eso habíamos quedado, en que él me contaría una parte de su historia cada día así que ahora mismo estaba enfrente de aquella pileta como el día anterior y Desmont, él ya estaba sentado en el mismo lugar esperándome.

—Demoraste dos minutos aproximadamente— me dedicó una sonrisa elegante.

—Pero aquí estoy…— tomé asiento a su lado.

En cuando comenzó a relatar, nuevamente me sumergí en el pasado como si estuviese dentro de una película.

Desmont llegó a la fortaleza mágica y encontró a una mujer nadando en la laguna, estaba de espaldas y dejaba ver al aire libre aquella cabellera negra como la noche sobre las aguas cristalinas que parecían brillar con el sol, esta se dio la vuelta y le esbozó una sonrisa mientras salía de ahí, llevaba puesto un vestido blanco con algunos cuantos velos transparentes que cubrían sus brazos, aparentaba ser una Diosa más de alguna historia mítica, estaba descalza.

— ¿Por qué estas perturbado hijo mío?— preguntó tranquila mientras exprimía su cabello largo.

—Vengo a pasar un rato con usted madre, necesito de su compañía— habló con respeto.

—Pues siempre estaré para ti cariño— le sonrió, su rostro era tan perfecto.

Sus ojos celestes resplandecían en aquel rostro angelical pálido.

—Eres la única persona que me trae calma al corazón— comentó apenado.

—Estás enamorado— soltó de repente y Desmont se quedó mirándola sorprendido— debes saber que los Ninfos amamos una sola vez, así que la chica que tiene la suerte de haber atrapado tu corazón tiene el honor de que el hijo de Dionisia ponga sus ojos en ella.

—Madre…

Ella soltó un suspiro acongojado, tomó la mano de su hijo y cerró los ojos

—No…— abrió los ojos temible y soltó su mano de repente— veo correr un rio de sangre y eso no es una buena señal.

Dio tres pasos hacia atrás y miró hacia el cielo.

—No lo entiendo.

— ¿Por qué esta vida padre?— preguntó manteniendo la mirada hacia arriba, se giró a mirar a su hijo— vete Desmont, corre lejos de este Castillo y lleva a tu novia, ve a donde quiera que sea y nunca trates de comunicarte ni siquiera conmigo.

—Madre— el príncipe la cogió del rostro suavemente y vio como ella dejaba correr algunas cuantas lágrimas.

—La muerte está presente ¿Entiendes? Si pudiera ver más te lo diría, prefiero que seas feliz lejos de mí que a presenciar algo realmente malo, yo no lo soportaría— Dionisia se relamió los labios rojos suavemente y se quitó su collar para luego ponérselo a él— eres hijo de una Ninfa Desmont, nunca estarás desamparado si te mantienes cerca de la naturaleza.

Ella le dio un beso largo sobre la frente de su hijo y derramó más lágrimas, inmediatamente miró hacia un lado, no quería verlo o no lo dejaría partir y Desmont, él conocía realmente a su madre así que dio unos cuantos pasos hacia atrás y antes de soltar su mano le depositó un beso suave.

Montó a caballo e hizo que Valiente corriera de manera apresurada de regreso al Castillo, debía decirle a Vasilisa que debían marcharse esta misma noche, debían huir para poder ser felices lejos de los demás.

En cuanto llegó al palacio, buscó a la muchacha con desesperación, debía encontrarla cuanto antes, el cielo ya había oscurecido y de noche el bosque se ponía peligroso, faltaban tres días para su matrimonio con la princesa Gémina, si esta noche no huían lo harían al segundo día, ya no había tiempo, las horas corrían. De momento se topó a la persona que esperaba ver, Vasilisa estaba enfrente suyo anhelándolo dentro de aquel pasillo oscuro, para suerte de ambos no había nadie más rondando por ahí.

—Vasilisa— soltó un suspiro cargado mientras ella corría y se refugiaba en sus brazos.

—Lo he extrañado amor mío— ella lo miró y esbozó una sonrisa risueña.

Aquellos ojos luminosos le punzaron el corazón. Era la dueña de su vida, de su juventud, confiaba en aquella muchacha tierna e inocente.

—Quiero mostrarte algo, una parte de mí antes de pedirte algo— tomó su mano y la llevó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.