Edgar caminaba por las nevadas calles de Erundil con ropas andrajosas, sucias y descalzo, notaba el frio bajo sus pies, cansado y muerto de hambre, camino por el centro en busca de algo que llevarse a la boca, pero el mercado de la ciudad en 6 meses se habia reducido a tan solo 4 puesto, de los cientos que alli poblaban las calles, paso por varios y solo pudo robar medio trozo de pan duro y una pieza de fruta que estaba medio podrida, con algo de desgana trago cada bocado y cuando acabo, su estomago no estaba mejor que cuando tenia hambre, aquello era peor, pero al menos le mantenia con vida, ya habian pasado 8 meses desde que el dejo el trabajo en la posada y cada vez estaba peor, aquel espejo era su unica compañia o mas bien el mismo era su unica compañia, hablaba consigo mismo para no perder la cabeza, pero aquello solo le hacia verle mas loco, habia noches en las que se quedaba despierto discutiendo consigo mismo, por los problemas de la ciudad y como el las solucionaria, una mañana mientras se peleaba consigo mismo, por el trozo de pan que habia conseguido y que en esta ocasion era reciente.
-mira escoria, este pan esta crujiente y crees que lo voy a compartir contigo, ni lo sueñes, esto va a ser todo para mi, sera mejor que te busques un sitio donde robar, por que hoy vas a pasar hambre.
Edgar se agacho y empezo a engullir el pan y en tan solo unos minutos no dejo nada, pero aquello no le lleno, queria algo mas y volvio al centro donde estaba el mercado, pero alli ya no habia nada, entonces en aquel momento comprendio por que tenia hambre, no habia robado ningun pan reciente, solo habia sido algo producto de su imaginacion y por eso aun tenia tanta hambre, se dio cuenta que estaba perdiendo la cordura, salio corriendo a su callejon y se miro al espejo, sus ojos hundidos en las cuencas de sus ojos por el hambre, su cara demacrada y palida, estaba en un estado deprorable, una mata de pelo sucia y larga y una barba mas poblada aun tapaban su rostro por completo, en aquel momento solo hubo una pregunta en su mente, ¨¿quien era esa persona?¨ tiro el espejo con rabia al suelo rompiendolo y en aquel momento solo queria morir y no le quedaba mucho para ello, si continuaba asi, pronto moriria, los dias de invierno se fueron recrudeciendo, las nevadas se hicieron mas intensas y Edgar pasaba tanto frio, que apenas se mantenia despierto, una noche en la que no podia mas, noto como alguien le tapaba con una manta que no tardo en calentarle y ademas le dejo un saco lleno de comida, no vio quien era, pero no pudo estar mas agradecido por aquel acto tan bueno, cuando pudo volver a moverse, cogio aquel saco y comio y comio hasta saciarse, los dias siguientes cada mañana, veia como tenia un saco nuevo lleno de comida, no podia creerlo, ahora mismo se sentia afortunado por tener a un angel de la guarda que lo protegia y ayudaba y solo queria saber quien era ese buen samaritano que le estaba dejando comida y mantas para el invierno, asi que una noche puso piedras bajo su manta y se escondio tras un muro de piedra, alli pudo observar como un encapuchado llegaba con un saco y se lo dejaba, pero aun viendolo seguia sin saber quien era, no podia ver su rostro, asi que hizo lo mismo algunas noches se escondia y observaba aquella persona, pero intrigado por quien era, se dispuso averiguarlo, una noche se mantuvo despierto y cuando escucho los pasos se mantuvo quieto, vio una mano acercarle el saco e inmediatamente la agarro Edgar se giro y al mirar hacia arriba, vio el rostro de alguien conocido, Eleodora, sus miradas se cruzaron y pudo ver en su mirada preocupacion y bondad, Eleodora no hizo ningun gesto brusco, no se asusto, solo agarro su mano y con ternura hizo que poco a poco la soltara y con su voz que ahora le sonaba angelical le dijo una palabras.
-Tranquilo buen hombre, mientras yo este aqui, usted no pasara hambre, deje que nosotros los proscritos nos encargemos de todo, duerma y descanse.
aquella voz le hizo dormir, pero por su rostro caian lagrimas por saber que ella le ayudaba y le mantenia con vida, lo mas seguro es por que ni siquiera ella sabia quien era, por que tal y como estaba nadie lo reconocia. La nieve se amontanaba y Edgar tenia mucho frio, la manta no servia de mucho y se levanto para ver si un paseo lo calentaba un poco, pero estar descalzo tampoco ayudo, aun asi siguio caminando y se acerco a la posada la cual seguia aun cerrada con tablones y se veia vieja y roida por el tiempo, quiso volver a mirar dentro y se colo por una de las ventanas que estaba rota, dentro podia volver a oir las voces de las gentes que alli pasaban sus horas al calor de la hoguera y las olores a cerveza pan reciente y queso, ahora solo era un lugar polvoriento vacio y que parecia estar en ruinas, subio por las escaleras que daban a su antigua habitacion y entro en ella, la cama ahora solo eran unos tablones viejo y carcomidos por el tiempo, las paredes llena de humedades dejaban un olor muy fuerte a humedad y a cerrado, de repente unas pisadas en el piso de abajo le alertaron y le asustaron se puso nervioso, oia sonidos metalicos y una voz profunda de un hombre gritaba desde abajo.
-Hola señor, le he visto entrar en el lugar, no quiero ir a buscarlo y tener que encerrarlo, asi que hagame el favor de bajar y salir de aqui.
Edgar no tuvo mas remedio que bajar y ser escoltado por el guardia hasta la salida, alli volvio a sentir el frio de la calle y el guardia le miro serio y enfadado.
-Oiga este lugar no es para dormir, mejor vayase a donde sea que duerma y no vuelva por aqui, si le vuelvo a ver no tendre mas remedio que encerrarlo en la carcel un par de dias.
Edgar solo escucho comida y cobijo y en aquel momento no lo penso ni un momento, empujo al guardia con todas las fuerzas de las que disponia y aquel acto le llevo a la carcel, en aquel momento era mejor que estar en la calle, alli tendria comida cobijo una cama y un lugar algo mas caliente que la fria calle, sentirse de nuevo en un habitacion, le hizo recordar otras muchas cosas que habia estado olvidando, quien era en realidad, tanto tiempo habia pasado desde que ya no era el rey Edgar, que ya lo estaba olvidando, los dias pasaron y la puerta sono, dos hombres lo agarraron de los brazos y lo arrastraron, Edgar no queria irse alli, el estaba a gusto comodo y caliente, ademas de que tenia comida, algo que fuera escaseaba cada vez mas, pero no pudo hacer nada y lo tiraron a la calle como un perro, de nuevo el frio invierno calo sus huesos y su moral, ahora tenia ropa y zapatos nuevos algo que antes casi no tenia, volvio a su callejon ahora cubierto por la nieve y vio tres sacos llenos de comida, los abrio y no tardo en acabarse uno entero, los otros dos se los guardo, la mantan que antes le calentaba ahora era inutil y por su mente solo habia una cosa, la carcel, el lugar era tranquilo, mas caliente y comodo que donde estaba ahora y no queria salir de alli, asi que se le ocurrio algo tan malo y cruel que ni el mismo se lo penso dos veces, cogio uno de los cristales rotos y lo llevo encima, dispuesto hacer uno de los actos mas crueles e infames que una persona pueda hacer, matar alguien para que lo encerraran de por vida y asi nunca volver a las frias calles de la ciudad, camino por las calles viendo como varias personas pasaban a su lado, el agarraba el cuchillo con fuerza iba hacia esa persona pero luego se arrepentia y se detenia antes de cometer el crimen, en su mente habia dos cosas, uno la carcel, el lugar donde queria estar y otro Edgar, el hombre que aun era y que le impedia hacer ese acto horrible y cruel, pero intento reprimir a su parte noble su parte humana y vio como una señora joven cruzando por su lado, Edgar se acerco y entonces antes de que pudiera acercarse mas, la mujer se agacho y vio como cogia a un niño, en aquel momento se desprecio de tal manera que dejo caer el cristal y se giro, por su rostro lagrimas de trsiteza y odio, como podia haber pensado en arrebatar la vida de una persona con familia, cuando el habia sufrido eso mismo, llego al callejon y se tiro en el suelo, ahora solo queria morir y dejar de existir por haber pensado de esa manera tan cruel y horrible, las noches y dias se sucedian como si nada y Eleodora ya no aparecia, las bolsas ya vacias dejaron un vacio tambien en su estomago, y penso que ese era su castigo por haber pensado en matar alguien, morir era la mejor manera de castigarle y solo espero a que eso sucediera, y una noche tras varios dias sin comida ni agua el sueño el cansacio y todo el hambre que tenia hicieron su efecto, se desmayo, su cuerpo cayo y en aquel momento solo penso en que esto era lo que se merecia por todo el daño que habia hecho, de repente noto que alguien lo agarraba y lo llevaba arastras, de repente noto algo blando y comodo y abrio los ojos, vio que estaba montado en un carro y que tambaleaba por el camino, al mirar hacia delante vio a dos personas, una de ellas era un mujer, esta se giro para verlo y la reconocio, era ella, Eleodora, al verlo solo sonrio y se dejo caer desmayado sin fuerzas sobre el carruaje, al despertar escucho por primera vez el canto de los pajaros y la luz entraba por una pequeña rendija que habia en una ventana, hacia tanto tiempo que no notaba un cama que parecia que estaba soñando incluso creyo que estaba muerto, se incorporo y miro a su alrededor una estructura circular y poco amueblada y de madera, en su centro habia un columna pero mas que una columna era un tronco, se levanto y cuando intento caminar las fuerzas le fallaron, cayo al suelo y vio que sus piernas estaban muy debiles, lo volvio a intentar y esta vez pudo sostenese en pie camino y se acerco a la puerta la abrio y nada mas hacerlo vio una ciudad suspendida agarrada a las troncos unida por puentes colgantes y escucho el sonido de la gente riendo hablando un hombre se acerco inmediatamente hacia el y lo agarro la voz que escucho solo le tranquilizo.
Editado: 10.03.2019