Abro mis ojos ya temprano en la mañana y lo primero que pienso es en lo que pasó anoche. Miro el sillón en que durmió Alex, pero él no estaba.
Me siento en mi cama, mirando mis manos. Las junto y las froto, siguiendo los pasos de anoche. Creo que separé muy rápido las manos, porque todo el hielo se fue a las paredes. Toda la habitación quedó congelada.
—Oh.
—«Para, alguien viene». Escucho en mi mente, como si Alex está hablándome. – «Hazme caso, para».
Intento relajarme para que todo el hielo regrese a mí . Cuando el último pedazo de hielo cristalino llega a mí, la puerta se abre.
Mi papá está ahí con el desayuno en sus manos.
—Buenos días. –dice sonriendo.
—Buenos días papi. – le sonrío – ¿Qué traes?
—Fruta, té de menta y un pan con palta.
— «¿Qué pasaría si nos descubre? Ha menos de un segundo estaba mi habitación llena de hielo ¿Y si vio algo? O sea, si hubiera abierto la puerta un segundo antes, seria descubierta. Tal vez moriría, ya que el juez de superpoderes me daría la pena de muerte porque una persona común se enteró. Aunque creo que... no lo sé.»
— «Primero, no creo que tengamos un juez porque no pedimos los poderes, así que seriamos inocentes. Segundo, no seas exagerada. Ahora mira a tu papá, pensará que estás loca».
— ¿Estás bien? – pregunta modulando demasiado bien toda la frase, como si dudara que entendiera.
— «Odio mentirle a mi papá, Alex. Es la única familia sanguínea que conozco y al mentirle, siento que es un tipo de traición a la familia. Antes de esta noche pensaba que tener poderes era algo totalmente falso, pero luego de la pesadilla y despertar viendo todo distinto, como si alguien me hubiera sacado los ojos y limpiado con ¿Limpia ojos? Y colocarlos en su lugar sin explicar nada ni ayudarme a entender la razón de porque ahora todo es distinto si nada ha cambiado, excepto yo, claro. Siento que, desde anoche, toda mi vida cambió, como si todo diera un giro de ciento ochenta grados».
— «Entiendo. No solo tu vida dio un giro así. Tengo que ocultarle esto a mis hermanos y a mi mamá, pero todo esto es el bien de ellos, porque aquí, ellos son los que importan».
—Si, estoy bien, solo tengo demasiado sueño, apenas dormí anoche.
—Está bien, descansa un rato, estaré en mi habitación. – se levanta de mi cama y se dirige a la puerta. Antes de abrirla, hablo:
— Una pregunta antes de que te vayas... ¿Ya paró el mal clima?
—Según las noticias parará en treinta minutos o por ahí – aprieto mis labios.
—Está bien, te amo.
—Yo también, Ali.
Comienzo a comer lo que mi papá me trajo, pero una pregunta se atraviesa por mi mente, como si de una flecha se tratara.
—« ¿Cómo puedes estar en mi mente?».
— «Se llama telepatía, genio».
—«¿Desde cuándo puedes hacerlo?».
— «Cuando descubrí mis poderes, miraba a cualquier persona y sabía lo que pensaba como una voz en mi cabeza. Lo raro es que tus pensamientos jamás pude saberlos y supongo que si te miro en este momento tampoco. Pensé que eso fallaba algunas veces. Hasta que escuché como tu habitación se llenaba de hielo o algo así y estaba probando algo. Quería mandarte un mensaje y resulta que podemos hablar telepáticamente. Solo nosotros dos. Ahora abre tu puerta que creo que está trabada».
Efectivamente. Toda mi puerta se llenó de hielo. De alguna manera, sin darme cuenta bloquee mi entrada.
Extiendo mi mano con la palma abierta, esperando que mi experimento funcione y comienzo a imaginar como el hielo vuelve a mí.
Cierro mis ojos y siento un escalofrío empezando por mi palma, corriéndose por mi brazo hasta recorrer mi cuerpo y finalmente no siento nada. Abro mis ojos y la entrada ya no tiene un bloqueo.
La puerta se abre y entra Alex, pero mi papá también entra rápido, como sí no tuviera otra oportunidad.
—Hija, surgió una reunión a última hora, te llamaré en cuanto termine.
Viene hacia mí y me abraza
Desesperación. Lo siento, pero no entiendo la razón. Tal vez es esto lo que mi papá siente en este momento, no le encuentro más razones.
— Hija vas a estar bien, por favor resiste. – esa es la voz de mi papá, pero no lo entiendo, no lo veo. Todo es eigengrau. – Alice, tu irás con ella, yo iré detrás, en mi auto. Háblale tal vez te escuche.
—Richard, ve tranquilo, no queremos otro accidente. – ¿Mamá?
— Llámame cualquier cosa.
Sentí como mi papá se despegaba de mí y con eso, el sentimiento y esa extraña visión.
— Alex, cualquier cosa llamas nomás. Ella no lo hará para no molestarme, pero tu no lo dudes ¿Bien?
— Si, señor – Alex coloca su mano en su frente en modo militar.
—Espera ¿Estás diciendo que él está a cargo? – pregunto con desconcierto.
— No, es solo que va a llamar cuando sea necesario, tu no haces eso. – intenta hacerme entender.
— Si lo hago – digo con un puchero.
— Alison, tranquila, sé que dentro de ti hay algo que sabe que soy más responsable que tu – dice el rubio con ego fingido, mientras yo le muestro la lengua.
— Se me está haciendo tarde, cuídense chicos. – mi papá se despide y sale.
Mi amigo rubio – y el único amigo que tengo – camina por mi habitación hasta tomar una silla y colocarla frente a mí, sentándose en ella, levantando sus pies para colocarlos encima de mi cama y posicionar sus manos detrás de su cabeza. Para romper el silencio digo:
—Tengo miedo. – Wow, que gran forma de comenzar un tema. Él coloca toda su atención en mí. – me da miedo que nos vaya mal con esto, me refiero a que le podemos hacer daño a alguien de nuestra familia y no sabremos la solución de ese accidente.
— Ali, yo también tengo miedo, pero pienso que esto le puede servir, les puede ayudar de alguna forma. No sé cómo, tal vez podemos hacerles juegos a Sophie – su hermanita – o ayudarle a mi mamá a cocinar. A Nick no sé cómo ayudarle, como casi no pasa en casa, pero encontraremos la forma de usar esto como beneficio, no como perjuicio.