El pueblo de los paraguas negros

Capitulo 3

Diego miraba las grabaciones que había hecho Cintia durante la tarde, eran muy buenas había tomas muy bien hechas, pensó que con sus tomas y la entrevista a don Rubén, más las voces en off tendrían sin problemas quince minutos de película y el mínimo requerido para el proyecto eran doce minutos, eso lo hizo sentirse bien, mañana ya darían los toques finales y tendrían la tarde del sábado y todo el domingo para descansar, eso le hizo recordar la cara enrojecida de Cintia cuando él le había dado las flores, no quería hacerse falsas esperanzas pero se propuso invitarla a salir una vez que volvieran a la ciudad. Unos golpes en su ventana lo sacaron de sus pensamientos y se volteó rápidamente, se puso de pie sintiendo como su pulso se aceleraba, camino a la ventana dando los pasos más lentos de su vida, cuando estuvo de frente de ella la abrió lentamente dejando que el aire fresco de la noche le diera en la cara, asomó su cabeza pero no vio nada, solo la oscuridad de la noche, se dio cuenta de que no tenía miedo sólo estaba tenso, se quedó mirando unos minutos mientras disfrutaba del aire hasta que unos golpes en la puerta lo hicieron dar un pequeño salto.

 

- Diego soy Cintia ¿puedo pasar?

- claro pasa - dijo calmándose, estaba agitado.

- ¿qué haces? - pregunto con tono inocente

-nada, solo estaba revisando los videos que grabaste.

- ¿en la ventana? - dijo a modo de chiste.

- no, solo estaba respirando el aire del campo - dijo sonriendo sin ganas - la noche está fresca.

- eso cierto, hasta tengo un poco de calor - dijo agitando su mano, vestía un pijama de cuadros con una camiseta sin mangas.

- lo mejor de todo es que con las grabaciones que hay, mañana haremos los últimos arreglos y estaremos listos.

- ¿de verdad? - sonrió - eso sería genial, así tendríamos el domingo libre.

- sí y si todo va bien mañana en la tarde ya podemos irnos.

- ¿te quieres ir? - dijo preocupada - ¿por qué?

- yo solo digo ¿te quieres quedar el domingo aquí?

- claro que sí, Lidia y Raúl dijeron que no había problema en quedarse.

- entonces quedemos... - dijo eligiendo sus palabras, iba a arriesgarse, era ganar o perder - y hagamos algo juntos.

- ¿cómo qué? - dijo entusiasmada.

- pues no sé, hacer algo diferente y conocernos

mejor - dijo más confiado - ¿qué dices?

- ¿algo así como una cita?

- si - dijo con el rostro enrojecido, no se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba Cintia hasta ahora - la verdad es que te iba a invitar a salir cuando llegáramos a Talca, pero en vista de que nos vamos a quedar un día más aquí preferí hacerlo ahora.

- dame un beso - dijo sonriente, ya no tenía dudas en si Diego no. estaba interesado en ella.

- ¿aquí, ahora? ¿Y dónde en la mejilla?

- claro que aquí tonto y lo quiero en los labios.

- bueno tú mandas.

 

Diego se acercó confiado y la tomó por la cintura mientras ella lo rodeaba con sus brazos por el cuello, se miraron unos segundos y Cintia tomó la iniciativa besándolo suavemente y después más fuerte, cuando se separaron ella lo miraba coqueta como una niña haciendo una travesura, el por su parte la miraba tranquilo, satisfecho, como si lo que había esperado por mucho tiempo fue tan bueno como lo imaginó.

 

- ustedes no pierden el tiempo ¿Verdad? - dijo Raúl a sus espaldas, ambos se voltearon rápidamente y lo vieron de pie junto a Lidia.

- no te enseñaron que es de mala educación entrar a una habitación sin golpear - dijo Diego haciéndose el molesto.

- lo siento de verdad - dijo el con voz inocente - iba a hablarte, pero el ambiente fresa del amor que había en el aire nos dejó sin palabras ¿cierto amor?

- bésame Diego - dijo abriendo sus brazos con voz exagerada.

- ¿aquí, ahora y... en la mejilla? - respondió Raúl de forma exagerada y chillona.

- no tonto, bésame los labios, ya no aguanto está espera, así que tómame - dijo con sus ojos cerrados.

- yo no dije eso - se defendió Cintia.

- no arruines el drama - Raúl la miraba divertido, después miró a su mujer y la beso, puso sus manos en su cintura y comenzó a bajar lentamente hasta su trasero.

- Diego no hizo eso, sigue el guion de la escena.

- pero le habría gustado ¿verdad amigo? - Diego no respondió.

- en fin - dijo Lidia soltándose - basta de drama, le veníamos a avisar que estamos asando carne en la terraza y vamos a tomarnos algo, para que vengan, la noche está tan cálida que es delicioso estar afuera.

- me voy a vestir y salgo - hablo Cintia caminando a la puerta.

- yo voy a ver algo de las grabaciones y voy a la terraza.

- muy bien afuera los esperamos, no te demores - dijo Raúl saliendo de la habitación con Lidia y Diego se quedó sólo.

 

Revisó y organizó los videos para luego salir a la terraza, la noche iba más que bien para él, no solo tenía documental casi listo, también se había besado con Cintia y para bien sentía que él y Raúl se llevaban muy bien casi como amigos, con eso en mente camino por el pasillo en dirección a la terraza y comenzó a sentir el aire pesado, eso hizo que su respiración fuera más lenta, pesada y como un recuerdo olvidado en el fondo de su mente recordó que habían golpeado la ventana, el aire se puso más denso, comenzó a sentirse observado por algo en medio de ese pasillo, decidió ignorarlo y agilizar el paso, pero al igual que en el granero sintió que todo estaba en cámara lenta, aun así agachó su cabeza y siguió caminando, el pasillo era corto pronto estaría en la sala, sin levantar la mirada continuó hasta que sus pies se toparon de frente con una puerta, él sabía cuál, la puerta divisoria entre la casa nueva y la vieja, su corazón comenzó a latir tan fuerte que podía escuchar cada latido, la perilla comenzó a moverse y él puso su mano sobre ella, se quedó unos segundos en esa posición ¿qué estaba haciendo? se preguntó en su mente que sonó tan fuerte como si hablara a gritos, para luego escuchar un susurro en su oído, la voz de una mujer dulce que solo pedía una cosa: abrir la puerta.




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