El Prodigio

Capítulo 28

En aproximadamente tres semanas nos llamarían para declarar, de momento es informal, si no se llega a un acuerdo irá a mayores, lo cual es lo más seguro. Suspiré, no quería volver a verlos y aunque se resolviera de alguna manera nunca se volvería a recuperar el tiempo perdido, era lo que no entendían los demás, la manera agridulce que me sentía cada vez que volvían a hablar de lo que habían hecho. NO estaba bien, eso está más que claro sin embargo si fuera por mí no los volvería a ver nunca jamás, por que verlos implicaba recordar esos momentos de mierda en los que era insignificante, donde mi ego no existía y de alguna manera odiaba verme al espejo. Habían dejado heridas en mí que aún no habían cicatrizado.   

Y ahora no tenía más remedio que plantarles cara, NO quería imaginar la manera ridícula en la que intentarían defenderse. Podía imaginar los rostros cínicos que pondrían y lo enfurecidos que estaría mi familia ante evidentes mentiras que inventarían, pero lo peor sería cuando me toque el momento de hablar, se me llenaron los ojos de lágrimas, al parecer no podía olvidar esa miseria que vivirlas heridas seguían abiertas y esto provocaría más dolor. Se que es de cobarde, pero quiero esconderme bajo una roca y permanecer así hasta el momento en que vuelva a sentirme segura. Quiero mucho a mi familia, pero, aunque se los explique no entenderían...y no los culpo.  

Mientras estaba acostada en la cama inmóvil, la luz de la luna atravesó la ventana a pesar de esta el resto de la habitación a oscuras. Sumida en mis pensamientos escuchaba música con los auriculares que usaba siempre, era un momento de paz y reflexión. Me deje llevar cerrando los ojos y sin darme cuenta había caído en un sueño profundo.   

Seis ojos de dirigieron a mí  

Al otro día me levante temprano y me deslice por la barandilla de la escalera, el silencio era molesto. Fui hacia la cocina que en esos momentos estaba solitaria, quería mantener mi cabeza ocupada así que me dediqué a preparar panqueques. No hay mejor cosa que ocupar la mente en algo para no pensar en el torbellino que se vendría en tres semanas.  No me percate de cuánto tiempo permanecí así en un rato admire la pila de panqueques que resaltaba en la alacena. Preparé café mientras me sentaba y probaba la obra, en un desfile convencional uno tras otro fue entrando en la cocina. Primero entro Dereck seguidos de mamá y papá, las expresiones de sorpresa eran evidentes, pero lucían felices. Papá se sentó en la cabecera de la mesa después de servirse un vaso de café. Mamá se sentó a su lado y Dereck que quedaba frente a mí, apenas se había sentado comenzó a devorar panqueque tras panqueque. Parecía que llevaba días sin comer. Esa extraña escena era tan familiar para mí que sonreí como tonta sin darme cuenta.  

Papá me veía extrañado  

— ¿Estas bien? — Seis ojos de dirigieron a mí.  

—Si, sólo me alegra que ustedes sean mi familia —no era mi intención sonar cursi, pero era lo que pensaba. 

Ellos me sonrieron de manera autentica y alegre.  

El ambiente continuo de manera armoniosa durante el desayuno, aunque no vi a Ian por ningún lado me centré en limpiar todo para ir a estudiar. Apenas tuve tiempo de vestirme, tomé la molesta mochila y la coloqué en el hombro. Bajé a toda prisa y salí casi corriendo de casa.  

Afuera el sol era cálido a pesar del frío y la niebla que aún persistía de manera insistente antes de desaparecer por completo. El pasto estaba congelado de manera que mi pie al tocarlo sentía un frio inigualable. Miré a todos lados, pero no veía al conductor que me tenía que llevar a estudiar ¿Dónde estaba Dereck?  

Caminé hacia el auto y recosté mi espalada mientras bajaba mi mochila al suelo. Unas pisadas llamaron mi atención, un chico atractivo y alto con una sonrisa derrite corazones me miraba de manera dulce.  

Se acerca mí me besó y después me indico con la cabeza detrás del auto, dónde había dos bicis que no había visto. Las miré y luego a él sin comprender. 

— Hoy pasearemos en bici — me lo dijo sonriendo ampliamente 

— Pero tengo que ir a estudiar — mi voz sonó dudosa 

— No te preocupes, tengo permiso 

— Tú no necesitas permiso 

— Lo sé, pero me gustaría mantener la buena relación con tus padres — Dicho eso fue hacia una de las bicis pronto para arrancar el paseo, me dirigió una mirada de burla —No me digas, no sabes andar  

Ahí volvía a ser el mismo molesto ser que me fastidiaba todos los días. Camine hacia la otra bici y la tome del manillar y arranque molesta. 

—Por supuesto que se. 

Sentí su risa a mis espaldas y también me reí. Me alcanzó enseguida, aún después de todo el entrenamiento que tenía seguía siendo mejor. 

 

—No te enojes Malia 

Balanceo su bici de lado a lado después de pasarme y quedarse adelante 

—Eres un cretino —y cuando creí que no me oía agregue —Lindo... 

Oí su risa nuevamente y supe que el viento me había jugado una mala pasada. Volvió a mi lado mientras paseábamos. 

Y como se me daba bien arruinar los ambientes tuve que hablar con mi usual inquietud. 

—¿Por qué exactamente estamos paseando por los terrenos cerca de casa? —Lo conocía lo suficiente para saber que estas cosas no las hacía por que sí. 

—Nunca viene de más conocer alrededor  

—Entiendo, es otra de esas cosas para protegerme 

—Sí, aun estando siempre a tu lado no puedo evitar que ocurran cosas malas, si pasa algo cuando no estoy cerca tienes que saber arreglártelas. 

Parecía rudo de la manera en que sonaba, pero sé que quería cuidarme a su manera. 

—Lo sé, no te olvides que sé defenderme también —Quise tranquilizarlo, porque sabía que a él también le inquietaba todo lo que estaba por suceder, nadie lo decía pero todos lo sentíamos. 

—No olvides que un error puede costarte la vida —dijo de pronto y el tema había llegado a un punto que no me agradaba para nada, y todo ¿por qué? Porque había abierto la boca y arruinado la atmosfera, bien Malia. 



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En el texto hay: romance, magia, ficcion

Editado: 19.07.2022

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